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REPORTAJE GRÁFICO

En las entrañas del Bronx

SEMANA recorrió la mayor olla del país. Drogas, armas e indigencia, sumadas al abandono del Estado, tienen a miles de personas viviendo en condiciones infrahumanas. Fotos de León Darío Peláez.

15 de septiembre de 2012

A las 5:30 de la mañana del pasado 11 de septiembre 300 policías llegaron a una zona de Bogotá que se ha convertido en un triste y emblemático símbolo de la desidia estatal y la degradación del ser humano: el Bronx.

Pocos sitios del mundo compiten en dramatismo y degradación con lo que padecen las 3.000 personas que conviven en esa zona. En pleno corazón de la capital, entre la Casa de Nariño, el Batallón Guardia Presidencial y el comando de la Policía Metropolitana, hombres, mujeres y niños de todas las edades deambulan por las calles de lo que se ha transformado en la mayor olla de Colombia. Muchos son adictos, arrastrados a vivir en ese lugar donde pueden conseguir cualquier tipo de droga a cambio de unas pocas monedas o de todo tipo de vejámenes.

No son pocas las administraciones distritales que han prometido recuperar el Bronx, uno de los lugares más peligrosos de Colombia, y crear programas de ayuda para la población que allí se encuentra. Nada de eso ha pasado. Por el contrario. Lo único que ha cambiado es que con el paso del tiempo el Bronx no solo recibe cada vez más personas caídas en desgracia sino que, adicionalmente, se convirtió en el mayor expendio de drogas de Bogotá. Usando a los habitantes como escudos, temidas bandas lo han transformado en un centro de operaciones de mafias organizadas.

Allí actúan lo que en el bajo mundo se conocen como ganchos, pequeños pero poderosos grupos que desde allí manejan el tráfico al menudeo de drogas. Escalera, Simpson, Mosco, Morado, Manguera y Nacional son los nombres de esas estructuras que se han dividido por calles el Bronx. Cada uno de esos grupos cuenta con hombres armados, conocidos como sayayines, que se encargan de garantizar que los negocios ilegales funcionen y que las deudas se paguen. Allí todo vale. Una papeleta de bazuco vale 1.500 pesos; el derecho a dormir en la calle, 1.000.

Hace dos meses, la Policía infiltró a algunos de sus hombres con el fin de neutralizar esas mafias. Dos semanas atrás, uno de ellos, el patrullero Yaison Mahecha, fue asesinado al ser descubierto. El homicida fue capturado. Ese crimen generó también la operación a gran escala de la semana anterior, en la que se encontraron armas y drogas. Sin embargo, esas acciones policiales son aisladas e insuficientes. Mientras las soluciones de fondo sigan siendo eludidas por los alcaldes de turno, el Bronx seguirá siendo el corazón del inframundo de Bogotá y de Colombia.