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EN EL OJO DE LA TORMENTA

La familia Ospina Baraya ha sido simultáneamente protagonista y víctima del huracán de la violencia en Colombia.

12 de abril de 1993

LA VOZ DE MARIANO OSPINA HERNANDEZ impresionó a todos a quienes lo oyeron. El miércoles de la semana pasada en los programas radiales de la mañana el hijo mayor del ex presidente Ospina Pérez intentó convencer a los radioescuchas de que no tenía ningún hijo secuestrado y que su familia nada tenía que ver con el narcotráfico. La noche anterior el noticiero QAP había soltado la chiva de la semana. Según el informativo, un nieto del ex presidente, también de nombre Mariano, había sido secuestrado por Pablo Escobar. El secuestro tenía por objeto intimidar a su hermano Rodolfo, quien habría colaborado con la Fiscalía General de la Nación y la DEA formulando acusaciones contra el jefe del cartel de Medellín vinculándolo a múltiples delitos incluyendo el asesinato de Luis Carlos Galán. El noticiero QAP afirmaba, además, que Escobar estaba presionando a Ospina para que le escriturara unas tierras. Como si todo esto fuera poco, se reveló que las autoridades habían incautado 250 mil dólares enviados por él desde Estados Unidos y que estarían destinados a la finan ciación del grupo los Pepes.
Con voz temblorosa, Mariano Ospina Hernández habló con Darío Arizmendi y con Juan Gossaín desde el exterior para tratar de desvirtuar la información del noticiero. Muchos le creyeron, pues el dolor que reflejaba era real. Sin embargo, esa noche el mismo noticiero se reafirmó en todas sus informaciones, aceptando como único error que había una confusión de nombres: el hijo se cuestrado no se llamaba Mariano sino Lisandro.
Inmediatamente el tema de los Ospina Baraya monopolizó la aten ción del país durante el resto de la semana. De todo se dijo. Que Rodolfo era uno de los cabecillas dc los Pepes. Que había peleado a muerte con Pablo Escobar. Que se había salvado de la masacre de La Catedral. Que se encontraba en Alemania, etc., etc.
¿Qué era verdad y qué era mentira? Sin duda alguna si bien ciertos elementos podrían ser veraces, también había desinformación.
Para comenzar, los 250 mil dólares incautados por las autoridades resultaron no ser suyos. Al cierre de esta edición la propia Fiscalía General de la Nación lo confirmaba para disipar este malentendido. También parecía ser exagerada la versión de que había sobrevivido a la masacre de La Catedral. Ospina Baraya ha bía sido amigo de Pablo Escobar, había peleado con él a muerte por motivo de diferencias de negocios y se encontraban en una medio tregua en los momentos de los eventos de la cárcel de Envigado.
El punto álgido de sus relaciones con Escobar tuvo lugar en junio 20 de 1987 en un bochornoso episodio en Guaymaral, en las cercanías del municipio de Chía. Ese día la familia estaba ente rrando a uno de los hijos del doctor Ospina Pérez y doña Berta, Gonzalo, quien había fallecido por una embolia. Era el menor de los hijos hombres del ex presidente conservador y los Ospina concurrían a una misa en su finca de San Pedro. Después de la ceremonia todos se habían ido caminando desde la iglesia hasta la carretera principal donde habían entrado a almorzar a un restau rante llamado el Aero-burger.
A la salida se encontraron con dos vehículos llenos de hombres, quienes descendieron y comenzaron a disparar ráfagas de ametralladora. La primera en la línea de fuego era doña Berta, quien estaba cogida de gancho de su hijo Fernando. Unos metros detrás de ellos estaban varios nietos y biznietos del doctor Ospina Pérez.
Fernando, quien es un hombre frentero y quien siempre anda arma do, reaccionó en forma instantánea y le gritó a todo el mundo: "Tírense al piso". Sacó su pistola y solo, de pie, frente a seis sicarios, comenzó a disparar. Recibió cuatro balas en el cuerpo antes de que los atacantes emprendieran la fuga. Doña Berta se lastimó al caer al piso, pero no fue herida. Rodolfo, al oír el tiroteo, trató de meterse debajo de una camioneta Toyota, pero cuando tenía aún las piernas afuera recibió también varios impactos de bala. En medio del pánico reinante su hermano Javier lo sacó herido y se lo llevó a donde unos familiares para que lo curaran.
El atentado estaba dirigido contra Rodolfo Ospina y había sido ordenado por Pablo Escobar. Aparentemente se trataba de un problema de tierras originado en una transacción entre los dos en la cual no habían llegado a ningún acuerdo.
Desde ese momento Rodolfo se había convertido en el enemigo jurado del jefe del cartel de Medellín. Durante un tiempo desapareció por razones de seguridad, pero luego reapareció en Medellín, donde no habría podido vivir si no hubiera llegado a alguna tregua con Escobar. Antes del atentado en Guaymaral ya había sido objeto de otro por la carretera de Las Palmas en donde su carro quedó totalmente abaleado, pero él logró salir ileso.
¿Cómo había llegado un miembro de una de las más ilustres familias de Colombia a una vida tan azarosa? En realidad esta no ha sido monopolio de él sino de varios de sus hermanos.
El doctor Mariano Ospina Pérez tuvo cinco hijos: cuatro hombres y una mujer. En uno de los hijos hombres, Mariano, el mayor, parecen haberse acumulado todos los infortunios que el destino le puede deparar a una familia.
