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Samuel Moreno tiene en sus manos la obligación de echar a andar el sistema integrado de transporte, que reemplace a la informalidad que ha imperado, en medio del caos y el pésimo servicio, durante más de 50 años. Si lo logra, dejará su huella en la ciudad, pero si fracasa, nunca será olvidado por los bogotanos

Bogotá

¿Fin a la guerra del centavo?

En seis meses la administración Moreno debe poner a andar el remedio para ponerle fin al caótico transporte público de la ciudad. ¿Podrá lograrlo?

17 de mayo de 2008

Los bogotanos no se han enterado de que en estos momentos se está definiendo cómo hacer menos dolorosa una de sus mayores torturas: el transporte público. La administración de Samuel Moreno deberá poner a andar el Sistema Integrado de Transporte que, aunque suene a cuento de hadas, busca acabar con la guerra del centavo y unir bajo un solo sistema a TransMilenio con el servicio que hoy prestan las empresas de buses de la ciudad.

El tema es muy importante no sólo porque definirá el modelo que reinará muchos años en las calles, sino porque entregará a tan sólo ocho operadores (y no los 66 de hoy) uno de los negocios más grandes de transporte en Latinoamérica, que cada día hace 5,5 millones de viajes y mueve cerca de tres millones de dólares en efectivo. Un sector que puede facturar más de 1.000 millones de dólares al año, sólo en pasajes.

Aunque desde finales de 2006 la administración de Luis Eduardo Garzón expidió el Plan Maestro de Movilidad, el alcalde Moreno dijo a SEMANA que está siendo ajustado porque no tenía contemplado ni el metro ni el tren de cercanías. Ymientras el plan comienza a funcionar -el primero de enero, según el Alcalde-, la administración, empresas y propietarios de buses comenzaron a discutir cómo se debe llegar a ese nuevo mundo. Ocho nuevas empresas deberán responder por el transporte en igual número de zonas en las que se dividirá la ciudad. Y lo más importante, antes de subirse a un bus, las personas deberán comprar su tiquete.

Moreno advirtió que los nuevos operadores tendrán que incluir todos los buses y busetas, además de instalaciones y equipos. "Ese es un negocio que va a requerir grandes capitales y tecnología, que puede ser vinculado a través de nuevos socios", dijo Moreno.

Precisamente este es el primer gran punto de preocupación que tienen los transportadores tradicionales. "Aquí no se está abriendo un nuevo negocio o concesión. Es la continuación de un sistema que por décadas ha sido operado por una comunidad que tiene derecho a reclamar que el nuevo negocio es de ella y para ella", dice César González Muñoz, presidente de la Confederación Nacional de Transportadores Urbanos (Conaltur), que reúne las 66 empresas de transporte de Bogotá.

Según el economista, las empresas respaldan el nuevo modelo, pero "una licitación abierta sería lo más parecido a un desalojo y una clara injusticia histórica", dice González.

La administración distrital quiere que los 15.000 propietarios aporten sus buses y a cambio reciban una renta a perpetuidad e incluso, acciones de las nuevas empresas. Luis Bernardo Villegas, secretario de Movilidad, dijo que estos y otros puntos, como la composición accionaria, el número de rutas, sobreoferta, chatarrización, tarifa, manejo y reparto de los recursos, y permanencia de todos los actores en el sector, deberán ser definidos para poder darles vida a las nuevas empresas.

Estudios oficiales muestran que cada empresa deberá tener entre 1.500 y 2.000 buses. De las 517 rutas actuales, podrían quedar unas 300. La idea es que en cinco años se pueda llegar a que el parque automotor cumpla unos estándares mínimos. A finales de 2009 debe entrar a funcionar el sistema único de recaudo y en 2010 el sistema debe estar en pleno funcionamiento. "Las personas creen que el gremio transportador es un pulpo, una mafia manejada por unas pocas familias y empresas, pero se equivocan. Es un negocio de muchos propietarios", dice González.

Tras una Alcaldía como la de Lucho Garzón, que tuvo serias dificultades con algunos transportadores, ahora le corresponde a Moreno demostrar que tiene la independencia, capacidad y decisión para definir el nuevo sistema integrado de transporte, sin que la ciudad salga lesionada en sus intereses

El primer paso es construir confianza entre ciudadanos y transportadores. El segundo, definir de una vez el candente tema del factor de calidad y de la chatarrización.

Aunque pocos crean que un sistema ordenado se pueda hacer en la ciudad del caos, las órdenes de cambio están dadas. El alcalde Moreno debe saber que no sólo en el metro y el tren de cercanías, sino en la integración de todos los sistemas, encontrará la punta que puede desenredar el trancón capitalino y dejar su nombre como el Alcalde que puso fin a la guerra del centavo. Y si fracasa, su nombre tampoco será olvidado por los bogotanos.