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Balance a Enrique Peñalosa: ¿un alcalde incomprendido?

Su primer año de gobierno termina con baja popularidad. Su apuesta ha sido “ordenar la casa” y avanzar en políticas que se podrían ver en el tiempo.

28 de diciembre de 2016

Después de un año de gestión la imagen del alcalde Enrique Peñalosa sigue en niveles muy bajos. Según la última Gallup Poll, realizada a finales del pasado diciembre, su imagen negativa es del 62 %, una cifra que aunque es siete puntos menos que la del pasado mes de agosto, sigue siendo desafortunada para un gobierno que apenas comienza. En plata blanca se traduce en que sólo tres de cada diez bogotanos ven con buenos ojos al mandatario. Pero la baja popularidad de Peñalosa no es un fenómeno nuevo. Los únicos momentos en que ha repuntado su imagen han sido, paradójicamente, aquellos en los que ha estado alejado de la escena política.

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Ese hecho deja ver un elemento característico de la forma en que los bogotanos tienen de evaluar al alcalde: o bien no le creen, o bien rechazan algunos aspectos de su personalidad. Entre ellos, una débil capacidad de generar empatía entre sus gobernados. Cada vez que por cuenta de su desabroche comunicativo se refiere a una zona de reserva ambiental como un “potrero” o a un proyecto de tren que no comparte como un “cáncer”, es percibido como antipático, prepotente y autoritario.

Algo similar le ocurrió en su anterior administración, entre 1998 y el 2000, en que su desaprobación llegó a ser del 69 % en el primer año y disminuyó a la mitad al finalizar el mandato. El reconocimiento a su gestión se volvió un referente obligado después de que él salió del Palacio Liévano, y desde entonces en los foros sobre ciudades es reconocido como uno de los mejores urbanistas a nivel mundial.

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Aunque quedan tres años de gestión y sus propuestas hasta ahora son extremadamente ambiciosas: “transformar la ciudad, descontaminar y hacer navegable el río Bogotá, inundar el espacio urbano de parques y alamedas”, sus antecedentes obligan a darle el beneficio de la duda. Cuando gobernó Bogotá hace 15 años se demoró en despegar, le dedicó un tiempo importante a la planeación y gobernó sin concesiones políticas. Aparte del escándalo de las losas de Transmilenio, es difícil encontrar en esa gestión indicios de mala administración o corrupción.

De otra parte, la popularidad no siempre es el mejor indicador de gestión. No en vano Samuel Moreno, el alcalde del carrusel de la contratación, conservó durante su administración niveles de aprobación del 50 %. En palabras de Antanas Mockus, “la simpatía no siempre es garantía de un mejor gobierno”.

Pero más allá de la empatía emocional que genera, hay expertos en urbanismo que han criticado a Peñalosa al señalar que su agenda no ha cambiado en los últimos diez años, mientras la ciudad sí. Así lo creen, por ejemplo, el concejal Juan Carlos Flórez (mejor calificado por Concejo cómo Vamos) y el experto en movilidad Fernando Rojas. “Peñalosa no se actualizó. Los años que estuvo como consultor internacional al parecer se dedicó a vender lo que sabía y lo que había hecho en Bogotá como alcalde, pero no a comprender nuevas formas de solucionar los problemas que enfrenta la ciudad. ¿Cuál es la propuesta audaz y revolucionaria que el alcalde nos ha presentado para salir de la crisis en la que estamos? Ninguna”, dice este último.

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Ese mismo argumento utilizan los promotores de la revocatoria del alcalde (ejercicio que también se trató de concretar en su primera administración) que impulsa un sector político cercano a Gustavo Petro, con quien, erradamente, el alcalde Peñalosa se enfrascó en una discusión política sobre visiones de ciudad que –en el fondo– no son comparables.  “Nos tocó poner en orden la casa y eso nos tomó tiempo. El caos administrativo era total”, dijo Peñalosa hace unos meses a SEMANA sin reconocer casi nada positivo en la gestión de su antecesor.

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Sin ánimo de comparar la administración actual con otras anteriores, Semana.com presenta logros y cuestionamientos a la administración en temas esenciales.

