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El ‘tumbe’ a las Farc

Los 10.000 fusiles que les vendió Vladimiro Montesinos a las Farc no resultaron tan buen negocio para los guerrilleros colombianos.

6 de agosto de 2001

Cuando las Farc negociaron en 1998 la compra de 10.000 fusiles de asalto soviéticos con los emisarios de Vladimiro Montesinos creyeron haber hecho el negocio del siglo. Sin embargo el tiempo se ha encargado de demostrar que no fue así. Por el contrario, la hollywoodesca lluvia de fusiles empacados en cajas lanzadas en paracaídas desde un gigantesco avión sobre las selvas de Vichada y Guainía —que sí sucedió— podría terminar por ser un descalabro económico y militar para las Farc. La razón es tan simple como contundente: el tipo de munición que requieren los fusiles que las Farc le compraron al entonces hombre fuerte del Perú es casi cinco veces más costosa que la convencional y tiende a desaparecer del mercado.

La intención de las Farc al negociar las armas con Montesinos era la de unificar el tipo de fusiles y municiones ya que uno de los principales problemas que enfrentan los guerrilleros es la gran variedad de modelos del fusil AK-47 que utilizan. Aunque en apariencia son iguales, este tipo de rifle de asalto tiene cerca de una docena de modelos diferentes producidos en varios países de la antigua Unión Soviética, la desaparecida República Democrática Alemana (RDA) y China, principalmente.

Esa variedad de modelos impide que exista uniformidad en el tipo de munición. Como no todos los guerrilleros y frentes utilizan el mismo tipo de fusil esto les dificulta comprar grandes lotes de munición, lo que les resultaría mucho más económico. El negocio con Montesinos, en teoría, les permitiría renovar el armamento y terminar con ese tipo de problemas. Pero no fue así.

Los 10.000 fusiles que llegaron a manos de las Farc no eran AKM-47 (la versión soviética moderna del AK-47), uno de los modelos más populares dentro de la Farc. El rifle de asalto que vendió Montesinos es un modelo del AK-47 desarrollado en la antigua Alemania Oriental, conocido como AKM-MpiKM, que se fabricó entre 1984 y 1985. Este fusil fue considerado como uno de los mejores del mundo. Sin embargo el gran inconveniente es que utiliza una munición 7.62x39. En los países occidentales ese tipo de cartuchos están siendo reemplazados a gran velocidad por otros y la nueva generación de fusiles vienen con munición 5.56x45. Según estudios de la oficina para el Control de Tabaco y Armas de Fuego de Estados Unidos (ATF) la munición 7.62x39 desaparecerá en un futuro no muy lejano por varias razones.

El proyectil 5.56 pesa la mitad que el 7.62. Este es un dato fundamental porque un combatiente puede llevar doble cantidad de cargadores y soportar el mismo peso. Con ello las dotaciones pueden ser aumentadas, lo que incrementa la capacidad de apoyo logístico. Otra de las causas es que el calibre 5.56 ha resultado más preciso que el 7.62 a distancias de hasta 1.000 metros. Como su retroceso es menor la precisión, tanto tiro a tiro como en ráfagas, es superior. Con el 5.56 es más fácil acertar que con el 7. 62 en cualquier circunstancia y modalidad de tiro. Otra de las consideraciones importantes es el costo. El cartucho 5.56 vale hasta 75 por ciento menos que el 7.62 y su menor peso permite el empleo de empaques menos resistentes y, por tanto, más ligeros y baratos. En Latinoamérica sólo el ejército peruano utiliza el AKM-MpiKm y munición 7.62x39, mientras que los cartuchos 5.56 son muy fáciles de conseguir. Incluso en Colombia Indumil los fabrica para las Fuerzas Militares y la Policía.

En términos simples, las Farc compraron un muy buen fusil para el que cada vez será más difícil y costoso conseguir munición. Las consecuencias no se han hecho esperar. Antes, a un guerrillero le suministraban 600 cartuchos para un combate. Aquellos a quienes les dieron los fusiles de Montesinos tan sólo se les están suministrando 150 cartuchos con las consecuencias que esto implica durante un combate. La razón fundamental para esa significativa disminución, aparte de la dificultad que existe para conseguir la munición, consiste en que cada cartucho 7.62x39 le cuesta a las Farc 4.900 pesos en el mercado negro mientras que un cartucho 5.56, utilizado también por los fusiles R-15 o M-16, los de uso más común en los grupos paramilitares, tan sólo vale 1.000 pesos.

Aún no está muy claro si las Farc compraron los fusiles conscientes de las limitaciones y dificultades que les acarrearían o si, por el contrario, Montesinos y sus hombres le metieron un gol a la guerrilla al suministrarles este tipo de armas. Sin embargo, es mucho mas probable que haya sido lo segundo. Al fin de cuentas es poco probable que las Farc invirtieran millones de dólares en adquirir armas que a mediano plazo les representarán un gran problema. Lo único claro por ahora es que los 15 millones de dólares que gastaron las Farc en ese ‘negocio’ no parecen ser tan buena inversión después de todo.