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La semana pasada, el Gaula de Risaralda desmanteló esta banda de 15 personas dedicadas a la extorsión. Siete de ellas estaban en la cárcel. Desde allí acudían a la modalidad de simular ser policías que detenían a un familiar de la víctima a quien le pedían dinero.

DELINCUENCIA

Reveladores audios de cómo extorsionan a los colombianos desde las cárceles

La extorsión va en ascenso en Colombia. Así funcionan los carteles dedicados a chantajear personas desde la prisión. ¿Qué hacer para evitarlo?.

15 de agosto de 2015

Muchos colombianos han sido víctimas o al menos conocen a alguien, un familiar o un amigo, que en los últimos meses ha recibido una llamada extorsiva. Ese fenómeno está disparado y la percepción de la ciudadanía es que está fuera de control. No es para menos.

El asunto es bastante sencillo para el extorsionista, y la experiencia es increíblemente aterradora para la mayoría de las víctimas. Las modalidades a las que  acuden los delincuentes, ingeniosas y macabras, casi siempre son similares y se basan en causar y aprovechar el miedo de su interlocutor.

En la primera de ellas un hombre llama al celular o al teléfono fijo de la casa o la oficina de la víctima. Se identifica como comandante de  un bloque o frente urbano de los Urabeños, la banda criminal que actúa principalmente en Urabá. También usan los nombres de otros grupos como Rastrojos, Autodefensas Gaitanistas o incluso el de las desaparecidas Autodefensas Unidas de Colombia. Se identifica con alguno de los alias de los jefes de ese grupo que, generalmente, aparecen con frecuencia en la prensa como Otoniel, Gavilán, Tierra o algún otro.

Le informan a la víctima que la tienen identificada y que durante días ha sido objeto de seguimientos al igual que su familia. Para darle credibilidad a esta versión incluso le mencionan el nombre de uno o varios familiares a los que describen con precisión y la dirección exacta de la casa o la oficina. Con estos datos la víctima entra en pánico.

En cuanto el extorsionista se percata procede a realizar sus exigencias. En algunos casos piden que como parte de una “contribución” deben conseguir armas para la supuesta organización. Como se trata de elementos imposibles de obtener para un ciudadano común, el hombre al otro lado de la línea le da la opción de cancelar el equivalente en dinero en efectivo. Las sumas oscilan entre los 2 y los 10 millones de pesos que, según las instrucciones, deben ser consignados en una empresa de giros. En otras oportunidades el delincuente sencillamente solicita el pago directamente a cambio de no atentar contra la víctima o sus familiares.

Un segundo tipo de llamada es similar a la anterior, pero en lugar de simular ser miembro de autodefensas o una banda criminal el extorsionista se presenta como comandante de la guerrilla de las Farc, ELN o EPL. Allí pide contribuciones para la “revolución” y solicita, por ejemplo, que es lo más común, drogas de venta restringida como Glucantime, un tratamiento para la leishmaniasis. Frente a la dificultad de conseguirla le dan la opción a la víctima de entregar dinero.

En una tercera modalidad, un hombre simula ser un miembro de la Policía. Al comunicarse con la víctima le informa que en un retén o cualquier control un familiar suyo, un hijo, sobrino, esposo, etcétera, fue detenido junto a un amigo en posesión de un arma o de drogas. Pasan a un segundo extorsionista que se identifica con algún rango, sargento, teniente, o capitán, y le dice a la víctima que para no meter a la cárcel a su familiar le pueden ayudar a cambio de 2, 3 o 5 millones de pesos. En la mayoría de los casos incluso dan número de placa de identificación y la matrícula de una supuesta patrulla de Policía en donde tienen al familiar. Algunas veces llegan al extremo de dejarle escuchar a la víctima la supuesta voz de su familiar y alcanzan a oír al otro lado de la línea que alguien escasamente dice: tío o tía, ayúdeme.

¿Qué hacer?

La mayoría de las víctimas de estas llamadas se desconciertan por lo concreto de la información que les suministran. Y cuatro de cada diez terminan pagando antes de llamar al Gaula, pues en los casos anteriores los extorsionistas los presionan y les dan un par de horas para cancelar lo exigido.