Seguridad

La administración Peñalosa logró ponerles fin a las tres ollas más grandes del narcotráfico: el Bronx, San Bernardo y Cinco Huecos, donde además del tráfico de droga existían redes de explotación sexual de menores y compraventa de armas. Desde febrero, cuando se realizó la sonada intervención, se han capturado más de cien personas que delinquían en las ollas, lo que reduce los índices de inseguridad de la localidad de Los Mártires (donde estaba el Bronx). Así, los homicidios bajaron 72 %, el hurto a celulares 17 % y las lesiones personales que bajaron 66 %.

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Frente a esta recuperación urbana, y considerando la imposibilidad constitucional de obligar a un adicto que vive en la calle a acceder a la rehabilitación, vale la pena anotar que a la administración le faltó comunicar con claridad qué pasaría con los habitantes del Bronx. De cerca de 3.000 habitantes, 550 están en proceso de recuperación. El resto están en las calles de Bogotá.

Más allá de las localidades donde hay ollas, es de anotar que los indicadores de seguridad de la ciudad han mejorado. Los hurtos a personas, que venían aumentando en los últimos ocho años, se redujeron en el 2016 por primera vez al disminuir en 3,1 %. Los homicidios bajaron 5,9 %; los robos a almacenes, 28 % y los robos de celulares, cerca de 27 %. Y según la Cámara de Comercio, la percepción de inseguridad cayó 14 puntos.

Estos logros se deben, fundamentalmente, a la creación de la Secretaría de Seguridad, la cual maneja un presupuesto propio y políticas específicas en la materia, así como a una mejor relación con la Policía. Si bien hasta el momento falta claridad en la definición de las funciones de esta entidad y su relación con el trabajo que venían desempeñando la Secretaría de Gobierno y las alcaldías locales, vale la pena destacar el trabajo que ha hecho el Secretario Daniel Mejía, quien ha demostrado ser un académico pragmático. Bajo su liderazgo se identificaron 200 focos de inseguridad y se promovió su recuperación con políticas de iluminación y espacio público propias de la visión de Peñalosa. Se prevé que para el año siguiente se hayan adquirido 2.000 cámaras y para el cuatrienio 4.000.

Una de las dificultades que tendrá que superar el alcalde es el número tan bajo de policías. Mientras ciudades como Bucaramanga tienen un policía por cada seis habitantes, en la capital hay uno por cada 11.  

Movilidad

Uno de los aspectos más criticados de la administración Peñalosa fue haber echado para atrás, otra vez, los estudios del metro elaborados en la administración anterior. No obstante, el mandatario insiste en que resultó menos costoso para la ciudad abandonar los estudios anteriores y proponer un metro elevado, que hacer un metro subterráneo. Para ello el gobierno nacional y el distrital crearon una gerencia y redireccionaron técnicamente el proyecto con la orientación de la firma Systra, que recomendó que la mejor opción era el elevado, lo cual, según el alcalde, “permite mover más pasajeros y tiene menos riesgos de sobrecostos”. 

La Empresa Metro de Bogotá iniciará operaciones empezando el 2017, mientras el CONPES nacional asegura los recursos de la Nación para la estructuración Técnica, Legal y Financiera. El proyecto hoy es asesorado por los metros de Medellín y Santiago de Chile, y parte de su integración con el Sistema de Transporte Masivo.

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Frente a este sistema y Transmilenio –la obsesión política de Peñalosa– vale la pena anotar que en el año pasado aumentó la velocidad de transporte en troncales como la Caracas, se ampliaron estaciones estratégicas y se modificaron rutas con el ánimo de optimizar la flota.

Una mayor vigilancia policial en los articulados, sumada a la verificación del pago del pasaje a través de dispositivos electrónicos y la puesta en marcha del nuevo Código de Policía –impulsado por Bogotá y otras capitales– mejoró en tres puntos la percepción de seguridad de los usuarios y permitió combatir las colatones.

Y es que las coladas masivas, sumadas a una mala estructuración financiera, tenían al SITP al borde del colapso. A comienzos del 2016 el sistema perdía 2.000 millones de pesos cada día y dos de las nueve empresas operadoras (Coobus y Egobus), que tenían el 30 % de las rutas de la ciudad, nunca lograron operar de manera adecuada. Peñalosa declaró el incumplimiento del contrato de los dos operadores para reordenar ajustes en la tercera parte de la ciudad en la que el sistema no estaba operando.

