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ENTREVISTA

"No voy a permitir que politicen el dolor de una mamá": Fabiola Lalinde

Su hijo fue desaparecido por el Estado. Esta mujer paisa, que lleva 30 año luchando con el olvido, habló con Semana.com de su archivo personal, elogiado por la Unesco.

21 de diciembre de 2015

En las paredes hay afiches que convocan a marchar por los desaparecidos, que denuncian los desmanes del Estado, de los paramilitares, de las guerrillas. Fotos de madres que llevan sobre el vientre, a su vez, imágenes de hijos desaparecidos.

Hay cajas con revistas, recortes de periódicos, rastros de la historia de Fabiola Lalinde, que en esta mañana de viernes se demora para salir a la sala de su casa porque tiene que tomar pastillas, obligarse a los cuidados que hace unas semanas le mandó un médico bogotano que sabía poco de la vida de una mujer a la que hace treinta años el Ejército le desapareció a Luis Fernando, su hijo, enterrado como guerrillero en un trecho de una vereda de Jardín, Antioquia.

"Es que lo que duele un hijo. Los hijos lo hacen hacer de todo a uno. ¿Usted me imagina a estas horas de la vida haciendo un Power Point?", dice Fabiola, que en 30 años de buscar justicia por la desaparición de su hijo -cuyos restos (un cráneo y 76 huesos) le entregaron en 1996 en un caja de cartón- reunió todo clase de pruebas: mapas artesanales, documentos judiciales, apuntes que tomó, recortes de prensa, archivo que fue incluido por la Unesco en el Registro Regional del Programa Memoria del Mundo.

Semana.com: ¿Cómo tomó la noticia de que su archivo llegará a la Unesco?

Fabiola Lalinde.:
Yo no esperaba nada. Eso lo presentó el Centro de Memoria Histórica, ellos lo digitalizaron y lo llevaron ante la Unesco. Yo estaba en un congreso sobre archivos de memoria que había organizado el Centro, y en pleno conversatorio me dan la noticia. Eso fue un choque de emociones, yo venía con mucha indignación porque el Estado se ha burlado de mí, no me han hecho justicia.

Semana.com: ¿Es en ese momento cuando sufre el infarto?

F. L.:
Sí, aunque yo pensé que eso era cualquier cosa, que me había descompensado, que eso no era ningún infarto. Incluso en la clínica yo le dije al médico que me dejara ir porque yo quería estar en el evento del CMH. Pero esto me dio mucho ánimo. Todo el mundo me regaña que no puedo seguir con el nivel de trabajo que he tenido, pero ahora va a empezar otra etapa de mi vida, que tengo que agradecer, porque voy trabajar con la Unesco todo este tema de los archivos.

Semana.com: ¿Cómo empieza a formar el archivo?

F. L.: Desde que desapareció Luis Fernando nosotros mismos empezamos a investigar, porque nadie nos paraba bolas. Nosotros fuimos a la vereda donde lo vimos por última vez, hicimos mapas, hablamos con campesinos y todo eso lo fuimos reuniendo. Resulta que en 1998 una niña de la Universidad Javeriana de Bogotá me llamó, ella estaba haciendo su tesis sobre desaparición forzada, y quería que la ayudara, entonces vino y yo organicé mi archivo lo mejor que pude, lo puse en un A/Z, que yo lo sabía manejar bien. Ahí vi que eso que yo tenía ahí valía la pena, porque aquí creían que no había desaparecidos, ese era un tema desconocidísimo y que todo el mundo negaba.

Semana.com: ¿Cómo le ha respondido el Estado a usted?

F. L.: Lo único que le puedo decir a usted es que yo he sido persistente como un sirirí, y que yo no digo mentiras, porque las mentiras usted las coge, porque a veces cometen unas injusticias con uno. Yo siento dolor, rabia por todo lo que he luchado. Pero por el otro lado nosotros queremos justicia. A nosotros nos dieron como cuatro pesos por perjuicios morales, eso fue hace mucho, y eso me costó un lupus, porque cuando me llamaron para esa indemnización me pidieron que le rebajara al estado colombiano 100 gramos oro de lo que me tenían quedar. Siempre piensan y deciden por nosotros, esa es una de las cosas que me llevan a trabajar con estas mujeres. Yo lo que he podido hacer en esta vida es por el apoyo que he encontrado aquí y afuera, yo no voy a permitir que vayan a politizar el dolor de una mamá. Es que lo que duele un hijo, los hijos lo hacen hacer de todo a uno, usted se imagina yo a estas horas de la vida haciendo un Power Point. Hasta una poesía hice un día.
 
Semana.com: La CIDH responsabilizó al Estado por la muerte de su hijo, y el Consejo de Estado pidió que se hiciera justicia, ¿ha pasado algo luego de esos pronunciamientos?

F. L.: No. En noviembre de 2013 salió una resolución del Consejo de Estado para que nos indemnizaran por daños emergentes y a eso le dieron mucha vitrina, pero a nosotros no nos han dado nada. Ya en 2013 la OEA pide que hagan justicia, pero tampoco ha pasado algo. Es que usted no se imagina lo que han hecho conmigo, pero a mí no me van a manejar con el dedo chiquito ni me van a hacer cosas, aunque me cueste la vida. Las mentiras que han dicho de mí son muy graves, solo le digo que quisieron meterme a la cárcel por narcotráfico recién desaparecido mi hijo, vinieron y me esculcaron y me metieron aquí dos libras de coca, y eso recién empacado, ya luego salí de ese problema, es que en las Fuerzas Militares hay de todo. Yo todo lo que quiero es que tanto dolor no haya sido inútil y sirva para alguna cosa. Que las mujeres no se mueran de cáncer sino que sigan la búsqueda, porque sino quién. 

Semana.com: Hace poco la Fiscalía dijo que en el conflicto armado se han identificado 7.000 desaparecidos, ¿qué opina de esa cifra?

F. L.: Saber la verdad en Colombia es muy difícil. Es imposible, porque sobre todo está la gente de las zonas rurales, a la que nadie le para bolas y que han tenido que sufrir cosas macabras. No creo mucho en esas cifras, aunque yo no sé qué decir porque lo mío es muy modesto, porque yo soy atípica, acá nada es lo que debe ser. La gente piensa que yo tengo mucho humor, pero esta es la verdad de mi vida personal, me pidieron una hoja de vida hace unos meses y salió muy charra, porque puse mi historia personal que es muy simple: mis proyectos personales de vida han fracasado todos.