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EL ULTIMO TIMONAZO

Godos, costeños y agricultores beneficiados en el nuevo gabinete

25 de marzo de 1985

Para que una crisis ministerial resulte interesante tiene que producir muchas caras nuevas. Pocas de estas se viercn en el gabinete nombrado la semana pasada por el presidente Belisario Betancur. De ahí que toda la expectativa generada por una crisis que había sido anunciada con cuatro meses de anticipación, se haya desinflado en un episodio que dio más bien la impresión de una serie de ajustes mínimos.
De los trece ministros--doce de los cuales habían presentado renuncia al Presidente a mediados de la semana, pues el titular de Defensa, Miguel Vega, no lo hizo--sólo tres se retiraron del gabinete: Alvaro Leyva, de Minas; Amaury García, de Salud y Hernán Beltz, de Obras. Otros dos fueron rotados, pasando Iván Duque, de Desarrollo a Minas, y Gustavo Castro, de Agricultura a Desarrollo. Y tres nuevas caras aparecieron: Hernán Vallejo, en Agricultura; Rodolfo Segovia en Obras y Rafael De Zubiría en Salud.
De todo esto lo más interesante es la llegada al ministerio de Agricultura de Hernán Vallejo Mejía. Abogado javeriano de 48 años, el nuevo Minagricultura había ocupado ese cargo con gran éxito en el último gabinete del gobierno de Misael Pastrana. La importancia de su nombramiento puede medirse en tres aspectos: primero, por el prestigio de Vallejo en el sector agrícola y ganadero; segundo, porque como viceministro que fue de Hernán Jaramillo Ocampo, también en el gobierno de Pastrana, fue uno de los hombres claves en la elaboración del acuerdo de Chicoral, considerado como un paso atrás en el proceso de reforma agraria y acuerdo que el gobierno de Betancur pretende desmontar en el marco de la política de paz; el tercer aspecto es el hecho de que Vallejo se había convertido, desde la presidencia de Fedegan, en uno de los más elocuentes críticos del proceso de paz del gobierno. Por esta razón, muchos consideraban que su nombre figuraba en la lista negra del presidente Betancur.
El ministerio de Salud le correspondió a otro conservador, Rafael De Zubiría, médico cartagenero de 60 años, que había ocupado con distinción la dirección del Bienestar Familiar y del Icetex. De Zubiría es un "cartacachaco" que convina el "charme" costeño con una seriedad casi escandinava.
Según sus propias declaraciones su ambición en la vida había sido siempre llegar a ser ministro de Salud. Dolorosamente, su hora de triunfo coincidió con una enorme tragedia personal: acababa de hacerse público su nombramiento, cuando su hijo Rafael, de 23 años, al bajarse de una buseta en la autopista del norte, fue arrollado por una volqueta que no alcanzó a ver en el momento de atravesar la calle. Horas después, víctima de una embolia grasa, y mientras era trasladado en una ambulancia del Neurológico a la Clínica Shaio, murió sin saber que su padre había sido nombrado Ministro.
Tanto Vallejo como De Zubiría, quienes hoy son considerados pastranistas, podrían en realidad ser calificados de "alvaro-pastranistas", ya que en su juventud ambos militaron en el laureanismo.
Alvarista a secas es, en cambio, el nuevo ministro de Obras, Rodolfo Segovia, ingeniero químico, barranquillero de 47 años, quien ocupaba la presidencia de Ecopetrol y de quien se había dicho que iría a coordinar la campaña presidencial de Alvaro Gómez. Considerado uno de los hombres más competentes del equipo alvarista, está reservado para grandes destinos en la eventualidad del triunfo de su jefe.
En donde no se vieron caras nuevas fue en la bancada liberal en el gabinete. El Presidente, probablemente anticipando que en época pre-electoral cualquier nombramiento de un nuevo liberal podía generar una revirada con "show" de las directivas de ese partido, optó más bien por rotar a dos de ellos, Duque y Castro Guerrero. En esta forma neutralizaba cualquier crítica, ya que los ministros liberales existentes habían recibido en el pasado el sello de aprobación de las jerarquías de su partido.
La rotación de Duque y Castro es más importante por las carteras que por las personas. Su propósito era satisfacer una solicitud del liberalismo de obtener una mejora cualitativa en los ministerios que se le adjudicaban, lo cual no era más que un eufemismo para quitarle el ministerio de Minas al pastranismo, que lo tenía monopolizado desde hacía siete años. No fue sino que el Presidente accediera a esa petición,para que surgieran serias dudas sobre si, en el trueque, no había salido lo roto por lo descosido. La presión por la cartera de Minas era más que todo un producto de los chismes, celos y antipatía que generaba en ciertos sectores un ministerio que era considerado un símbolo de la omnipotencia pastranista. En la práctica, sin embargo, el ministerio de Agricultura no se le queda atrás en importancia, particularmente si se tienen en cuenta el potencial político de las importaciones de alimentos que va a hacer el Idema y un crédito de 300 millones de dólares que va a recibir el ICA.
Por otro lado, el ministerio de Minas, tradicionalmente boyante en presupuesto, va a ser objeto de recortes sustanciales que correrán paralelos con inevrtables e impopulares aumentos en las tarifas de energía.
De resto, despejaron ciertas expectativas las confirmaciones de Enrique Parejo en Justicia y de Jaime Castro en Gobierno. En cuanto al primero, su confirmación es un revés para el Nuevo Liberalismo que aspiraba a un ministerio más jugoso, con el argumento de que quería ser relevado de la responsabilidad de la lucha contra el narcotráfico, que recae sobre los hombros de ese movimiento desde los días de Rodrigo Lara. Sobre Castro, la renuncia a su curul de senador representa un albur político, ya que su futuro dependerá de los resultados de su gestión como "gerente" de un proceso de paz en el cual todavía no hay nada seguro.
En términos generales,se puede decir que los ganadores del último ajuste ministerial de Belisario Betancur son los conservadores, los costeños y los agricultores. Los primeros, porque recibieron una inyección de caras nuevas y prestigiosas. Los segundos, porque se quedaron con la tercera parte del gabinete, al ocupar cuatro ministerios con Parejo (Ciénaga), De Zubiría (Cartagena), Segovia (Barranquilla) y Castro Guerrero (Valledupar). Por último, los agricultores, gracias a una coincidencia extraordinaria: por primera vez en la historia, los integrantes del equipo económico del gabinete (Hacienda, Desarrollo y Agricultura) son todos ex-ministros de agricultura: Junguito y Castro en este gobierno y Vallejo en el de Pastrana. Nunca antes el sector agrícola había estado tan representado en un gabinete. -