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ENTREVISTA: JANE BECKER

'No hay cambios en las relaciones Colombia-EE.UU.'

17 de noviembre de 1997

Hace un par de meses el subsecretario de Estado norteamericano para asuntos antinarcóticos Robert Gelbard renunció a su cargo al ser promovido como asesor especial del presidente Bill Clinton para Bosnia. Desde entonces este cargo lo viene ocupando Jane Becker, quien fue la mano derecha de Gelbard durante su gestión. Ella nunca había hablado con la prensa colombiana, pero finalmente decidió romper su silencio. Estas son sus opiniones sobre Colombia y la relación bilateral.
Semana: ¿Cuál es su opinión sobre la visita del general Barry McCaffrey a Colombia y su reunión con el presidente Ernesto Samper?
Jane Becker: Yo creo que es importante para el general McCaffrey visitar a Colombia y ver de primera mano los problemas que la producción y el tráfico de narcóticos le han generado tanto a Colombia como a Estados Unidos. En cuanto a la reunión con el presidente Samper, no se dejen engañar por los comentarios que he visto salir de Colombia en cuanto a que esta reunión implica un cambio en nuestra relación bilateral. Nos mantenemos firmes en la convicción de que el presidente Samper y su administración han sido severamente ineficientes en el frente de narcóticos, como lo han demostrado la revocatoria de la visa del Presidente y la decisión, durante dos años consecutivos, de descertificar a Colombia. En su reunión, el general McCaffrey le reiterará el mismo mensaje claro que altos funcionarios norteamericanos le dieron al presidente Samper hace cuatro años cuando nos enteramos de que el dinero de la droga estaba entrando a su campaña. Sabíamos que esos fondos estaban siendo solicitados activamente y eran extremadamente importantes para asegurar la victoria en la segunda vuelta. Los Estados Unidos le hicieron saber con mucha claridad que la relación bilateral sufriría graves problemas a menos que enfrentara con firmeza a los intereses colombianos de la droga. Hasta ahora el desempeño del presidente Samper ha sido claro. En casi todas las etapas del camino se ha empeñado en poner talanqueras y en entorpecer los esfuerzos de aquellas personas que dentro de la sociedad colombiana luchan con valentía contra la influencia corruptora y destructiva de los narcotraficantes. Lo que el general McCaffrey le dirá al presidente Samper en esta reunión es que esta es su última oportunidad para cambiar la forma en que será juzgado por la historia. Y eso solo puede lograrse con acciones, no con palabras o excusas. Específicamente, el presidente Samper está en mora de pronunciarse y hacer presencia en el debate del Congreso en materia de extradición. La aprobación de la extradición sin restricciones requiere un firme apoyo por parte de los más altos funcionarios del gobierno colombiano. La voz del presidente Samper hasta ahora ha estado ausente. El presidente Samper también tiene la responsabilidad de asegurarse que las leyes de extinción de dominio, control al lavado de dinero y aumento de penas, que fueron aprobadas recientemente, de verdad se implementen, al igual que el acuerdo marítimo. Su administración tiene que fortalecer aún más la seguridad carcelaria, de tal manera que los capos que están en la cárcel no puedan vivir rodeados de lujos y sigan operando sus negocios ilegales detrás de los barrotes. La administración Samper tiene que enfrentar agresivamente la corrupción pública generada por el narcotráfico que poco a poco está devorando el corazón de Colombia. Y para demostrarle su apoyo a los hombres y mujeres que están en el frente de guerra el presidente Samper necesita asegurarse de que el presupuesto de la Policía Nacional no solamente no se vea recortado aún más, sino que se restaure a los niveles solicitados por la Policía y urgentemente necesitados por esta fuerza tan efectiva, de tal manera que pueda alcanzar logros por encima de los ya conseguidos en la lucha contra el narcotráfico. Al presidente Samper le quedan ocho meses en el puesto para tratar de enterrar su pasado y sumarse a los valientes colombianos que están luchando contra los narcos.
Semana: La visita ha sido interpretada en Colombia como un cambio positivo en términos de la relación bilateral. ¿Cómo debe ser vista esa visita?
J.B.: La visita del general McCaffrey no representa un cambio, ni positivo ni negativo, en la relación bilateral de Colombia y Estados Unidos. La visita representa una evidencia más de la continua preocupación del gobierno de Estados Unidos en relación con el problema del narcotráfico, cuyo eje es Colombia. Si Colombia no siguiera siendo el lugar de origen de la mayor parte de la producción de cocaína _y cada vez más de heroína_ que entra a Estados Unidos, el zar antidrogas de Estados Unidos no estaría visitando al país. La sociedad colombiana debe reconocer que esta visita no es otra cosa que una manifestación de la profunda preocupación que tenemos en relación con el papel clave que desafortunadamente juega Colombia en el mercado de las drogas.
Semana: El general McCaffrey ha dicho a 'El Tiempo' que su visita a Colombia tuvo aprobación de la Secretaría de Estado y el Consejo Nacional de Seguridad.
J.B.: Siempre se discute mucho cuando se presenta un tema como este, pero siempre estuvo claro que no hubo ninguna objeción a la idea de una visita a Colombia.
Semana: Si se aprueba la extradición sin restricciones, ¿estaría usted en favor de reconsiderar inmediatamente la situación de Colombia para certificarla condicionalmente por interés nacional?
