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| Foto: El Tiempo

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La inclemente lucha contra El Niño

La sequía está haciendo graves estragos en todo el país. Y todavía no ha llegado lo peor.

24 de enero de 2016

Al lado del proceso de paz, ningún tema en Colombia dará tanto de que hablar en el primer semestre del año como el Fenómeno del Niño. Esta semana el clima fue noticia todos los días. La Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA) y la NASA confirmaron lo que muchos colombianos están sintiendo: que el último mes ha sido el más caliente en los 136 años se lleva esta medición.

La situación en el país está comenzando a ser crítica. Medellín y Cali ya anunciaron racionamientos. Puerto Salgar registró hace unos días la temperatura más alta de la historia: 45 grados. Al mismo tiempo, el valle de Sogamoso vivió una de las más bajas: -3 grados. El caudal de los ríos Magdalena y Cauca llegó a un mínimo histórico.

El transporte fluvial podría estar en jaque y los pescadores revelaron con asombro que este año no sólo no hay subienda, sino que tampoco hay dónde pescar.

“El balance es bastante preocupante”, reconoce el director del Ideam, Omar Franco. El funcionario lleva varios meses liderando una procesión que sólo logró sumar fieles hace pocas semanas. Aunque la llegada del Fenómeno del Niño estaba anunciada, por cuenta de las lluvias de octubre y noviembre muchos colombianos no creyeron que fuera realidad. Esa percepción cambió totalmente este mes.

El Niño es un fenómeno de variabilidad climática que se origina porque se presentan corrientes de agua más cálidas en el océano Pacifico que disminuyen la lluvia en el trópico. Eso para Colombia ha significado que en los últimos siete meses las precipitaciones se han disminuido en 65 %. En otras palabras, que haya llovido menos de la mitad de como solía ser en los mismos meses en años anteriores.

El que no haya llovido generó un enorme daño. Colombia es un país que tiene dos temporadas de lluvias al año, si una de ellas se debilita los ecosistemas no alcanzan a recuperarse y por lo tanto, tampoco pueden enfrentar el periodo de verano. Esa situación es la que explica que, por ejemplo, hoy los ríos tengan el nivel más bajo de la historia.

El caso del Magdalena es particularmente grave, pues 19 departamentos y 724 municipios dependen de este. Sus aguas generan el 80 % del producto interno bruto, el 75 % de la energía hidráulica y el 70 % de la producción agrícola. La sequía tendrá impactos en la navegabilidad, que es clave por ejemplo para el transporte del petróleo, un sector ya golpeado por la caída de los precios.

En la seguridad alimentaria porque este río y sus afluentes riegan gran cantidad de cultivos. Y en los acueductos, en especial los municipales, cuyas bocatomas se surten de allí.   

El ministro de Vivienda, Luis Felipe Henao, cuenta que cuando comenzó el fenómeno 320 municipios del país estaban en riesgo de sufrir desabastecimiento de agua potable. Y en lo que va corrido del año, han logrado que 190 salgan de esa categoría.

Como la situación climática es cada vez más difícil, esa compleja logística es a veces imperceptible. Estas semanas se han repartido 700 millones de litros de agua, han trabajado 487 carrotanques sin descanso y se han perforado más de 112 pozos de aguas subterráneas para que no falte agua para el consumo humano en ningún rincón del país. Aun así, muchas regiones rurales en las que los campesinos viven a grandes distancias están en riesgo.

A diferencia de otros fenómenos en el pasado, los colombianos han respondido. El ministro de Ambiente, Gabriel Vallejo, ha liderado una campaña para promover el ahorro del agua. Sus resultados muestran que las personas son cada vez más conscientes de lo valioso que es este recurso.

En Barranquilla, por ejemplo, los hogares pasaron de gastar 26 metros cúbicos a 16, y en Manizales, de 17 a 13. Esa estrategia ha tenido algo de zanahoria y algo de garrote, pues el derroche de agua en el país era cerca de los ocho millones de metros cúbicos mensuales. En estos meses más de 1.200.000 de personas fueron sancionadas por excederse en el consumo.   

Lo más grave, sin embargo, no es lo que está pasando, sino lo que falta. Según las predicciones climáticas, el Niño se debilitará a finales de marzo. Sin embargo, sus efectos sólo desaparecerán cuando las temperaturas del Pacífico vuelvan a condiciones normales, probablemente en junio. Como en ese momento comenzará la temporada seca del año, la suma de tantos meses sin lluvia puede hacer que en todo el 2016 Colombia sufra de sed.