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| Foto: Archivo particular

JUSTICIA

En video: Habla el policía que manejó el caso de Yuliana Samboni, a un año del crimen

El intendente Álvaro Rincón ha sido premiado como mejor policía del año. A pesar de que la recompensa guarda un sabor agridulce.

25 de noviembre de 2017

Hay premios que aunque son merecidos, son más difíciles de digerir que otros. Porque son el resultado de una tragedia o porque vienen a recompensar el esfuerzo que acompañó a una calamidad.

Ese es el caso del premio Corazón Verde al mejor policía y a la mejor investigación que recibió este año el intendente Álvaro Rincón, por el trabajo que realizó para esclarecer el secuestro de la pequeña Yuliana Samboni, a la que Rafael Uribe Noguera asesinó y torturó en diciembre del año pasado.  

Aunque está orgulloso de la investigación que hizo y de haber podido poner fuera de circulación al homicida, la recompensa guarda un sabor agridulce para el intendente Rincón.

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“Claro que uno vive algunas situaciones como policía y otras como ser humano. Cuando yo estuve con la familia de Yuliana, siempre mantuve la esperanza, siempre fui la persona que les dije ‘tranquilos, vamos a encontrar a Yuliana, confíe en nosotros‘. Y al no encontrarla viva…. créame que como ser humano es muy triste. Y no es que pasen los días y uno se olvide del caso y listo, pasa a otro. Eso no es así. Cuando uno conoce su siguiente investigación, vuelve a pensar en el hecho. Pero hay que asimilarlo, hay que asumir el dolo, sí se puede decir así”, explica.

El semblante del intendente Álvaro Rincón se cierra en medio del relato, no deja aparecer sus emociones y repite su versión como si se tratara de una liturgia. Mira en frente suyo con firmeza, y de pronto deja entrever una grieta por la que asoma la emoción de un doloroso recuerdo.

“¿Que lo conforta a uno como ser humano? ¡Que se hizo justicia! Que uno hizo todo lo posible para encontrarla y que por lo menos, esa persona no le hará daño a nadie más. Pero créame que uno nunca olvida un caso de estos”, admite el suboficial del grupo antisecuestro antiextorsión del Gaula de la Policía Nacional. Como si se tuviera que disculpar por el buen trabajo realizado. Como si no hubiera sido suficiente.

Para gran parte del país, el caso de Yuliana Samboni ha sido particularmente emblemático, tanto por la atrocidad del crimen, en el que se cometieron sevicias en contra una niña de 7 años de edad, como por la condena que acompañó a la agresión y -de manera menos visible- por la velocidad con la que actuaron las autoridades ante la presión impuesta por la sociedad.

A pesar de que los Uribe Noguera eran una familia respetada y conocida en Bogotá, el poder que ostentaban no fue un freno a la hora de adelantar las investigaciones correspondientes y de arrestar y condenar a 51 –y luego 58- años de prisión al responsable del homicidio de Yuliana Samboni.

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Esta vez, el mundo económico que separaba a la víctima de su agresor no fue un pretexto para impedir que se hiciera justicia, a pesar de que no se pudo encontrar a la pequeña con vida.

“Él sin duda pensó que no lo íbamos a encontrar en ese barrio en el que prácticamente no hay cámaras, pero no contó con la cinta privada de una panadería gracias a la cual pudimos identificar las placas del vehículo”, explica Rincón cuando recuerda la manera en que lograron llegar hasta el asesino.

“No es un barrio fácil de acceso y tampoco tenía razones para estar allí, lo que nos hace pensar que había planeado el secuestro con anterioridad”, destaca, acerca del perfil del criminal.

Porque para hacer una buena investigación y resolver un caso complejo en poco tiempo, es necesario dominar varias disciplinas, entre las que se cuentan la sicología y la criminalística, además de materias como la física -en pruebas de balística-, las matemáticas y el liderazgo de equipo.

“Aunque el premio está a mi nombre, yo tengo claro que esto fue un trabajo de equipo que habría sido imposible sin el concurso de mis colegas que actuaron ese día”, destaca el intendente Rincón, ya con un poco más de soltura en la entrevista.

Como muchos colegas, Álvaro Rincón creció con un padre policía que duró 18 años en la institución y le inculcó valores morales estrictos que enarbola orgullosamente hoy.

En el colegio, el que acaba de ser nombrado mejor policía del año organizaba rifas y bazares para financiar la compra de guayos y uniformes con los que amenizaba las jornadas deportivos de los niños más humildes del barrio, de los que hacía parte. Mientras soñaba con volverse futbolista.

Aunque el sueño de ser el nuevo Pibe no se concretó, siguiendo esa línea de liderazgo, Rincón ingresó a la fuerza pública en 1997 en el área de comunicaciones de la Dijin y luego se pasó, en el 2000, al grupo de inteligencia del Gaula para finalmente llegar a la parte investigativa en la que se desempeña actualmente. Y en la que llegó a coordinar el terrible caso de Yuliana Samboni.

Pero ese no fue el primer gran caso que manejó, a pesar de que su nombre era desconocido para el público hasta este momento.

En su hoja de vida puede verse un largo registro en el que destacan historias como la de dos estudiantes de familias acomodadas que fueron rescatados de las manos de un grupo que se hacía pasar por guerrilleros de las FARC.

O el de Joel Pinto, un niño de 22 meses que fue secuestrado por unos delincuentes que pensaron que su padrastro asiático podría pagar grandes sumas de dinero.

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A diferencia de lo que ocurrió en la tragedia que lo llevó a capturar a Rafael Uribe Noguera, en ambos casos -y en la mayoría de los que maneja el Gaula-, las víctimas fueron rescatadas con vida y los dramas tuvieron un final feliz.

Esa especialización y dedicación es en gran parte la que logró que se redujeran en 92% los secuestros en Colombia en 17 años.

Pero para los casos trágicos Rincón tiene un secreto que le permite alejar un tiempo los malos pensamientos. Y es que es un apasionado de la poesía, así que cuando no está sirviendo a la ciudadanía, se encierra un rato en un recuento de poemas o escribe él mismo, antes de dedicar tiempo a su hija de 15 años, quien le recuerda por qué es valioso el trabajo que realiza todos los días en el Gaula de la policía.