Simultáneamente se aumentaron controles de tránsito en el Parque de Usaquén, la Zona T, la Zona G, el Parque de la 93, el sector de La Castellana, Las Américas, Galerías, el Centro Comercial Gran Estación, San Andresito San José, San Andresito de la 38, el Parque Simón Bolívar, el Minuto de Dios y Corferias, entre otros. A pesar de ello y de que se hicieron alianzas con la organización Corpovisionarios de Antanas Mockus para disminuir los trancones en las intersecciones, y otras medidas de gestión de tránsito y mejora vial, la movilidad sigue siendo para los bogotanos el principal de sus problemas.

También en el sector de movilidad vale la pena anotar que Peñalosa ha impulsado otras de sus obsesiones: el desplazamiento en bicicleta. La medida más sonada fue la puesta en marcha del carril exclusivo para ciclistas en la la carrera 11 entre calles 82 y 100.

Infraestructura.

Una de las obras más importantes de infraestructura fue destrabar el deprimido de la calle 94 al poner a trabajar una cuadrilla operacional 24 horas al día. Después de más de una década, el deprimido se entregará en marzo del próximo año.

Igualmente se avanza en los estudios para construir la troncal de Transmilenio de la carrera Séptima, al igual que la extensión de la troncal de la Caracas, Américas y Villavicencio, la ampliación de la Autopista norte y la carrera séptima y otros proyectos contemplados en el Plan de Desarrollo.

Espacio público

En lo corrido del año se recuperaron 230.000 metros cuadrados, que equivalen a 32 canchas de fútbol. Luego de procesos de concertación con los vendedores ambulantes, la mayoría de los cuales aceptaron los planes de reubicación (77 %), se recuperaron más de 20 sitios, entre los que se destacan la calle 72 entre avenida Caracas y carrera Séptima; la calle 19 con carrera tercera; y la avenida Caracas. Si bien no es claro de qué manera estas iniciativas puedan ser sostenibles en el tiempo y tampoco con el programa la casa en orden, que busca el embellecimiento y el cuidado urbano en puntos estratégicos, se busca una apropiación colectiva de la ciudad. Es importante anotar que, en este sentido, la administración debería avanzar en el desarrollo de políticas de cultura ciudadana de largo plazo más que en intervenciones cívicas específicas.

Salud

En el 2016 se reabrió el Hospital San Juan de Dios y se pusieron en marcha 10 centros de atención prioritaria en salud (CAPS) en aras de evitar la congestión hospitalaria. Cerca de 40.000 personas han hecho uso de estos centros, se inició la intervención de la caótica EPS del distrito Capital Salud y se integraron los hospitales en cuatro subredes en aras de mejorar las condiciones administrativas. Indicadores como mortalidad infantil y número de embarazos adolescentes mejoraron notablemente frente al 2015.

El reto ahora es terminar con la politización de los servicios de salud que desde la administración de Samuel Moreno se convirtieron en bastión político de concejales y congresistas. Mientras la administración no tome cartas más activas de denuncia frente a la politiquería, las reformas administrativas por sí solas no serán eficientes.

Educación

Peñalosa tiene el ambicioso propósito de construir 30 colegios y ampliar y reconstruir 32 con un presupuesto de 1.1 billones de pesos cofinanciados con el Ministerio de Educación. En este terreno, se avanzó en la planeación de esta infraestructura así como en la definición de la ruta integral de la atención para la primera infancia, que ofrecerá atención nutricional a niños y niñas menores de cinco años. Durante su gestión tiene el reto de darle un funcionamiento adecuado a la jornada escolar extendida. Así mismo, ampliar la cobertura de la jornada única, que actualmente sólo beneficia al 4 % de los 830.000 estudiantes de los colegios públicos de la ciudad.

De otra parte, se puso en marcha ‘Leer es Volar’, el plan del Distrito para mejorar los índices de lectura de niños y jóvenes en la capital. Hoy en día en Bogotá sólo se leen 2,7 libros por habitante, una cifra inferior a otras capitales como Ciudad de México, Santiago y Buenos Aires.

Además, el Distrito logró la aprobación por el Concejo de vigencias futuras para otros 10 años de administración 22 colegios que operan en este esquema que atiende 34.000 estudiantes.

