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Olga Amparo Sánchez ha sido una militante activa en la defensa de los derechos de la mujer.

INFANCIA Y GÉNERO

“En Colombia, aún siguen viendo a la mujer sólo como madre y reproductora”

Olga Amparo Sánchez, fundadora de la Casa de la Mujer, hace su propio diagnóstico sobre los aportes que trajo la Carta del 91 en el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Dice que de los postulados a la práctica hay mucha distancia.

24 de junio de 2011

La Constitución de 1991 pretendió erradicar con la visión androcentrista (centrada en el hombre) de la sociedad, que traíamos de la antigua Carta Política de 1886. Hasta la promulgación de la nueva carta, la mujer colombiana se tenía que subordinar como persona a instituciones “superiores” como la familia y el matrimonio católico, que le restringió su lugar a lo doméstico. Desde el punto de vista biológico estaba destinada a ser reproductora; desde la perspectiva económica, a ser ama de casa; su papel social estaba limitado a ser esposa.

¿Cuáles fueron los avances en el reconocimiento de los derechos de la mujer y la igualdad de géneros que trajo la Constitución de 1991? ¿Qué falta aún para que las mujeres logren mayores niveles de desarrollo personal y social? Para responder a esas inquietudes, el abogado y periodista Gabriel Bustamante entrevistó a la líder feminista y fundadora de la Casa de la Mujer, Olga Amparo Sánchez.

Gabriel Bustamante Peña: Antes de la Constitución de 1991, las mujeres ya habían empezado un proceso de reconocimiento de derechos ¿Cómo influyó esta dinámica y qué papel jugó el movimiento feminista en la construcción de la nueva Carta Política?

Olga Amparo Sánchez: Antes de la Constitución del 91 logramos, en nuestra lucha, el derecho a administrar nuestros bienes, al voto, a la educación; conseguimos la separación legal y mermamos las formas de discriminación. Los grupos feministas, desde los años 70, ya venían habían ambientado y preparando el país para un cambio cultural en la forma de ver y tratar a la mujer, con consignas como: “mi cuerpo es mío”. Por eso, cuando el presidente Barco creó las condiciones para el proceso constituyente, 17 grupos de mujeres participamos activamente elaborando propuestas a cerca de la necesidad de un Estado laico; de establecer derechos para las diferentes formas de familia, no sólo la católica; hasta hicimos un proyecto de preámbulo nuevo, más democrático e incluyente con la mujer.

G.B.P.: Pero, este proceso no es muy conocido, y cuando se habla de la nueva Constitución se le atribuye tan sólo al movimiento de la séptima papeleta…

O.A.S.:
Sí, y al presidente Gaviria, pero fue Barco quién abrió la posibilidad de cambiar el régimen constitucional, en medio de una crisis institucional sin precedentes. El presidente Barco fue el gran impulsor de la Constitución de 1991, él abrió mesas de discusión a las invitó a diversos sectores, y ahí fue donde el movimiento feminista retomó con fuerza la agenda de reivindicaciones que venía trabajando años atrás. Se conformó el grupo “Mujeres por la Constituyente”, que, inspirado por las reformas a favor de la mujer, de la Constitución española de 1978, y de la reforma constitucional brasilera, propuso cambios profundos al conjunto del Estado colombiano.

GBP: ¿Cuáles fueron las principales propuestas realizadas por el grupo de mujeres?

O.A.S.:
Nosotras pedimos básicamente cuatro pilares fundamentales: El primero, la instauración de un Estado laico, ya que la Iglesia católica cogobernaba, y aún sigue influyendo demasiado en las decisiones políticas de Colombia, y esto es contraproducente porque históricamente la Iglesia a jugado un papel funesto para nuestros derechos como mujeres, en la salud sexual y reproductiva, en la discriminación de las familias, en nuestra autodeterminación. Segundo, la no discriminación y la igualdad real para las mujeres, por eso pedimos la construcción gramatical de la Constitución con un lenguaje inclusivo, que finalmente no ganamos. Tercero, solicitamos la libre opción de la maternidad, mejor dicho, el derecho al aborto, a lo que la Iglesia se opuso rotundamente. Y cuarto, que se incluyera la protección efectiva a través de reconocer la violencia contra las mujeres, que finalmente se desarrolló tímidamente como violencia intrafamiliar.

G.B.P.: Y ¿cómo influyó este movimiento en las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente y, posteriormente, en la discusión de la Constitución misma?

O.A.S.:
Bueno, nosotras con la elección de la Constituyente nos empoderamos a través de una lista de mujeres, bajo el lema: “Mujer vota por mujer”. Lastimosamente no logramos llegar con candidata propia, pero fue una experiencia muy interesante. Luego, tuvimos varios interlocutores como Aida Abello, Eduardo Verano de la Rosa, Humberto De la Calle Lombana y Horacio Serpa. María Teresa Garcés nos apoyó en algo, pero se opuso a otras propuestas, como la del lenguaje inclusivo; y María Mercedes Carranza tenía la posición de que las mujeres no éramos discriminadas.

GBP: Para usted, ¿cuáles fueron los principales logros del movimiento feminista en la Constitución de 1991?

O.A.S.:
La estipulación de que Colombia es un Estado laico, pluriétnico y multicultural; el derecho a la igualdad y la no discriminación de la mujer; el reconocimiento primordial que se da a los derechos humanos; el haber avanzado de la separación al divorcio; el reconocimiento de la unión libre como forma de familia y en igualdad de derechos, y la creación de la tutela, como herramienta fundamental de protección de los derechos.

G.B.P.: Si la Constitución reconoció la igualdad de la mujer y la libre autodeterminación, ¿por qué en Colombia se armó una polémica cuando la Corte despenalizó el aborto en los tres casos especiales?

O.A.S.:
Porque en Colombia aún sigue viendo a la mujer sólo como madre y reproductora, y no como un ser humano con igualdad de condiciones y derechos. La Corte Constitucional es, sin lugar a dudas, la institución más progresista, pero aun así produce fallos con sesgos patriarcales. Sin embargo, la sentencia sobre la despenalización del aborto, aunque limitada, logró que este debate se volviera público y saliera de las condenas irracionales de la Iglesia.

G.B.P.: ¿Cómo cambió la realidad de las mujeres en Colombia, después de promulgada la Constitución de 1991?

O.A.S.:
Hay desarrollos importantes como la ley de cuotas para la participación política, la tipificación de la violencia sexual contra la mujer, las nuevas condiciones que trajo la unión libre, y el Estado laico. Pero, tenemos aún situaciones bastante deplorables, en cuanto a pobreza y discriminación. El desempleo se agrava entre las mujeres jóvenes. Continúan la segmentación de la educación; la falta de representación política, donde hay pocas mujeres en los cargos de elección popular, y las que hay, no tienen una agenda como mujer; la violencia sexual a pesar de la existencia de leyes que la castigan, por la impunidad reinante en esta materia, y además, esta el tema del conflicto armado, donde las mujeres son las más impactadas y vulnerables por la violencia.

G.B.P.: Por último, a 20 años de expedida la Constitución, ¿cuál es su balance sobre los avances y los vacíos?

O.A.S.:
Destacaría que la Constitución se convirtió en una herramienta muy útil para luchar por los derechos, es un reconocimiento importante a la igualdad de las mujeres y hace parte del acumulado histórico que las organizaciones feministas venimos construyendo con nuestras luchas. Y el gran vacío es la distancia enorme que existe entre los postulados de la Carta, y la terrible situación material de las mujeres en Colombia.