J.B.: Cuando el presidente Clinton tomó la decisión de negar la certificación a Colombia el año pasado, dejó una puerta abierta a la posibilidad de reconsiderar esa decisión si se presentaba un progreso importante en materia de las metas que impone el proceso de certificación. El que se apruebe una ley fuerte en materia de extradición, con retroactividad, es una de esas metas. Si el gobierno de Colombia logra aprobar la reforma constitucional de la extradición por parte del Congreso _libre de las restricciones que actualmente tiene el proyecto, que la convierten en una burla a la justicia_ yo definitivamente estaré en favor de reconsiderar la descertificación. Sin embargo, en la decisión también tendrán importancia el logro de otras metas definidas en febrero pasado, tales como la implementación de las nuevas normas antinarcóticos y el acuerdo marítimo, la mejora en la situación de seguridad en las cárceles y la labor en contra de la corrupción del sector público.
Semana: ¿Qué efecto tuvieron las reuniones de Gabriel García Márquez con el presidente Clinton y el embajador Richardson en cuanto a mejorar las relaciones bilaterales?
J.B.: Tengo entendido que el presidente Clinton y el embajador Richardson pasaron un rato agradable en su reunión con Gabriel García Márquez, y agradecieron la oportunidad de discutir la situación en Colombia con él y escuchar sus opiniones personales sobre Colombia y la relación con Estados Unidos. Sin embargo no puedo decir que haya tenido efecto alguno en la relación bilateral. La fuerza en la relación depende del nivel de cooperación que demuestre el gobierno de Colombia con el de Estados Unidos en el cumplimiento de unas metas y unos objetivos de política internacional compartidos mutuamente. En Colombia, nuestro objetivo más importante es el de eliminar la amenaza que para ambos países representa el tráfico ilegal de narcóticos. Como lo hemos dicho en varias oportunidades durante los últimos cuatro años, la solidez de nuestra relación bilateral dependerá de la voluntad del gobierno colombiano en sus más altos niveles para ayudar a conseguir este objetivo.
Semana: ¿Cómo juzgan el Departamento de Estado, y específicamente la oficina que usted preside, la labor del embajador Myles Frechette en Colombia?
J.B.: Yo creo que el embajador Frechette ha hecho una labor admirable en circunstancias extremadamente difíciles. Ha representado bien al presidente Clinton, buscando y trabajando con esos elementos de la sociedad colombiana que están comprometidos en forma seria con la relación bilateral y con conseguir algún grado de cooperación con un gobierno colombiano que, en sus más altos niveles, con frecuencia ha entorpecido la labor.
Semana: ¿Significa el nombramiento del embajador Kamman un cambio en la agenda con Colombia?
J.B.: Al embajador Kamman se le pidió que representara al presidente Clinton en Colombia debido a su experiencia en la región y su familiaridad con la amenaza que representan los narcotraficantes. El embajador Kamman, al igual que el embajador Frechette antes que él, trabajará de cerca con los elementos del gobierno de Colombia que están comprometidos en mejorar la relación bilateral en general y en eliminar la amenaza desestabilizadora que representan los narcotraficantes colombianos.
Semana: Cuando entrevistamos a Robert Gelbard hace varios meses, él se quejó de que los carteles de la droga estaban controlando sus negocios desde prisión. ¿Ha cambiado la situación?
J.B.: Hemos visto algún progreso en este tema. La Policía Nacional de Colombia mejoró la seguridad de las prisiones cuando ellos directamente asumieron la responsabilidad en el manejo de los pabellones de máxima seguridad desde hace un tiempo. Algunos de los privilegios especiales otorgados a los capos fueron revocados y una buena cantidad de material, incluyendo libros de contabilidad, teléfonos celulares y archivos fueron confiscados. La evidencia incautada demostró que los capos de hecho estaban manejando sus operaciones desde prisión. Aplaudimos este esfuerzo por parte de la Policía, pero creemos que todavía hay mucho por hacer. El acceso al mundo exterior tiene que controlarse y restringirse en forma estricta, de tal manera que permita garantizar que los capos estén por fuera del negocio. Estamos preocupados con recientes noticias según las cuales el Ministerio de Justicia está considerando devolverles algunos privilegios a los capos. Urgimos al gobierno a no hacerlo. Los capos encarcelados son criminales comunes, peligrosos y sin escrúpulos, y deben ser tratados como tales, no como huéspedes mimados llenos de privilegios.
Semana: Estados Unidos ha incluido a las Farc y al ELN en la lista internacional de organizaciones terroristas. ¿Esto quiere decir que ustedes presionarán a sus países aliados en América Latina y Europa para negarles apoyo y asilo político a sus líderes?
J.B.: Definitivamente hacemos un llamado a todas las demás naciones para que no le den ningún tipo de apoyo a las Farc o al ELN. Las decisiones en materia de asilo político están en manos de los acuerdos internacionales y las leyes internas, pero no veo un argumento válido para otorgarles asilo político a miembros de las Farc o del ELN, que han sido cómplices de actos de terrorismo internacional. Yo creo que Estados Unidos no aceptará a estos líderes para darles asilo político ni verá con buenos ojos que otros países lo hagan.