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EL VOTO DE TIROFIJO

SEMANA revela cómo fueron los acercamientos de Pastrana con las Farc y por qué éstas terminaron avalando su propuesta de paz.

27 de julio de 1998

Pasada la medianoche del pasado 15 de junio, cuando Víctor G. Ricardo, asesor de la campaña de Andrés Pastrana, regresaba a Bogotá después de su encuentro con Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, comandante de las Farc, se llevó el susto de su vida. El viejo campero en el que lo movilizaban varios guerrilleros fue a parar al fondo de un caudaloso río en plena selva. Los ocupantes del vehículo estuvieron al borde de ahogarse y Ricardo debió salir apresuradamente por una de las ventanas del automotor. Pero su susto no fue tanto por el accidente sino porque estuvo a punto de perder el pequeño tesoro que llevaba en uno de los bolsillos de su pantalón. Se trataba de un rollo fotográfico que había sido tomado pocas horas antes. Las fotografías eran la única prueba que tenía el emisario pastranista para que le creyeran, primero, que había estado reunido con los jefes guerrilleros; segundo, que las Farc descalificaban la propuesta de paz de Horacio Serpa pero estaban dispuestas a sentarse en una mesa de negociación con Andrés Pastrana, y tercero, que Tirofijo terminaba haciéndole propaganda a Andrés porque el viejo jefe guerrillero había decidido posar para la foto con el reloj emblema de la campaña pastranista.¿Pero cómo fue que Víctor G. Ricardo terminó sentado a manteles con los máximos jefes de las Farc hablando de paz? Todo comenzó el 8 de junio después del discurso de Andrés Pastrana en el Hotel Tequendama. Cuando anunció su propuesta de paz dos jóvenes que se encontraban entre los asistentes abordaron a Víctor G. Ricardo y le pidieron una copia. Antes de irse le manifestaron que muy pronto tendría noticias de ellos. Cinco días después Ricardo fue abordado por los dos jóvenes en un municipio de Cundinamarca donde se desarrollaba una manifestación política, quienes le pidieron que los acompañara para realizar una gestión que definieron como humanitaria. Fuentes consultadas por SEMANA aseguraron que Ricardo estaba convencido de que la invitación de los desconocidos era para entregarle pruebas de supervivencia de los 60 soldados secuestrados. Antes de partir los dos hombres le dijeron que la diligencia no tardaría más de tres horas. Sin embargo, el viaje duró 26 horas. Ricardo fue transbordado en tres oportunidades y en la madrugada del15 de junio llegó a una vieja casona en plena selva, rodeada por unos 300 hombres fuertemente armados. Allí permaneció por espacio de media hora, hasta que llegó un hombre alto, fornido, pasado de kilos y con bigote a la mexicana. "Yo soy el Mono Jojoy", le dijo el hombre a Ricardo, quien sólo en ese momento se dio cuenta de que la reunión a la que había sido invitado no era una gestión humanitaria. El emisario de Pastrana estaba ante el jefe militar de las Farc, uno de los hombres más buscados del país. Tres minutos después hizo su ingreso Manuel Marulanda, quien llevaba debajo del brazo el documento que contenía la propuesta de paz de Pastrana.