“Conseguir la información es muy fácil para el extorsionista. Y la gente no cae en cuenta de eso, ni es consciente de la cantidad de datos personales que suministra sin darse cuenta”, explica un oficial del Gaula de la Policía. “En lo más básico, acuden a un directorio telefónico y comienzan a llamar con el nombre y dirección de la víctima. Lo otro es que en las redes sociales las personas cuelgan fotos y una gran cantidad de datos, información que los delincuentes usan al momento de llamar a extorsionar. Datos sobre hijos, esposos, amigos o propiedades”, afirma el oficial.

El 80 por ciento de esas llamadas extorsivas provienen de delincuentes comunes. Y de estas, el 70 por ciento corresponden a presos detenidos en diferentes cárceles del país. Según esas estadísticas oficiales, miembros de las Farc son responsables solo del 9 por ciento del total, seguidos por los Urabeños y otras bacrim residuales.

Para entender la dimensión del fenómeno proveniente de las cárceles, basta mencionar que hace tan solo dos semanas el Gaula de la Policía intervino 37 penales en diferentes lugares de Colombia.

Encontraron 3.300 celulares y más de 3.500 sim cards, desde las cuales 28 bandas de presos efectuaron llamadas extorsivas. El martes de la semana pasada, el Gaula de la Policía de Risaralda terminó la más reciente operación contra uno de estos grupos conformados, por 15 personas, la mitad de las cuales ya estaban presas, dedicadas a la modalidad conocida como ‘el sobrino’, un supuesto familiar detenido por falsos agentes.

Lo más importante es que el Gaula de la Policía resuelve el 95 por ciento de los casos de extorsión que las víctimas denuncian. “El gran inconveniente consiste en que muchas veces, por el susto, la gente primero paga y luego denuncia. Y aunque el caso se resuelve pierden el dinero cancelado. De allí la importancia de mantener la calma y denunciar primero”, afirma un oficial.

Los ciudadanos pueden aplicar varias estrategias para evitar caer en las llamadas millonarias. La primera de ellas es conservar la calma. En muchos casos el simple hecho de preguntarle al extorsionista desde qué cárcel está llamando es una herramienta simple y efectiva que usualmente hace que desista y cuelgue. Esta es una de las recomendaciones del director del Gaula de la Policía, general Fabio López, en una de las guías útiles y de fácil aplicación para los ciudadanos.



Si bien el mayor porcentaje de extorsiones se realiza por medio de llamadas, también se presenta la extorsión clásica, o siciliana como la llaman los expertos. Consiste en que un delincuente se presenta ante su víctima simulando pertenecer a alguna organización al margen de la ley y solicitando dinero a cambio de protección. La mayoría de las víctimas son comerciantes pequeños o personas de bajos recursos. La semana anterior,el Gaula arrestó a nueve hombres que se hacían llamar ‘los vigilantes’ y extorsionaban a desplazados y recicladores en una comuna en Cali. Exigían entre 1.000 y 5.000 pesos semanales, y lograban recolectar hasta 30 millones de pesos al mes con esta modalidad.

Durante el primer semestre de este año creció en 150 por ciento el número de bandas de extorsionistas desarticuladas, al pasar de 59 estructuras en 2014 a 148 hasta julio de 2015. Algo similar ocurre con el número de extorsionistas capturados. En los primeros seis meses del año anterior fueron detenidos 1.833 y en los primeros seis meses de este año la cifra llegó a 2.145, lo que representa un incremento del 17 por ciento.

“Parte de este auge se explica, irónicamente, por la reducción en más del 30 por ciento del secuestro.  Una extorsión es sencilla de hacer y no requiere un gran número de personas ni infraestructura, como el secuestro. Por eso algunos han mutado a esta modalidad”, afirma un investigador del Gaula. “La dificultad para controlar el tema en las cárceles también influye, pues muchos de los extorsionistas capturados siguen con ese ‘negocio’ tras las rejas. Lamentablemente solo necesitan un celular y listo”, concluye el oficial.

Mientras se busca una solución de fondo al tema de la extorsión carcelaria, la que más atormenta a la ciudadanía, la principal recomendación es conservar la calma y, sobre todo, siempre denunciar antes de pagar.