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Es urgente desarrollar el agro

Rafael Mejía López*
3 de septiembre de 2001

La importancia de la actividad agropecuaria se expresa en campos muy diversos: la producción de materias primas para la fabricación de bienes alimenticios y no alimenticios de óptima calidad y a precios accesibles; la generación de divisas para la economía nacional; la generación de condiciones de rentabilidad económica y social para los agentes y comunidades involucradas y la conservación de la base de recursos naturales para el disfrute de las generaciones futuras.



El comercio, la biotecnología y la organización gremial constituyen tres áreas prioritarias que son en la actualidad —y seguirán siendo con gran intensidad en el futuro— las que determinan las posibilidades efectivas tanto de desarrollo de los sectores agropecuario y agroindustrial en nuestro país, como de su aporte al mejoramiento de las condiciones de vida de la población.



Tanto el comercio como la biotecnología representan dos ámbitos en los que hoy en día buscamos aplicar criterios técnicos para enfrentar algunos de nuestros retos más importantes. Sin embargo una organización gremial sólida es el soporte fundamental que le da viabilidad a cualquier propósito productivo y comercial. Ella constituye la contrapartida ideal de cooperación frente a las políticas gubernamentales y le otorga a los objetivos técnicos una orientación estratégica y coordinada, haciendo posible la acción organizada de los agentes involucrados.



Debemos, por lo tanto, integrar estos elementos en torno al desarrollo agropecuario y rural, sin perder de vista los grandes problemas del campo en los ámbitos político y social. Para ello llamamos la atención sobre la importancia de establecer una estrecha cooperación entre los sectores público y privado, que permita integrar las posiciones de cada una de las partes sobre cómo se deben enfrentar nuestros problemas y retos.



Esta cooperación tiene en la actualidad un ejemplo concreto: de una parte, el sector agropecuario colombiano ha decidido apoyar a su gobierno en la nueva ronda de negociaciones comerciales de carácter multilateral que acaba de ser lanzada en Doha, Q'atar y, de otra parte, el gobierno nacional ha expresado en la Cuarta Conferencia Ministerial, previa a la mencionada ronda, su posición de insistir en la necesidad de eliminar las barreras de acceso a los mercados de países desarrollados y reducir las ayudas internas a la producción.



En este proceso hemos sido claros en indicar a nuestro gobierno que nuestro país, al igual que el resto de naciones en desarrollo, debe condicionar sus nuevas concesiones al desmonte efectivo y verificable de ayudas internas directas e indirectas, a la supresión de todas las barreras no arancelarias y a la eliminación de los subsidios a la exportación.



Es evidente que las variadas distorsiones derivadas de las barreras y ayudas en países desarrollados han minimizado el papel de los aranceles en los debates y negociaciones sobre liberalización, y es por ello que la desgravación por sí sola pierde sentido como instrumento para alcanzar mayor transparencia en los mercados internacionales.



En otro ámbito, que se contempla hoy como de necesarias definiciones por parte del país, encontramos el de los organismos genéticamente modificados o transgénicos. La SAC propuso a Colombia y a los países latinoamericanos desempeñar un papel más activo en el aprovechamiento de los transgénicos, pues lo contrario significaría incrementar el rezago en nuestro desarrollo científico y tecnológico.



Sin embargo, cabe reconocer que la discusión mundial involucra hoy en día aspectos no solamente científicos y tecnológicos, pues se detecta una creciente participación de múltiples agentes y discursos que han trascendido a los ámbitos político, económico, comercial, ambiental y otros. Desde algunos de estos se enfatiza en la oportunidad de enfrentar los más serios desafíos de la agricultura, como son los de producir alimentos y materias primas en cantidad suficiente y a menores costos económicos y ambientales.



Se suele señalar el atractivo de poder incrementar ostensiblemente los beneficios de las inversiones; minimizar el impacto ambiental y reducir los costos de producción y los riesgos biológicos de la agricultura y del procesamiento de sus productos, al requerirse menores inversiones en insumos y disminuirse el daño causado por agentes patógenos, además de mejorar la calidad de sus procesos y productos finales.



Conviene tener en cuenta estas manifestaciones del potencial de incremento de valor de los productos agrícolas y su procesamiento, pero consideramos fundamental agregar al trasfondo científico y tecnológico de la producción de transgénicos la comprensión sobre el contexto económico y comercial dentro del cual se inscriben los procesos de desarrollo, producción y comercialización de los mismos en la actualidad y hacia el futuro. Esto encuentra su razón al tener que reconocer que el valor agregado que promete la aplicación de las nuevas tecnologías se hace realidad únicamente en los mercados, sean estos nacionales o internacionales.



Si bien la estrategia que Colombia deberá seguir en esta materia se encuentra abierta para el aporte constructivo de la comunidad nacional e internacional, consideramos que nuestro país debe integrar todos los elementos relevantes: científico, tecnológico, ambiental, comercial y de salud humana, entre otros, y construir rápidamente una posición y una estrategia nacionales en torno a la producción y comercialización de los productos originados en cultivos transgénicos.



A medida que comienza a ser abordado en las negociaciones comerciales multilaterales este tema va exigiendo la construcción de definiciones claras y sólidas con la participación de las organizaciones gremiales, pues se encuentra en juego nuestro desempeño en importantes mercados internos y externos de productos agrícolas y agroindustriales.



En conclusión, los acuerdos comerciales deben hacer parte integral de la política agropecuaria y en ellos los transgénicos u organismos genéticamente modificados juegan un papel vital, no sólo en el ámbito del avance tecnológico sino en la definición y ejecución de una estrategia comercial coherente con las características de los mercados. Consideramos que una estrecha cooperación entre el gobierno nacional y las organizaciones gremiales agropecuarias es el camino más expedito para aprovechar las oportunidades y enfrentar los principales obstáculos en este sentido.



*Presidente de la Sociedad de Agricultores de Colombia, SAC.