Home

Nación

Artículo

E N T R E V I S T A

'El viaje de los 'cacaos' es un mal ejemplo'

En diálogo con SEMANA Alvaro Uribe Vélez critica la reunión de los empresarios con ‘Tirofijo’ y afirma que las Farc gobiernan totalmente en el Caguán.

17 de abril de 2000

Apesar de que lleva recorriendo varios meses el territorio nacional desde que llegó de la Universidad de Oxford, en Inglaterra —“hablando con la gente”, dice en su pausada entonación paisa—, Alvaro Uribe ha preferido mantenerse lejos de las cámaras y los flash de los medios. Según las encuestas, Uribe Vélez es una de las opciones liberales más destacadas para las próximas elecciones presidenciales. SEMANA habló con el.

SEMANA: Usted ha sido particularmente crítico con el proceso de paz con las Farc. ¿Qué es lo que no le gusta del proceso de paz del gobierno?

Alvaro Uribe Velez: Hay varias cosas que no están bien. Primero, que se siga adelantando el diálogo sin un solo hecho de paz de las Farc; segundo, que continúe el proceso sin una veeduría internacional en el Caguán, especialmente después de que quedó demostrado que esa organización ha impuesto ahí un régimen del terror y, finalmente, que el gobierno no haya acelerado la inversión social a la espera de un posible acuerdo con las Farc.

SEMANA: Algunos sectores de la opinión especialmente críticos con el gobierno sostienen que en el Caguán se está cogobernando, ¿cuál es su opinión al respecto?

A.U.V.: No se está cogobernando: hay un gobierno total de las Farc. Los hechos lo demuestran. Durante todos estos meses de despeje las Farc no han hecho ahí un experimento humanista en el cual se respete el Estado de derecho. Todo lo contrario, han impuesto un régimen del terror y han hecho del Caguán un paraíso para la impunidad.

SEMANA: Pero no todos piensan igual. Los llamados ‘cacaos’ se acaban de reunir con los voceros de las Farc en el Caguán. ¿Usted qué piensa de esos encuentros entre la clase dirigente y los jefes guerrilleros?

A.U.V.: Es un mal ejemplo para el país. La clase dirigente, política, económica y social debe participar de los diálogos pero sólo después de que las Farc produzcan hechos de paz. Si así fuera, esos encuentros serían un mensaje positivo para el país, pero mientras no sea así el mensaje es negativo. Es que el mensaje que están enviando quienes van al Caguán es el de ser solidarios con los violentos y no con las víctimas de esa violencia. Es preferible la solidaridad con todos los colombianos que la obsecuencia con los violentos. Es por eso que es muy triste que esos señores se hayan ido para allá cuando las Farc han seguido con su escalada terrorista.

SEMANA: ¿Cuáles serían los gestos de paz mínimos que el país debería exigirles a las Farc?

A.U.V.: Básicamente es uno solo: la tregua total. Hay que exigirles a las Farc que abandonen los asesinatos, las tomas a los municipios, el bloqueo a las carreteras, los secuestros y las extorsiones.

SEMANA: Hay quienes sostienen que usted es de los pocos escépticos que quedan con respecto al proceso de paz.

A.U.V.: Hay que hacer una diferencia entre diálogo y apaciguamiento. El diálogo sin autoridad es apaciguamiento y éste conlleva el riesgo de estimular una espiral criminal. El diálogo, para que sea útil y conduzca a los acuerdos, debe estar acompañado de autoridad.

SEMANA: Hay un sector del liberalismo oficialista que considera que el proceso de paz con las Farc es excluyente y que el gobierno ha dejado por fuera a sus representantes. ¿Usted comparte esta tesis?

A.U.V.: Mientras más universal sea el proceso de paz mucho mejor. Pero lo fundamental es que el proceso corrija dos puntos. Primero, que se exijan como condición para continuarlo hechos de paz de la guerrilla, como la tregua total y la veeduría internacional, y, segundo, que el gobierno no aplace la inversión social acordada con el Fondo Monetario Internacional hasta llegar a un acuerdo con las Farc. Por el contrario, debe acelerarlo cuanto antes.

SEMANA: El presidente de la Dirección Liberal, senador Luis Guillermo Vélez, ha insinuado un acuerdo entre el Partido Conservador y las Farc, una especie de manguala, para amarrar el proceso de paz aun después del actual gobierno. ¿Cuál es su opinión al respecto?

A.U.V.: Las fuerzas institucionales del país no deben coaligarse con ningún actor irregular. Colombia necesita en el futuro gobiernos de origen independiente frente a los actores irregulares para así poder proceder con total independencia frente a ellos.

