Home

Nación

Artículo

A LA GUILLOTINA CON GUSTAVO GÓMEZ

"Entregar a la autoridad competente un documento para cumplir la ley no es un complot"

El comandante de la Armada, almirante Guillermo Barrera, habla del proceso contra el almirante Gabriel Arango Bacci, en el que ha pasado de acusador a acusado.

7 de noviembre de 2009

Cuando su nave parecía irremediablemente condenada al naufragio, al almirante Gabriel Arango Bacci le cambió el panorama: la Fiscalía pidió su absolución en el juicio que se le sigue para determinar si recibió dineros de narcotraficantes y la Procuraduría enfiló baterías contra la Armada, a cuya cúpula señala de orquestar un posible complot para acabarle la carrera. El almirante Guillermo Barrera, comandante de la Armada, se anima a no ver los toros desde la barrera y a plantear las inquietudes que le genera el timonazo que ha dado la Fiscalía en el proceso.

GUSTAVO GÓMEZ: Cuando llamaron a calificar servicios a Arango, ¿había sospechas de su comportamiento?
GUILLERMO BARRERA: No había ningún indicio de que pudiera estar conectado con el narcotráfico, y no lo hubo sino cuando la Fiscalía abrió la investigación. Cuando apareció el famoso recibo que supuestamente evidenciaba pagos de la mafia, lo primero que pensamos era que, por sí solo, no tenía ningún valor probatorio.

G.G.: Recibo que incluía lo que aparentaba ser la huella de Arango. ¿Evaluaron su autenticidad?
G.B.: Claro, sobre todo porque nos llegó de una manera anormal, de fuente que no nos era conocida: una persona se lo entregó al jefe de contrainteligencia, el capitán Luis Tovar. Él hizo una primera verificación para determinar si era la huella de Arango y llegó al punto de tener una duda razonable. Por la obligación legal de poner en conocimiento de las autoridades cualquier hecho que pueda ser objeto de actividad punible, lo entregamos a la Fiscalía.

G.G.: ¿Les pareció creíble que un almirante recibiera dinero sucio y fuera tan torpe como para firmar y poner huella?
G.B.: No, y por eso lo primero que les solicité a mis hombres fue que me demostraran que el recibo era falso.

G.G.: Semanas después de salir de la Armada, Arango se reunió con usted y le preguntó si lo estaban investigando. ¿Usted le dijo que no había investigación?
G.B.:
Cierto. En ese momento la Fiscalía no había iniciado investigación alguna.
 
G.G.: Los testigos han resultado poco sólidos, incluso con retractaciones de por medio. Uno de esos testimonios indica que a Arango le habrían dado 100.000 dólares que guardó en su gorra. ¿Detectaron ustedes un excesivo aumento patrimonial del entonces almirante?
G.B.: En cuanto a la solidez de los testigos, es la Fiscalía la encargada de evaluarlos y de establecer su credibilidad. Sobre lo otro: la Armada no tiene capacidad de evaluar un incremento patrimonial.

G.G.: Vamos al tema de la fragata Almirante Padilla, supuestamente movida para favorecer actividades de Juan Carlos Ramírez, alias ‘Chupeta’. ¿Arango podía dar la orden de moverla?
G.B.: Claro, porque en tiempo de paz los comandantes operativos del nivel subalterno tienen el mando operacional directo de las embarcaciones.

G.G.: ¿La Armada tiene sospechas sobre esa orden?
G.B.: Yo era comandante de la Fuerza Naval del Caribe cuando se presentó ese movimiento, recibí la información y no creo que hubiéramos encontrado nada anormal. Es la Fiscalía la que me hizo llegar un requerimiento donde se me preguntaba por el movimiento. Ellos estaban trabajando alrededor de una información encontrada en un computador de ‘Chupeta’ que daba cuenta de ese desplazamiento con pago de por medio.

G.G.: No se mencionaba a Arango…
G.B.: Correcto, pero nos preguntaron qué buque se había movido en cierta fecha y corroboramos que la única fragata movida ese día había sido la que estaba bajo el mando operativo de Arango.

G.G.: ¿En qué momento pasa la Fiscalía de pensar que Arango era ficha clave de la venta de información privilegiada a pedir su absolución?
G.B.: Fíjese que es precisamente SEMANA la que ha planteado la inquietud sobre los motivos que originaron ese cambio, porque las argumentaciones de la Fiscalía no varían en nada frente a lo que está en la resolución de acusación. Sería comprensible si se hubieran presentado hechos nuevos, pero no es el caso.

