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ENTREVISTA : NICOLAS RODRIGUEZ Y PABLO BELTRAN

Jamas nos desmovilizaremos

13 de julio de 1998

Nicolás Rodríguez Bautista, 'Gabino', y 'Pablo Beltrán', el número 1 y el número 3 del ELN, hablan de la paz, pero en un tono enérgico. No están dispuestos a negociar sus banderas y mucho menos sus armas. Para tratar de establecer el nuevo rumbo político y militar de esa organización alzada en armas tras la muerte del cura Manuel Pérez, SEMANA le envió un cuestionario a 'Gabino', quien lo respondió parcialmente pues buena parte de los interrogantes se los pasó a 'Beltrán', quien está recién ascendido a la dirección nacional del ELN. Estas son sus respuestas:
Semana: Después de su ascenso como nuevo comandante, uno de sus primeros pronunciamientos públicos fue una carta dirigida al presidente Samper, en la que se refiere en muy duros términos a él y a su gobierno. ¿Por qué lo hizo?
Nicolás Rodríguez Bautista: Porque consideramos que nada más desleal y oportunista podía hacer el Presidente que pretender beneficiarse de un gesto hecho por nosotros a los señores de la Comisión Internacional. Es demasiado desafortunado que a estas alturas los gestos de buena voluntad se tomen con sentido de grupo o personas. En esa medida, en vez de avivar la paz se generan trabas.
Semana: ¿En verdad el ELN liderado por usted y Antonio García están dispuestos a desmovilizarse?
N.R.B.: Jamás nos desmovilizaremos. Somos parte de una nueva legitimidad en esta patria desgobernada y sumida en la más honda crisis, representamos una parte importante de la sociedad colombiana, esa parte que no puede expresarse porque la asesinan, esa parte que no cuenta con su voz pública, esa parte incluso de muchos colombianos que tienen que aparentar lo que no son porque si son fieles a lo que sienten los acaban. Digamos que representamos la Colombia clandestina, que es lo que tiene que ser porque en este régimen excluyente no cabe la diferencia real. Desmovilizarnos entonces sería traicionar y tengan otra vez la seguridad que no nacimos para eso.
Semana: Usted es natural de la zona de San Vicente de Chucurí y conoce también el área de Barrancabermeja y Puerto Wilches. ¿Qué piensa de todos los hechos de guerra que están teniendo lugar en la zona?
N.R.B.: Yo conocí y estudié bien la filosofía de quienes colocaron en San Vicente al coronel del Ejército Rogelio Correa Campos y esa filosofía también la conocen el general Valencia Tovar, el general Yanine Díaz y por supuesto el general Bedoya como sus autores intelectuales. El plan era claro y enfático: no se podía permitir que el desarrollo de la insurgencia se extendiera de San Vicente a Barranca, porque quedaría en manos de la subversión el más grande centro petrolero colombiano. Ya se había demostrado durante casi 20 años (l964-1984) que el Ejército no lograba derrotar a la guerrilla con los operativos militares, entonces había que eliminar a la población que según el plan era la base del poder acumulado por la guerrilla. Pero la Constitución no permite que el Ejército elimine en masacres a la población; entonces solo les quedó a los señores ideólogos la carta de los famosos paramilitares, que desde entonces siembran el terror en esas tierras de mártires por obra de los autores intelectuales que además de los nombrados está Ecopetrol.
Semana: Usted conoció y compartió con el padre Camilo Torres las ideas por las cuales luchó y murió, ¿todavía están vigentes?
N.R.B.: El padre Camilo Torres me enseñó que mientras hubiera injusticias contra el pueblo había que luchar por eliminarlas, por eso con los elenos de hoy yo sigo en ese empeño. Ahora bien, luego de 34 años de guerra, donde nuestros enemigos han ensayado de todo y en vez de derrotarnos los desarrollos insurgentes siguen creciendo, por todos lados nos hablan otra vez de paz; esto nos alegra mucho porque es lo que siempre hemos querido, la paz. Pero ¿qué paz queremos los elenos?. Paz con justicia social, la paz es la solución de las aterradoras desigualdades sociales, la paz es dignidad para todos, la paz es tolerancia, la paz es soberanía, y si esa es la paz de la que hoy se habla vamos a trabajar por ella sin pérdida de tiempo.
Semana: ¿Cuál hubiera sido su vida si no hubiera ingresado a la guerrilla? ¿Qué estaría haciendo en estos momentos?
N.R.B.: Pienso que si no me hubiera incorporado a la guerrilla en 1964 hubiera sido asesinado por los paramilitares de San Vicente o estuviera refugiado en algún rincón de mi patria.
Semana: ¿Cómo se imagina que será Colombia en el siglo XXI?
N.R.B.: Tengo fe de que en el siglo XXI Colombia pueda edificar la paz que todos los colombianos honrados queremos. Tengo muchos sueños y esperanzas, soy optimista, tengo el alma llena de propósitos de seguir vibrando con todo aquello que indique justicia y dignidad.
Semana: Se habla mucho de la posibilidad de que algunas columnas del ELN que tienen mucho poder político, económico y militar se niegan a dejarse involucrar en diálogos de paz.
N.R.B.: Conozco al ELN como la palma de mi mano. Las políticas son el fruto de decisiones colectivas, nos tenemos confianza y estamos unidos. La propuesta de Convención Nacional donde sintetizamos un camino real en búsqueda de la paz fue levantada en nuestro último congreso y ser fieles a ella es entre otras cosas el mejor legado y homenaje a nuestro comandante en jefe Manuel Pérez Martínez.

