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¿Qué va a hacer la oposición?

Tras fracasar en su intento de sacar a Juan Manuel Santos de la Casa de Nariño, la oposición del expresidente Álvaro Uribe pasará del Twitter al Senado.

16 de junio de 2014

Por dos años Álvaro Uribe, el político más popular de la historia reciente de Colombia, se puso como meta impedir la reelección de su inmediato sucesor y heredero Juan Manuel Santos. Convirtió su cuenta en la red social Twitter en una plataforma antigobiernista con sus más de 3 millones de seguidores; se inventó el partido Centro Democrático, principal bloque opositor en el nuevo Congreso con él mismo a la cabeza y con su respaldo llevó a Óscar Iván Zuluaga a pocos puntos porcentuales de la Casa de Nariño. 

Más que vencer al candidato uribista, Santos derrotó a su mentor- transformado en su Némesis por más de la mitad de su primer periodo. La principal razón por la que la campaña reeleccionista no derivó en un cómodo ejercicio, como en el resto de experiencias latinoamericanas recientes, fue la férrea oposición de Uribe. El expresidente también fue responsable de exponer  y explotar las falencias del mandatario en una de las contiendas electorales más intensas, judicializadas y agresivas de la historia reciente. La debilidad relativa con que Santos comenzará su segundo mandato en comparación con el primero se debe casi en su totalidad a los ataques de Uribe y sus seguidores. 

Solo una figura política como Álvaro Uribe habría podido montar una ‘guerra’ tan larga, sostenida y con la capacidad de penetrar tanto dentro del electorado. Con una alta popularidad que no bajó del 50 por ciento durante este gobierno,  el exmandatario destinó su abultado capital político para desbancar a Santos. El lanzamiento de una mesa de diálogos con las Farc constituyó tanto el más sonoro grito de independencia del actual presidente con su popular antecesor como el ‘caballito’ de batalla que este usó para amenazar la reelección santista.   

Pero, a pesar de ese apoyo que más de la mitad de los colombianos le expresan en las encuestas y de haber convertido las elecciones de 2014 en  un referendo sobre su regreso al poder, Uribe fracasó. Una mayoría de los votantes prefirió darle una segunda oportunidad de cuatro años a Juan Manuel Santos para consolidar la paz que retornar al modelo de la seguridad democrática. Aunque mucho menor que el recibido hace cuatro años, el presidente reelecto goza de un mandato suficiente, de la  confianza ciudadana y del respaldo de las fuerzas verdes y de izquierda para darle un aire al proceso de paz con las Farc e impulsar el del ELN.  Santos resistió el embate más fuerte que cualquier político podría haber enfrentado: el del líder más popular e influyente de los últimos tiempos.

¿Garantizará esta victoria del presidente Santos el fin de la oposición uribista? La derrota de Óscar Iván Zuluaga en la segunda vuelta significa para Uribe la pérdida de la batalla más importante pero no de la guerra. Si bien el premio mayor de la Presidencia de la República se les escapó, el balance electoral para el Centro Democrático no es deleznable. Tres razones invitan a pensar que el uribismo no seguirá el camino del Partido Verde que también quedó de segundo en 2010: sus resultados legislativos que incluyen el escaño del propio Uribe y la proximidad de las elecciones regionales en octubre de 2015.  En otras palabras, votos, agenda y regiones. 

La máquina opositora que el uribismo desplegó en estos comicios ha sido la más exitosa de las últimas décadas: ganó en las elecciones legislativas del pasado 9 de marzo una bancada de 20 senadores y 12 representantes a la Cámara. En su primera cita con las urnas, los uribistas desplazaron al Polo Democrático como mayor bloque contradictor a las mayorías del presidente Santos. 

El Congreso de la República será el primer escenario donde el Centro Democrático mostrará a los colombianos qué tipo de oposición política ejercerá contra la agenda gobiernista. Las expectativas acerca del desempeño y comportamiento del expresidente Uribe en su nuevo papel de senador y líder de bancada son muy altas. Desde ya los contradictores del exmandatario con curules parlamentarias anuncian debates contra él y esperan debatirle y controvertirlo. El estilo de senador que el expresidente opte por desplegar en la primera legislatura del segundo mandato de Santos marcará la pauta para el resto de su bancada y los otros espacios donde el uribismo enfrente al gobierno. 

La bancada uribista, liderada por el exmandatario y senador a partir del próximo 20 de julio, será también la encargada de mantener viva la agenda que llevó a Zuluaga tan cerca de la Casa de Nariño. Las elecciones que acaban de culminar reflejaron una sociedad dividida en dos grandes coaliciones: una de derecha con el Centro Democrático, los conservadores y los cristianos y otra de centro e izquierda con los partidos de la Unidad Nacional, el Polo y los verdes. Aunque naturalmente habrá temas donde los alineamientos sean diferentes, en la agenda asociada a paz y seguridad,  clave para el gobierno, la dirigencia política gravitará en torno a esos dos ejes.     

El uribismo, y los conservadores que se mantengan cerca de él, cuentan también con un mandato de las urnas para defender sus posturas. Si algo demostró esta contienda electoral es la existencia de un bloque amplio del electorado, alrededor del 40 por ciento, receptivo y cercano a las críticas contra el proceso de paz con las guerrillas y que rechaza la gestión del presidente Santos. Mientras la nueva oposición de derecha buscará profundizar esa agenda opositora, a la Casa de Nariño le corresponde ajustar sus mensajes y estilo de gobierno a un escenario menos cómodo que el del primer periodo. 

Por último están las próximas elecciones regionales en octubre de 2015. Otro legado de los comicios de este año es la división marcada entre Santos y Zuluaga en las distintas zonas del territorio nacional. Mientras el uribismo es mayoría en Antioquia, eje cafetero y región andina, el santismo es imbatible en las costas Caribe y Pacífica. El Centro Democrático asimismo es una fuerza competitiva en Bogotá. Como principal líder opositor Álvaro Uribe tendrá en pocos meses que empezar a diseñar la estrategia de su partido para traducir esos votos a Zuluaga y a su lista en 2014 en gobernaciones, alcaldías y escaños en menos de año y medio. 

Para un país acostumbrado a tener una oposición minoritaria de izquierda representada en el Polo, la llegada al escenario político de los uribistas marcará diferencias. El expresidente Uribe enfrenta varios retos: galvanizar un bloque parlamentario obstruccionista al estilo Partido del Té en Estados Unidos, mantener vivas las críticas a Santos y a la paz y preparar las campañas regionales de 2015.