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“Jwisinkakv”, que significa “lugar de diálogo entre el gobierno Iku y los gobiernos del mundo”. | Foto: Archivo particular

POLÍTICA

La embajada ‘Arhuaca’ en Bogotá

El tradicional pueblo indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta abrió en el barrio Galán un lugar para tener mayor presencia en las decisiones nacionales. Aseguran que es un acto de paz.

28 de julio de 2016

Por estos días, más de 20 indígenas de la comunidad arhuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta llegaron al barrio Galán en Bogotá. Los vecinos se sorprendieron de ver a los mamos vestidos de blanco y mambeando coca en ese tradicional sector capitalino. Pocos sabían el motivo de esa peregrinación. Desde hace varios meses, esa comunidad indígena trabaja en un proyecto para tener mayor incidencia en las decisiones nacionales. Por eso, decidieron abrir lo que ellos denominan su “embajada” en la capital del país.

“Jwisinkakv”, que significa “lugar de diálogo entre el gobierno Iku y los gobiernos del mundo”, fue el nombre que recibió el sitio, durante los ritos a través de los cuales esta comunidad les presentó a los espíritus de la Sierra Nevada su nueva adquisición.

Si bien la compra fue realizada hace más de un año, era necesario “presentarles también a los entes espirituales de la Sierra este espacio”, explica Norey Maku, uno de los indígenas. Con esta, ya son tres sedes de las que este pueblo dispone (sumada a las de Valledupar y Santa Marta).

La razón de tener un espacio en Bogotá es poder “hablar con el gobierno central y los colombianos sin necesidad de viajar”, comenta Norey. Adicionalmente, la adquisición del lugar por parte de la Confederación Indígena Tayrona –organización indígena nacional– hace parte de una estrategia política y de visibilización del pueblo arhuaco y sus intereses. De igual manera, busca posicionar la misma organización y darla a conocer.

La idea es que a este lugar puedan llegar a hospedarse las personas que vienen a gestionar temas de la organización o los intereses del pueblo. Buscan que sea un sitio de encuentro, reuniones, discusión con las personas del Gobierno y las interesadas en apoyar los temas de la Sierra. Así, la “embajada” no solamente contará con oficinas para el desarrollo del trabajo de la comunidad en la ciudad, sino que, además, tendrá múltiples habitaciones.



La casa en el barrio Galán tiene tres pisos. Sus paredes en el interior están pintadas de blanco, el mismo color de la nieve que sobrevive en la Sierra. Su techo, de marquesina, permite que entre la luz del sol a toda la vivienda. El primer piso será habilitado para que los indígenas lleven a cabo sus actividades laborales. El segundo piso cuenta con cocina integral y en este y el tercero se encontrarán los dormitorios. Por último, en lo más alto de la edificación, hay una amplia terraza.

“Aquí estamos y aquí nos quedamos”, dice Ricardo Niño, miembro de la comunidad, mientras sonríe. A partir de ahora, el Distrito Capital contará con la presencia permanente del pueblo Iku, cuyos compromisos, diálogos y todas las demás tareas que lleve a cabo serán con el fin de defender su cultura. “Que el pueblo decida tener una embajada aquí es un hecho político y simbólico. Esto es un hecho de paz”, afirma Norey Maku.

*Por María Paula Castro