Semana: Tras la muerte de Manuel Pérez Martínez, ¿cuál ha sido el rumbo del ELN tanto en lo político como en lo militar? Pablo Beltrán: El deceso del comandante Manuel Pérez significa una gran pérdida para el ELN, pero esto no implica que vaya a cambiar su rumbo estratégico. Los lineamientos principales por los que nos regimos siguen intactos.
Semana: ¿De qué depende ahora que el ELN decida afrontar un proceso de paz con el actual o el próximo gobierno?
P.B.: En este tema el país, y entre ellos los medios de comunicación, deben cambiar su forma de ver la crisis colombiana. Porque un proceso de buscarle salidas a esta olla en que nos encontramos no solo es tarea de la insurgencia y parte del Estado, es un compromiso de todos los sectores de la sociedad. En este orden de ideas, la búsqueda de la paz es un proceso de amplia participación política en el que nos iremos poniendo de acuerdo en qué consiste la presente crisis y cuáles son las formas eficaces de resolverla. Como podrán apreciar, este proceso no puede restringirse a un gobierno, a un partido o a un grupo insurgente.
Semana: ¿Qué buscan concretamente con la negociación?
P.B.: Quizás sea mejor referirnos a diálogos y a acuerdos, porque el término negociar nos reduce a imaginarnos solo a dos partes sentadas en cada extremo de una mesa, cuando este proceso requiere de la inteligencia, voluntad y esfuerzo de todos los colombianos en el que juguemos al "todos ponen".
Semana: ¿Qué condiciones básicas pondría el ELN para dar el primer paso en una eventual negociación? ¿Sería en Colombia? Si no es así ¿dónde?
P.B.: A nuestro juicio, en esta etapa ya hemos dado pasos importantes en la búsqueda de una salida política al conflicto colombiano. El centro de nuestra acción está en desatar un amplio proceso de participación, de diálogo con la sociedad, al que llamamos Convención Nacional. Y en este empeño seguimos pese a que el Proceso de Viana se frustró debido a las manipulaciones electorales que lo ahogaron. Para desarrollar múltiples encuentros entre la insurgencia y la sociedad es mejor realizarlos en el país, y para ello debe dar garantías el gobierno saliente, pero en medio de las pujas electorales es muy complejo que se logren estas condiciones. Ojalá el gobierno entrante se atreva a brindar estas garantías.
Semana: ¿Con cuál de los dos actuales candidatos a la Presidencia se sienten ustedes más tranquilos para negociar? ¿Por qué?
P.B.: Para hablar con sinceridad no hay mucho entre quién escoger. El uno o el otro, el que quede debe romper el monopolio que ha existido hasta ahora en los diálogos entre el gobierno y la insurgencia, para abrirlos hacia toda la sociedad, a la vez que busca el concurso de la comunidad internacional para que nos ayuden a hallarle salidas a esta crisis nacional. Lo que se requiere es que el que quede sí pueda hablar como vocero de la clase dominante, porque hasta ahora lo que hemos visto son disputas entre fracciones, en las que la una no deja moverse a la otra. Y que no vuelva a ocurrir como en el 95, año en el que Bedoya impidió el despeje de territorios para el diálogo y el Fiscal se negó a darle salvoconductos a nuestros voceros públicos.
Semana: ¿Qué opinan de la propuesta que hizo el Ministro del Interior, de incorporar en un eventual proceso de paz a los miembros de la guerrilla al Ejército y legalizar las empresas a través de las cuales manejan sus recursos económicos?
P.B.: Hay una creencia muy extendida de que la insurgencia colombiana tiene grandes riquezas, pero en realidad apenas financiamos el desarrollo creciente de la guerra gracias a las contribuciones e impuestos. Por esto no es mucho el dinero que circulamos por las empresas colombianas, y el que está invertido se encuentra en la economía legal y formal del país, razón por la cual ya no es necesaria su legalización. Sobre la otra parte de la pregunta les digo que es bastante complejo lo del Ejército, porque antes que eso deberíamos cambiar la Doctrina de Seguridad Nacional para que el Ejército deje de considerar al pueblo como su enemigo interno y se dedique a cuidar las fronteras. Así tendríamos de paso un Ejército más pequeño.
Semana: ¿Han tenido contacto con el gobierno norteamericano o con personalidades de ese país para participar en un encuentro académico sobre la paz en algún lugar de Estados Unidos?
P.B.: Diferenciamos las intenciones del gobierno de Estados Unidos de las de los sectores progresistas, democráticos y del pueblo norteamericano. El primero solo ha dado muestras de incrementar la intervención en nuestro país, por lo que ponemos en duda que su ofrecimiento como mediador del conflicto sea algo diferente a terciar para el lado de sus intereses imperiales. Sí mantenemos contactos con personalidades e instituciones no gubernamentales que desean de buena fe aportar su grano de arena para resolver pronto este conflicto que desangra la gran familia colombiana.