SEMANA: A propósito del Partido Liberal, es un hecho que atraviesa momentos difíciles. En lo que tiene que ver con la Constituyente todavía no hay acuerdos con todos los sectores del partido. ¿Cuál es su posición al respecto?

A.U.V.: La Constituyente debe cumplir con dos requisitos. El primero es que sea de origen democrático y que se dedique a un debate doctrinario y práctico sobre cómo se debe cambiar la política y sobre cómo este país debe convertirse en un Estado social que permita recuperar la confianza en las instituciones. Y segundo, la Constituyente tiene que pensar que este país no puede seguir con un Congreso que cuesta 290.000 millones de pesos al año, dando un mal ejemplo cuando tenemos desfinanciada la educación y la salud.

SEMANA: Los ex presidentes del partido se dejaron picar la lengua y particularmente dos de ellos —Gaviria y Samper— han hecho saber que no piensan marginarse del acontecer nacional. ¿Usted es partidario del protagonismo de los ex presidentes en la política nacional?

A.U.V.: El país sabe que soy defensor del pluralismo total. Por consiguiente no puedo oponerme a que los ex presidentes ejerzan a plenitud sus derechos políticos.

SEMANA: ¿A usted también lo sorprendió el respaldo público de Carlos Castaño a una eventual candidatura de Noemí Sanín?

A.U.V.: Respeto profundamente a la doctora Noemí Sanín y quiero contribuir a enaltecer el ejercicio de la política con una actitud de mucha firmeza en las ideas y de mucho respeto por las personas.

SEMANA: El país lo conoce como un hombre de carácter y una de las propuestas suyas que más llama la atención es la de la seguridad ciudadana. ¿En qué consiste?

A.U.V.: Es fundamental la construcción de un Estado social en educación, en salud y en inversión social. Colombia debe construir una sociedad tolerante con el pluralismo y la biodiversidad y cero tolerante con el crimen. Es por ello que se necesita una política de seguridad ciudadana con tres elementos: primero, un concepto democrático de seguridad para que no secuestren al empresario ni asesinen al sindicalista; segundo, el Estado colombiano debe crecer en medios; por ejemplo, se necesitan 50.000 soldados y 100.000 policías adicionales; y tercero, en Colombia existe una equivocada distribución de funciones, en la que los mandatarios civiles se apropian del diálogo y abandonan sus responsabilidades con el orden público.

SEMANA: ¿Cuál es su concepto del Plan Colombia, que ha sido tan controvertido?

A.U.V.: En líneas generales lo apoyo pero creo que se necesitan algunas reformas. Para eliminar la droga se necesita una defensa de nuestros recursos ambientales y una estrategia social. Por eso el Plan Colombia tiene que garantizar un subsidio de cinco millones de pesos al año para cada una de las 50.000 familias que están en el negocio de los narcocultivos a fin de que ellas abandonen ese negocio y tengan unos ingresos alternativos. En segundo lugar se necesita una estrategia ecológica para regenerar el bosque húmedo tropical.

SEMANA: Recientemente el columnista de ‘El Espectador’ Alfredo Molano se refirió a usted como un representante de la extrema derecha del país. ¿Qué piensa de ese calificativo?

A.U.V.: Si queremos construir una sociedad ciento por ciento tolerante al pluralismo y cero tolerante al crimen hay que dar ejemplo. Yo debo respetar a mis contradictores así me tergiversen. Pero pienso que más importante que una discusión entre derecha e izquierda es un compromiso social como el que yo tengo para construir un Estado social en educación, en empleo productivo, en seguridad social, en otras palabras, un Estado democrático de libre empresa social y humanista.

SEMANA: En lo que tiene que ver con el tratamiento a los grupos paramilitares la opinión está dividida. Unos, como el Procurador, consideran que se debe dialogar con ellos y otros, como el Fiscal, piensan que eso es un error. ¿Cuál es su opinión?

A.U.V.: Soy partidario en las mismas condiciones que lo he dicho en el caso de la guerrilla. Es decir, que el gobierno les exija una tregua total. La condición previa debe ser que cesen sus asesinatos.

SEMANA: ¿Pero es partidario de reconocerles estatus político?

A.U.V.: La verdad es que en la práctica colombiana es muy difícil distinguir entre el estatus de la guerrilla y el estatus de los paramilitares, así tengan en el significado histórico una connotación diferente. Al final no va a ser posible decir que unos cometen delitos políticos y los otros no.