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| Foto: Archivo SEMANA

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FARC: "No podemos darle otros 51 años de guerra a Colombia"

'Pastor Alape' le dice al presidente Santos que es hora de dar pasos serios que ayuden a desescalar el conflicto.

6 de julio de 2015

El presidente Juan Manuel Santos debería hacer gestos de paz "contundentes" para impedir que el conflicto armado se prolongue por otros 51 años, dijo el jefe guerrillero 'Pastor Alape', un plenipotenciario de las FARC en las negociaciones de paz de La Habana.

"Tenemos que dar pasos serios en profundizar el desescalamiento del conflicto armado", declaró 'Alape' en una entrevista con la AFP, mientras las negociaciones destinadas a acabar un cruento conflicto interno -iniciado en 1964- enfrentan su momento más crítico tras el recrudecimiento de las hostilidades.

"No podemos darle otros 51 años de conflicto, de guerra, a Colombia (...). Es necesario apoyar el proceso en todo su sentido, insistir en la necesidad del cese bilateral al fuego para poder darle silencio a la guerra", añadió Alape, quien conversó con la AFP en la Plaza de la Revolución de La Habana, frente al famoso retrato del Che Guevara.

Alape, de 56 años y cuyo nombre real es Félix Antonio Muñoz, era uno de los principales jefes militares de las FARC antes de llegar a Cuba a negociar con el gobierno colombiano, en octubre del 2014. Es uno de los cinco plenipotenciarios rebeldes en estos diálogos iniciados en el 2012 y es uno de los siete miembros del Secretariado de las FARC, su comité directivo.

El Gobierno y las FARC actualmente intentan sellar un acuerdo parcial sobre reparación a las víctimas que dé oxígeno al proceso de paz, cuestionado en Colombia por el escalamiento del conflicto, según recientes sondeos.

"El Gobierno está en ese enredo de tener que responderles a los sectores de derecha, de estar pendiente de la popularidad del presidente", lamentó 'Alape', quien sin embargo no cree que las encuestas induzcan a Santos a abandonar las negociaciones de paz.

"Puede ocurrir, pero no queremos pensar eso. Queremos mejor soñar que el señor presidente está comprometido con este proceso a sacarlo adelante y a ser el hombre que firme la paz de Colombia, el hombre que quede en la historia", expresó.

- ¿Otra tregua unilateral? "Es complicado" -
 
Alape dijo que las FARC no piensan dejar las negociaciones a pesar de los golpes recibidos recientemente, en los que han muerto decenas de guerrilleros.

"Nuestro mandato fue venir a jugárnosla toda por la paz y en eso estamos. Hasta el momento no hemos pensado en eso" (en abandonar la mesa de negociaciones), dijo.

Advirtió, sin embargo, que es muy difícil que las FARC declaren nuevamente una tregua unilateral como la que mantuvieron entre diciembre y mayo.

"Está complicado porque a la fuerza guerrillera, a los mandos, les es muy difícil interpretar que ayer dijimos sí (y) mañana decimos no. Por eso insistimos tanto en que es necesario un acto bilateral en dirección a silenciar los fusiles en Colombia", indicó.

El jefe negociador del Gobierno, Humberto de la Calle, dejó abierta por primera vez el domingo la posibilidad de un alto al fuego bilateral, algo que el presidente Santos había rechazado reiteradamente.

"Los cinco meses de cese unilateral del fuego sí permitieron sentir un bajón en todo el accionar militar en Colombia, es decir, fue como un abrebocas a lo que sería un país en paz. Por eso es tan importante el cese bilateral del fuego", dijo Alape.

Durante la tregua rebelde el Gobierno "inició una serie de operaciones militares en todas las regiones" contra la guerrilla y "eso hizo insostenible el cese unilateral del fuego", afirmó Alape.

El negociador de las FARC negó que una emboscada guerrillera en que murieron 11 soldados en abril haya sido la chispa que encendió nuevamente el conflicto, y afirmó que se trató de una acción defensiva ante "una serie de ataques serios contra las unidades guerrilleras" en medio de la tregua unilateral.

El Gobierno y las FARC han consensuado hasta ahora tres de los seis puntos de la agenda destinada a acabar el último conflicto armado en América Latina, que ha dejado 220.000 muertos y seis millones de desplazados.

Ambas partes acordaron además un programa de desminado y crear una Comisión de la Verdad.