Finalmente, la Secretaría de Educación logró un acuerdo con la Fiduprevisora para depurar los saldos de las prestaciones sociales de los maestros del sector oficial, ejercicio que no se realizaba hace ocho años.

Medio Ambiente

Las acciones en este tema estuvieron orientadas al cuidado de las fuentes hídricas y sobre todo a controles y sanciones por vertimientos ilegales, al sancionar a 29 empresas e instituciones por contaminación.  También se recuperaron 23 hectáreas de humedales, senderos ecológicos como los de las quebradas San Francisco y la Vieja y terrenos en los cerros orientales, donde había 98 ocupaciones ilegales.

Otra prioridad han sido los animales. Además de operativos contra tráfico de fauna silvestre, se decretó la creación del Instituto de Bienestar y Protección Animal.

El reto que tiene el alcalde en esta materia es convencer a la ciudadanía de que sus proyectos de desarrollo trascienden la frontera estética y urbanística y se enmarcan en la ambiental. Dependiendo de cómo se desarrollen las decisiones públicas sobre la Reserva Van der Hammen, los derechos adquiridos en los cerros orientales y el Plan Zonal del norte, serán las reacciones de los ambientalistas que, desde ya, se presentan como unos de los principales detractores de Peñalosa.

El alcalde tiene varias apuestas como construir un corredor ecológico en los cerros de Bogotá donde los bogotanos puedan acceder a este tesoro de la ciudad y a la vez protegerlo de la invasión. También quiere hacer un parque en las represas de agua aledañas a la ciudad.

Vivienda

Durante el 2016 se vendieron 26.688 viviendas nuevas en la ciudad, lo que representó un incremento del 32,2 % frente al 2015. Así mismo se desmarginalizaron 1.300 casas y se avanzó en el proceso de legalización de 65 barrios, trancado en los últimos años. El reto en esta materia será avanzar en el desarrollo del Plan Zonal del Norte y la manera como se desarrolle el esquema de estructuración financiera para habilitar viviendas y equipamientos en esta zona de la ciudad.

Futuro

El papel aguanta todo y las cifras más, pero hay indicadores que permiten tener algún nivel de optimismo frente al futuro próximo de la ciudad. Así, por ejemplo, la confianza de los contribuyentes en la actual Administración Distrital se vio reflejada en el incremento del 111 % de aporte voluntario, que pasó de $311 millones en el 2015 a $657 millones en el 2016. Así mismo, Bogotá ratificó la calificación AAA de riesgo crediticio de capacidad de pago dada por Fitch Ratings, lo que evidencia mayor confianza y seguridad a los inversionistas. En términos políticos se han aprobado 13 de los 18 proyectos presentados por la administración al Concejo, logrando aprobar todo el cambio institucional proyectado a comienzos de año.

En los tres años que quedan de gobierno, el alcalde tiene pensado realizar obras y ejecuciones muy ambiciosas. El Sendero de Las Mariposas, el parque de Tominé, el cable aéreo de Usaquén y el parque de San Rafael, el parque lineal del río Tunjuelo, el parque lineal del río Fucha, Ciudad Río, y Ciudad Lagos de Torca, desbloquear las vías del norte de Bogotá, ampliar la avenida Boyacá y la Ciudad de Cali y construir la ALO, entre muchas otras. Por ello en las referencias que siempre hace el mandatario a sus propósitos habla de las “megaobras”, los “megaproyectos”, las “superautopistas”.

La probabilidad de que su gestión sea mejor calificada en los próximos años y que su equipo técnico reivindique su experiencia dependerá de su capacidad de mejorar la comunicación con la ciudadanía, reconocer avances sociales de gobiernos anteriores y mantener el margen de maniobra política que hasta ahora le ha dado el hecho de haber sido el elegido con el apoyo de las mayorías políticas. Peñalosa recibirá el 2017 con la promesa de varios grupos ciudadanos, algunos cercanos al petrismo, de revocar su mandato. Como la ley de participación ciudadana cambió, es muy posible que el tema se convierta en uno de sus principales dolores de cabeza. Sin embargo, Peñalosa suele decirles a quienes trabajan con él que está acostumbrado a tener muchas críticas al comienzo, pero que espera que sea otra la evaluación que reciba de los bogotanos dentro de tres años.