G.G.: ¿Cómo se ha tomado usted la posición de la Procuraduría sobre un complot en la cúpula de la Armada contra Arango?
G.B.: Entregar a la autoridad competente un documento como el recibo para cumplir con la ley no puede ser un complot. Esa entrega fue la única actuación que ha tenido la Armada dentro del proceso y, si todo ha sido hecho en la Fiscalía, ¿dónde está el complot de nosotros?

G.G.: Se habla de celos profesionales. ¿Arango habría llegado a la comandancia de la Armada?
G.B.: No cumplía los requisitos.

G.G.: ¿Algunos oficiales de la cúpula habrían podido tenderle una trampa en represalia, por ejemplo, por decisiones u órdenes contrarias a sus intereses?
G.B.: No creo. Arango siempre ha sido una persona de amigos. Tiene un don de gentes maravilloso que le permite resolver inmediatamente cualquier problema con los demás. Lo único que tenía en la Armada, en ese momento, era amigos.

G.G.: Amigos y amigas. ¿Ha oído los comentarios sobre un posible lío de faldas de por medio?
G.B.: No me ponga a hablar de cosas que no conozco.

G.G.: Mi colega María Isabel Rueda se ha convertido en protagonista de este episodio. ¿Cuándo y cómo se reúne usted con ella?
G.B.: Ella me buscó y me insistió que la visitara en su apartamento.

G.G.: Ir a la casa de María Isabel indicaba que el tema era especialmente delicado. ¿Le dio ella alguna luz sobre el asunto?
G.B.: Sí, que íbamos a hablar de varios temas, entre ellos el de Arango.

G.G.: ¿Es entonces cuando usted le entrega el recibo?
G.B.: Nunca se lo entregué. Iba acompañado por el capitán Tovar y debí preguntarle si de pronto tenía una copia y, efectivamente, él llevaba en su libreta una fotocopia que únicamente le mostré a María Isabel.

G.G.: ¿Qué pensó cuando supo que ella reveló ante la Corte Suprema el episodio del recibo mostrado por usted?
G.B.: No conozco los procedimientos éticos de la prensa, pero creo que eso es algo que ustedes manejan muy bien.

G.G.: ¿Por qué usted habla de un recibo y ella de tres?
G.B.: Sólo conocí un recibo. Imagino que ella tuvo algunas otras fuentes para haber dicho cosas que yo no le dije.

G.G.: ¿Se habrá sentido María Isabel utilizada por usted?
G.B.: En todas las reuniones que tuve con periodistas sobre el tema llevaba tres mensajes: que para mí era un asunto doloroso, que fueran prudentes porque estaba en juego el buen nombre de Arango y su familia y que a la Armada sólo le ha interesado conocer la verdad. Ese era el mensaje que iba a entregarle a ella, así que no puede sentirse utilizada.

G.G.: ¿Juan Manuel Santos le pidió que le llevara el recibo a María Isabel?
G.B.: Jamás.

G.G.: ¿Usted fue compañero de estudios de Santos?
G.B.: Sí, entramos casi el mismo día a la Escuela Naval, donde él estuvo dos años antes de retirarse. Tuvimos excelentes relaciones durante el transcurrir de nuestras vidas, pero cuando llegó al ministerio se convirtió en el señor ministro y yo en el almirante.

G.G.: ¿El anuncio del embajador William Brownfield, en el sentido de que su gobierno cree que hay evidencias de vínculos de este caso con el tráfico de drogas a Estados Unidos, es un espaldarazo a la decisión de la Armada de entregar la información que tenía sobre Arango?
G.B.: Es un espaldarazo al cumplimiento de la ley. Bien lo dijo el señor embajador: de no haberse optado por la única acción legal que tenía la Armada de entregar el recibo a la autoridad competente, se habría incurrido en un posible prevaricato por omisión.

G.G.: ¿Cuándo se toma un café con Brownfield?
G.B.: Nos vemos en actividades de tipo oficial, en las que yo le ofrezco un café y él a mí una Coca-Cola.

G.G.: ¿Arango es un hombre honesto?
G.B.: Tengo que presumir la inocencia de cualquier persona hasta tanto no sea vencida en juicio. Por lo tanto, mi respuesta es que tengo que presumir su inocencia.