El viaje
Durante las siguientes cinco horas Tirofijo, el 'Mono Jojoy' y Víctor G. Ricardo botaron corriente sobre el tema de la paz. De entrada los jefes guerrilleros le dejaron en claro dos cosas: que no discutirían el problema de los soldados retenidos, puesto que Ricardo no era vocero oficial del gobierno. Y segundo, que el encuentro no significaba que las Farc apoyaban la campaña de Pastrana. En medio de los análisis sobre la situación del país el visitante les dijo a sus interlocutores que él no sabía qué estaba haciendo ahí si era conocido que las Farc se identificaban con Horacio Serpa en los asuntos relacionados con la paz. Y mucho más cuando el gobierno de Samper había aceptado despejar un municipio para iniciar los acercamientos con esa organización. Tirofijo lo interrumpió y le aclaró que eso no era cierto porque Serpa llevaba 12 años hablando de paz y no se había llegado a ningún lado. "Los representantes de Samper se van a quedar esperándonos en ese lugar porque nosotros no vamos a ir", le dijo el comandante de las Farc a Ricardo. Cuando estaba a punto de terminar la reunión Víctor G. Ricardo se despojó de su reloj, que tenía el emblema de la campaña pastranista, se dirigió hacia Tirofijo y le dijo: "Señor Marulanda, le quiero regalar este reloj. Mírelo bien. Tiene un gran significado. Guárdelo en sus manos porque este reloj marcará la hora de la paz". El jefe guerrillero no ocultó su sorpresa y rechazó el regalo. Ricardo insistió y optó por colocar él mismo el reloj en la muñeca de la mano izquierda de Tirofijo. Este lo aceptó. Víctor G. Ricardo, que es un viejo zorro de la política, se dio cuenta de que ese papayazo no lo podía perder y le pidió al 'Mono Jojoy' y a Tirofijo que se tomaran una foto los tres, para que no quedaran dudas de que la reunión se había llevado a cabo y más aún cuando las propuestas de paz, tanto de Serpa como de Pastrana, eran objeto de duro escrutinio en la opinión. Aun cuando los jefes de las Farc se negaron inicialmente al pedido, Ricardo los volvió a convencer y por eso terminaron fotografiados por una guerrillera. Por esa razón el susto de Víctor G. Ricardo cuando el campero que lo traía de regreso cayó al río no fue tanto porque pudiera ahogarse sino porque se hubiera perdido el rollo fotográfico. Finalmente las fotos se salvaron porque la película fue sometida a un proceso especial de revelado. A su regreso a Bogotá Víctor G. Ricardo se reunió con Andrés Pastrana y le dio a conocer un mensaje de las Farc que contenía cuatro puntos: primero, que las Farc estaban en disposición de reunirse con el hoy Presidente electo; segundo, que debía iniciarse con rapidez el proceso de negociación; tercero, que para comenzar los acercamientos era indispensable el despeje de cinco municipios, y cuarto, el marginamiento de los grupos paramilitares del proceso de negociación con la guerrilla. Después de la reunión de Ricardo con los jefes de las Farc, en el ambiente quedó la sensación de que todavía quedaban algunos cabos sueltos. El principal de ellos es el relacionado con la manera como las Farc terminaron aceptando reunirse con un emisario de la campaña pastranista. SEMANA consultó numerosas fuentes para armar el rompecabezas del famoso encuentro entre Víctor G. Ricardo y la cúpula de las Farc, que a la postre terminó dándole un espaldarazo a Pastrana y desautorizando a Serpa como abanderado de la paz .Los protagonistas de esta historia son varios y cada uno de ellos jugó un papel estelar. De un lado están Augusto Ramírez Ocampo, Rafael Pardo Rueda, Víctor G. Ricardo y Jesús Antonio Bejarano, quienes fueron los encargados de elaborar la propuesta final de paz presentada el 8 de junio por el candidato presidencial en el Hotel Tequendama. El plan de paz de Andrés Pastrana coincidía en casi todo con la propuesta de Horacio Serpa. Ambos estaban de acuerdo en que era necesario el despeje de algunas zonas, en liderar el proceso en forma personal, en buscar la participación internacional, en buscar ayuda económica internacional para recuperar las zonas en conflicto y en apoyar reformas constitucionales para corroborar los acuerdos. Hasta ese momento Serpa le llevaba una buena ventaja a Pastrana pues había logrado posicionarse como el candidato de la paz.

Aparece Leyva
Pero sin lugar a dudas quien logró que las Farc le pusieran bolas a la propuesta de paz de Pastrana fue Alvaro Leyva Durán. Hoy por hoy este hombre, quien fue ministro de Minas en el gobierno de Betancur, que participó en los diálogos de paz que sostuvo esa administración con el M-19 y que actualmente es miembro de la Comisión Nacional de Conciliación, es el único colombiano que tiene línea directa con el secretariado de las Farc. Quienes están metidos de cabeza en el tema de la paz saben de sobra que Leyva es el dueño del micrófono cuando se trata de hablar con esa organización insurgente. Esa cercanía de Leyva con las Farc fue definitiva para que se llevara a cabo el encuentro entre Víctor G. Ricardo con Tirofijo y el 'Mono Jojoy'. De acuerdo con las fuentes consultadas por SEMANA, Leyva sostuvo varias conversaciones con los jefes de las Farc durante las cuales les insistió en que la propuesta de paz de Pastrana era mucho más viable que la de Serpa y les pidió que la estudiaran. Después de haberlos convencido de analizar la iniciativa, Leyva les pidió que se reunieran con un vocero de la campaña pastranista para conocer más de cerca los planteamientos del candidato. Esto explica porqué el 8 de junio Víctor G. Ricardo fue abordado en el Hotel Tequendama por dos hombres que le pidieron una copia de la propuesta de paz y cinco días después se lo llevaron para el monte. ¿Por qué el pantallazo del encuentro con las Farc se lo llevó Víctor G. Ricardo y no Leyva? Por la sencilla razón de que en la actualidad Leyva está vinculado por la Fiscalía al proceso 8.000 por el presunto delito de enriquecimiento ilícito. Al parecer desde las empresas de fachada del cartel de Cali habrían sido girados siete cheques, uno de ellos por 49 millones de pesos, que habrían terminado en una cuenta bancaria del político conservador. Leyva está a la espera de que el ente acusador le defina su situación jurídica después de haber rendido indagatoria el pasado 28 de mayo. Con este antecedente y pese a que Leyva es un reconocido abanderado de la paz, el Presidente electo no podía darse el lujo de afrontar un escándalo relacionado con el proceso 8.000 una semana después de haber sido elegido. Es por esto que Leyva no ha aparecido por ningún lado ni se le ha dado ningún tipo de protagonismo en la valiosa gestión que realizó y que fue definitiva para que las Farc se acercaran a Pastrana. Si logra superar su problema con la justicia, sin duda alguna Leyva será una de las cartas claves para salvar los obstáculos que se vayan presentando en un eventual proceso de paz, que desde ya se vislumbra como largo y desgastador.

