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¿El Gobierno blanqueó a las FARC con el Nobel de Paz?

Ningún miembro de la guerrilla, que firmó el acuerdo con el presidente Santos en el Teatro Colón, estuvo en la ceremonia de este sábado en Oslo.

10 de diciembre de 2016

Antes del batacazo del Gobierno en el plebiscito del 2 de octubre, que desató dos enloquecidos meses de marchas ciudadanas, diálogos con los promotores del No y renegociación del acuerdo con las FARC, todas las cábalas apuntaban a que Juan Manuel Santos y Rodrigo Londoño, Timochenko, eran los favoritos para ganar de manera conjunta el premio Nobel de Paz. A fin de cuentas, el presidente de Colombia y el jefe máximo de las FARC eran los firmantes del acuerdo de Cartagena que debía acabar con medio siglo de guerra.

El triunfo del No alteró las cuentas de todo el mundo, pero en todo caso el esfuerzo de Santos, con la herida de la derrota electoral todavía abierta, fue reconocido esa misma semana con el Nobel de Paz, que recibió este sábado en Oslo. Timochenko, en cambio, no fue laureado y los líderes guerrilleros tampoco estuvieron presentes en la ceremonia. Enrique Santiago, un abogado español que asesoró a las FARC en la mesa, representó al grupo en la ceremonia.

El presidente llevó a sus negociadores, algunos allegados y una decena de representantes de las víctimas, la mayoría agredidas por las FARC, pero ningún miembro de la guerrilla, quienes enfrentan órdenes internacionales de arresto en Estados Unidos.

En sus discurso del sábado, Santos dijo que el premio pertenece también a los que negociaron en La Habana "y me refiero tanto a los negociadores del Gobierno como a los de las FARC, mis adversarios, que demostraron una gran voluntad de paz".

Por su parte, la presidenta del Comité Noruego del Nobel, Kaci Kullmann Five, tuvo palabras de elogio para Timochenko, en su discurso leído por su vicepresidenta Berit Reiss-Andersen.

"Deseo hacer honor al líder del guerrilla de las FARC Rodrigo Londoño por haber lamentado, tan claramente y sin reserva, los padecimientos que las FARC han causado a la población civil y haber pedido el perdón del pueblo colombiano. Este es un ejemplo a seguir", afirmó.

El Nobel de la Paz fue únicamente otorgado a Santos, y el Comité, conforme a la tradición, no quiso explicar porqué no habían sido premiadas también las FARC, como ha ocurrido con anteriores procesos de salida negociada a un conflicto.

"Un premio a las FARC habría probablemente sido mal percibido por quienes son escépticos sobre el proceso de paz", opinó en su momento el director del Instituto de investigación sobre la paz de Oslo (Prio), Kristian Berg Harpviken.

La situación ha cambiado desde entonces, pues Timochenko firmó el nuevo acuerdo de paz en el Teatro Colón, en el corazón de Bogotá, y el Congreso ya refrendó lo renegociado en La Habana. Las FARC, de alguna manera, ya están en tránsito hacia la vida política legal.

Hay quien defiende que cuando se premia un proceso de paz se reconoce a las dos partes de la negociación, como ha ocurrido en otras ocasiones cuando se entregó el Nobel a los procesos de Sudáfrica, Oriente Medio o Irlanda del Norte.

Hasta Nelson Mandela compartió su premio con su contraparte, Frederik de Klerk, cuando recibió el Nobel en 1993. Ambos fueron los arquitectos del final pacífico del apartheid, el sistema de segregación que discriminaba a la mayoría negra representada por Mandela en beneficio de la minoría blanca representada por de Klerk.

Al año siguiente, el Nobel fue para el proceso de paz entre Israel y Palestina. Y lo recibieron dos israelíes (el primer ministro Yitzhak Rabin y Shimon Peres, para la época ministro de relaciones exteriores) y un palestino (Yaser Arafat).

En el antecedente más cercano, el Nobel de 1998 fue otorgado conjuntamente a John Hume y David Trimble por sus esfuerzos en Irlanda del Norte, que se concretaron en el acuerdo de Viernes Santo firmado por las principales fuerzas políticas. Trimble era el líder del partido protestante y Hume el del partido católico, aunque ese reconocimiento dejó por fuera al líder del Sinn Fein, Gerry Adams, el bando más vinculado al ejército republicano irlandés, el IRA.

La gran diferencia con esos ejemplos es que el propio Nobel fue otorgado a las partes que firmaban la paz, y ningún bando invitó al otro. Además, las FARC aún están en algunas listas de agrupaciones terroristas, lo que podría haber provocado problemas de logística, según dijo el propio Santos, pese a que en 2012 la mesa se instaló precisamente en las afueras de Oslo. En cualquier caso, el proceso todavía enfrenta obstáculos para su implementación en un clima político polarizado. Su presencia podría herir sensibilidades entre los promotores del No, muchos de los cuales sienten que Santos les hizo conejo.

Santos desde el primer momento dijo que recibía el premio en nombre de todos los colombianos y en especial de las víctimas del conflicto, que se cuentan por millones. Sólo después se refirió a "los negociadores de ambas partes, y a tantas otras personas e instituciones que nos han apoyado en este proceso”.

"El único premio al que aspiramos es de la paz con justicia social para Colombia sin paramilitarismo, sin retaliaciones ni mentiras", escribió Timochenko en Twitter en su primera reacción tras el anuncio del galardón a Santos.

Pero dos horas después felicitó en otro mensaje “al presidente Juan Manuel Santos, a garantes Cuba y Noruega, acompañantes Venezuela y Chile, sin los cuales sería imposible la Paz".

Las FARC, en cualquier caso, así ya estén vistiendo de Everfit, visitando redacciones y sets de noticias, no se pusieron el traje de gala para asistir al Nobel. “Eso no figura en la agenda nuestra”, fue la escueta respuesta de Joaquín Gómez cuando surgió la pregunta hace pocos días en una rueda de prensa.