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| Foto: Reuters / Alberto Lopera

GUERRILLA

La poca voluntad del ELN para lograr la paz

Con decenas de asesinatos, desplazamiento forzado, extorsiones y ataques esa guerrilla deja en evidencia su poco interés en un eventual proceso.

6 de agosto de 2016

El lunes primero de agosto el excomandante del ELN Carlos Velandia, conocido como Felipe Torres, quedó en libertad tras permanecer un mes detenido. Gracias a un decreto presidencial que lo nombró gestor de paz, el exguerrillero salió de la cárcel para colaborar con el gobierno en buscar estrategias que permitan avanzar en firme en los diálogos con el ELN. Labor que desarrollará con otro exintegrante de ese grupo, Gerardo Bermúdez, alias Francisco Galán, quien también recibió esa designación. Su trabajo no será nada fácil. Las acciones que viene desarrollando esa guerrilla durante los últimos meses en diferentes lugares del país demuestran que esa organización subversiva tiene muy poca voluntad real de adelantar un proceso de paz serio.

El pasado 30 de marzo, delegados del gobierno nacional y la cúpula del ELN anunciaron en Caracas el inicio de la fase pública de las negociaciones. Ese pronunciamiento estuvo precedido por una violenta oleada de los elenos especialmente en Arauca. Según la bitácora de Observación y Solidaridad con Arauca de Pastoral Social, tan solo en el periodo comprendido entre el 19 de febrero y el 17 de marzo en ese departamento se cometieron 21 homicidios, nueve hombres resultaron víctimas de campos minados, 11 ciudadanos fueron amenazados, y en municipios como Fortul, Tame, Saravena, entre otros, se registraron 27 acciones bélicas.

Aunque ese reporte no identificaba responsables ni a la mayoría de las víctimas, las autoridades locales y la Fiscalía especifican que una parte de los asesinados fueron acusados de ser integrantes de redes de milicias de las Farc. En ese cruce de balas también han caído ciudadanos que murieron simplemente por ser señalados de pertenecer a alguna banda. Para las autoridades y la comunidad está claro que hombres de las estructuras del ELN en esa región cometieron esos crímenes. Se trata de muertes gota a gota que rara vez alcanzan los titulares.

El anuncio del inicio de las conversaciones hace cuatro meses llegó con la esperanza que la ofensiva de los elenos disminuyera. Pero no fue así. Entre abril y finales de julio pasado tan solo en Arauca el ELN ha realizado 44 ataques en diferentes municipios. Estos abarcan la voladura del oleoducto, dañado en 14 oportunidades, quema de camiones, ataque a estaciones de Policía y bases militares y detonación de granadas y artefactos explosivos contra establecimientos comerciales. Francotiradores y milicianos asesinaron cerca de diez miembros de la fuerza pública mediante el llamado plan pistola. Y también ejecutaron 18 civiles en los últimos cuatro meses, según los reportes de Fiscalía y Defensoría del Pueblo.

Si bien Arauca es la región más golpeada por la ofensiva del ELN, esta se ha extendido a otras regiones como Norte de Santander, Cauca, Nariño y Chocó. En este último departamento, el miércoles de la semana pasada, la llegada de un grupo de elenos desplazó a 176 personas de un corregimiento cerca del municipio de Lloró. En los otros se han registrado más de 20 asesinatos entre civiles y miembros de la fuerza pública.

Las autoridades también atribuyen al ELN una campaña de extorsiones masivas a comerciantes y transportadores y al menos una docena de secuestros recientes, entre ellos el del excongresista chocoano Odín Sánchez, que en abril pasado se canjeó por su hermano Patrocinio, por cuya liberación esa guerrilla pide 3.000 millones de pesos.

Si bien con esa oleada de asesinatos y ataques esa guerrilla puede pretender mostrar un supuesto poder con el fin de fortalecer su posición en la mesa de diálogo con el gobierno, la realidad es muy distinta. Con estas acciones solo están dejando en claro ante la opinión pública que realmente no tienen ninguna voluntad real de paz.