Mariano Ospina Hernández tuvo siete hijos: dos mujeres y cinco hombres. De estos últimos, cuatro han sido protagonistas de hechos dolorosos para la familia. Rodolfo es el líder, pero no el mayor. Tiene hoy 33 años v es considerado el más inteligente y el de menos buena figura en una familia de buenos mozos. Es un paisa típico, que habla en forma suave y cordial y no refleja el talante que se le atribuye.
En 1983, antes de sus enfrentamientos con Pablo Escobar, había sido condenado por un juez de aduana de Medellín a 33 meses de prisión y una multa de medio millón de pesos por contrabando de nueve vehículos Mercedes Benz. Sus abogados lograron evitar que cumpliera la condena.
El mayor de los hermanos se llama Mariano. No ha llegado aún a los 40 años, pero ya ha tenido la mala suerte de pasar tres de estos en prisión. El 30 de agosto de 1984 fue capturado en la ciudad de Miami como parte de la operación Green Black contra el lavado de dólares. El y su hermano Rodolfo habían sido delata dos por un agente encubierto de la DEA, León Guin, a quien le habían entregado un millón de dólares. Guin los delató, pero en el momento del arresto, Rodolfo milagrosamente logró escaparse, siendo detenido únicamente Mariano. Fue condenado por el juez Eugene Spellman a 10 años de prisión y a pagar una multa de 30 mil dólares. Cumplió su condena en tres años, por buena conducta. Durante su permanencia en el centro correccional metropolitano de Miami, se convirtió en un hombre de profundos valores religiosos y hoy está alejado de todos los asuntos que le causaron pro blemas en el pasado. Todo el mundo lo considera un hombre bueno y bonachón y algunos llegan a creer que era inocente, pues el de la batuta siempre fue Rodolfo. En la emotiva intervención radial de su padre, Mariano Ospina Hernández, la semana pasada, éste aclaró que simultáneamente con su hijo, un banco de Boston había sido encontrado culpable de lavar 20 millones de dólares. Sin embargo el banco salió del problema con una simple multa, mientras que Ospina Baraya tuvo que pasar varios años en prisión por un delito menor.
El segundo en edad se llama Javier. Este fue el que rescató a su hermano herido el día de la balacera er Guaymaral. Años antes, en 1981, había sido detenido en el hotel Morasurco de Pasto, en un episodio confuso que prontamente fue olvidado. Se ha dicho que estaba representando los negocios de su hermano Rodolfo en el Ecuador. En todo caso salió en pocos días de la cárcel de la capital de Nariño y el problema fue rápidamente superado. Después de esto fue nombrado funcionario de la Flota Mercante Gran Colombiana en Madrid, España, desde mayo de 1981 hasta mayo de 1983. Entre 1983 y 1985 ocupó el mismo cargo, también en la Flota, en Hamburgo, en donde además fue nombrado vicecónsul para poder ser beneficiario de un pasaporte diplomático. Después de eso se quedó a vivir en España donde hoy reside en el elegante barrio de La Moraleja.
El menor de la familia es Lisandro, que en la actualidad está bordeando los 3 años. El es el epicentro de todos los episodios que está viviendo no sólo la familia Ospina sino, en cierta forma, el resto del país. Según la Fiscalía fue secuestrado por Pablo Escobar como venganza por la colaboración que su hermano Rodolfo le prestó a la autoridades colombianas y norteame ricanas. suministrándoles información sobre las actividades del jefe del cartel de Medellín. El secuestro, que tuvo lugar el 18 de diciembre del año pasado, fue algo espectacular, pues se encontraba visitando a su novia en una boutique de la popular calle 82 del norte de Bogotá, cuando 15 hombres irrumpieron en el establecimiento y se lo llevaron.
Todo esto sucedió después de los incidentes de La cárcel de la Catedral donde fueron asesinados los hermanos Moncada y Galeano, en los hechos que desembocaron posteriormente en el intento de traslado y la fuga de Escobar. Atemorizado ante la nueva situación que se había creado, Rodolfo decidió acudir a la Fiscalía para someterse a la justicia, acogiéndose a los nuevos decretos de rebaja de penas.
Tomó la determinación de arreglar su situación jurídica informándole a las autoridades lo que sabía. Escobar se enteró y secuestró a su hermando Lisandro, que es considerado un hombre amable, sin enemigos y sin problemas en la vida. Todo el que lo conoce se expresa de él con un gran afecto.
A raíz de este secuestro se han presentado varias versiones. Una es que Escobar exigió un trueque entre los dos hermanos. En otras palabras, que estaba dispuesto a liberar a Lisandro si le entregaban a Rodolfo.
La versión de las autoridades es que Lisandro fue utilizado para presionar a su hermano para que se retractara de todas las declaraciones que había hecho en su contra. Además de esto exi gía que se le escrituraran tierras que estaban pendientes de arreglo.
Como consecuencia de estos hechos hoy toda la familia Ospina Baraya se encuentra en Estados Unidos. A pesar de todo, la situación jurídica de Rodolfo está en proceso de negociación, como uno de los muchos colombianos que se han acogido a los decretos de sometimiento a la justicia. Se ha llegado a afirmar que Rodolfo es el jefe de los Pepes, pero ni siquiera las au toridades colombianas le reconocen la jerarquía necesaria para serlo. Los Pepes, al fin y al cabo, son un equipo de pesos pesados y no se ve cómo Rodolfo Ospina pueda estar por encima de ellos.
Pocas historias han sido tan trágicas como la de la familia Ospina Baraya. La de ellos ha sido más notoria por la preeminencia que han ocupado en el país. Sin embargo es la que muchos compatriotas viven hoy en ese torbellino de violencia en que se ha convertido la Colombia de hoy.