¿Por que Andres?
Otra de las preguntas que han quedado flotando en el aire es la de por qué razón las Farc terminaron avalando la propuesta de paz de Pastrana, rompiendo de esta manera una tradición de 30 años en los cuales ese grupo alzado en armas en lugar de simpatizar con las propuestas de un candidato presidencial, siempre tuvo como común denominador el de irse lanza en ristre contra sus iniciativas. Muchos han dicho que el comportamiento de las Farc se convirtió en una jugada política que terminó por darle un espaldarazo a Pastrana y de paso un golpe certero a Serpa, quien se había proyectado como el abanderado de la paz. Para quienes conocen de cerca el tema de la paz y la idiosincrasia de las Farc, el motivo principal por el cual esa organización insurgente terminó apoyando la propuesta de Pastrana tiene que ver con el futuro incierto que veían en Horacio Serpa para adelantar un proceso, pues a lo largo de estos cuatro años fueron muchas las señales equívocas que dio el gobierno, del cual el candidato liberal fue miembro prominente. Al secretariado de las Farc no le gustó para nada que el presidente Ernesto Samper hubiera anunciado el despeje de un municipio para empezar las negociaciones pocos días antes de la segunda vuelta presidencial. Esto fue interpretado como un gesto político en favor de Serpa y no de la paz, pues la propuesta de despeje de cinco localidades fue planteada sistemáticamente a lo largo de estos dos últimos años, sin que el gobierno se pronunciara al respecto. Para las Farc fue definitivo que el candidato de la Alianza por el Cambio se comprometiera desde el primer momento al despeje de cinco municipios sin contraprestación alguna y a no mezclar las negociaciones con la guerrilla y los paramilitares.

Un proceso complejo
Si bien la incipiente relación entre el nuevo gobierno y las Farc parece estar viviendo una luna de miel, transcurrida la primera semana desde la elección presidencial quedó en claro que las cosas no van a ser nada fáciles. Por lo pronto la publicitada reunión entre Andrés Pastrana y Tirofijo, que había sido anunciada para el miércoles de la semana pasada, quedó en veremos. El primer obstáculo ya lo pusieron las propias Farc cuando su vocero internacional, Marcos Calarcá, anunció desde México que la reunión solo podrá llevarse a cabo cuando se produzca el despeje de los cinco municipios, es decir, después del 7 de agosto, cuando Pastrana llegue a la Casa de Nariño y pueda dar órdenes. En el terreno político al nuevo Presidente, desde muchos sectores, ya le empiezan a pasar la primera cuenta de cobro porque se considera un error el haberse apresurado a confirmar la cita con Tirofijo una vez elegido como Presidente. La comunidad internacional no entendería cómo un Presidente puede reunirse de manera clandestina con el guerrillero más viejo de América sólo para salir en una foto protocolaria. Despejar casi medio país para un simple acercamiento entre el Presidente y el líder de las Farc implicaría un enorme desgaste para Andrés Pastrana. Claramente sería interpretado como un triunfo de Tirofijo, pues habría logrado por primera vez en la historia de la insurgencia en Colombia que un jefe de Estado fuera al monte a dialogar con él. La única justificación de esa reunión sería que en ese encuentro con Tirofijo el Presidente lograra por lo menos que las Farc, como gesto de buena voluntad, le entregaran a los casi 70 militares y policías que tienen en su poder. Hay quienes creen que la primera cita se frustró cuando se hizo evidente que no habría liberación inmediata. Las Farc consideran que los retenidos son una carta de negociación clave como para jugársela antes de empezar el proceso.
El aplazamiento de la cumbre Pastrana -Tirofijo es el primer indicio de lo complejo que va a ser el proceso. Pasada la euforia electoral comienza el forcejeo entre las dos partes. Ha sido tradicional en Colombia que antes de sentarse a la mesa de negociación tanto la guerrilla como el gobierno quieran mostrar su poder. Aun con todo lo difícil que será la negociación hay un hecho positivo que no se puede desconocer: es la primera vez que un Presidente de la República va a negociar directamente con los alzados en armas.