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El violador de la 26

Con un operativo de película, la Policía capturó a un sospechoso de haber asaltado sexualmente a varias mujeres en la Avenida Eldorado de Bogotá, y luego descubrió que sus víctimas pueden ser más de cincuenta.

9 de julio de 2011

Este hombre convirtió el puente de la calle 26 con avenida 68, en el occidente de Bogotá, en el sitio ideal para asaltar a sus víctimas: mujeres jóvenes y bonitas que estuvieran solas. Su modus operandi era simple, macabro y efectivo. A las siete de la noche, al salir de su trabajo como obrero de la construcción, el hombre se iba al puente y merodeaba por allí, hasta que encontrara a alguna joven que estuviera esperando bus sola. Se le abalanzaba y, tras intimidarla con un cuchillo, la obligaba a esconderse debajo del puente. Allí la violaba y, en muchos casos, le robaba todas sus pertenencias. En enero de este año, varias de las víctimas se animaron a denunciarlo a la Policía. Todas contaron la misma historia e incluso algunas dijeron que el hombre las había dejado totalmente desnudas.

El caso fue asumido por el Grupo de Asalto Sexual, una unidad adscrita a la Sijín de la Policía Metropolitana de Bogotá. Este grupo, creado en 2009 y con entrenamiento estadounidense, es el único de su tipo en el país. Es liderado por una mayor y cuenta con seis investigadores y una fiscal, y aunque es pequeño, ha dado resultados. Antes de su puesta en marcha, las estadísticas evidenciaban que a pesar de que el asalto sexual era un delito frecuente en la capital, escasamente se capturaba a un sospechoso por año.

En los últimos dos años, sin embargo, este grupo ha capturado a cuarenta hombres que considera son responsables de más de 150 violaciones a mujeres. Y en 2011, ya han cogido a ocho más.

Con esta amplia experiencia y las entrevistas detalladas a las víctimas, las investigadoras montaron un operativo de película. Durante varias noches, una agente de Policía se puso de 'carnada' por el puente de la 26. Hace dos semanas, mientras la agente encubierta simulaba esperar un bus, sus compañeros que la vigilaban notaron que un hombre no le quitaba la mirada de encima. Fue la primera sospecha de que podía ser el criminal que tanto habían buscado. Cuando esperaban que el hombre atacara, los policías se sorprendieron porque el hombre cambió de planes y se subió a un bus. Convencidos de que, en efecto, este era el hombre que buscaban, decidieron seguirlo y, varias cuadras más adelante, lo abordaron simulando una requisa rutinaria.

Se llama Jorge Susa, y al verificar sus antecedentes, descubrieron que había estado preso en dos oportunidades por acceso carnal violento. En 1996 fue condenado por violar a siete mujeres. A comienzos de 2003 recobró la libertad y en octubre de ese mismo año nuevamente fue capturado por atacar a nueve mujeres más. En octubre del año pasado, un juez le otorgó libertad provisional.

La fiscal expidió la orden de captura contra Susa y se realizaron cotejos de ADN de algunas de las víctimas con el del hombre. Varias de ellas fueron citadas y lo reconocieron. Lo más sorprendente es que tras un cruce de casos no resueltos de víctimas de violación, la Policía descubrió que este hombre pudo haber violado a cincuenta mujeres más. En una entrevista con un psiquiatra forense, Susa reconoció que ese número de víctimas incluso podría ser mayor.

Si bien para las autoridades, pero especialmente para las víctimas, la captura del más firme sospechoso de ser el violador de la 26 es un descanso, el asunto tiene un lado agridulce. Si lo encuentran culpable, el código contempla una pena para Susa de máximo veinte años de prisión. Sin embargo, al aceptar cargos y al acceder a todas las rebajas contempladas en la ley, Susa, de 39 años, podría quedar nuevamente en libertad antes de siete años, como ocurrió en las dos oportunidades que ya había sido condenado.