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Las organizaciones ganadoras del Premio Nacional de Paz se han convertido en un soporte psicológico e institucional para las comunidades que aún conviven con entornos sociales violentos . A la izquierda Gerardo Vega, creador de Forjando Futuros, con mujeres de la comunidad de Urabá.

GALARDÓN

Forjando Futuros, y Tierra y Vida: todo por la tierra

Las ganadoras del Premio Nacional de Paz 2012, Forjando Futuros, y Tierra y Vida, mediante un apoyo institucional han logrado una destacable labor para el retorno de los desplazados de Urabá.

24 de noviembre de 2012

La historia de las fundaciones Forjando Futuros y Tierra y Vida resume la guerra que ha sufrido Urabá. Desde mediados del siglo XX llegaron adinerados colonizadores y ocuparon extensas superficies. Buena parte del territorio quedó improductivo, pero con dueño, mientras los campesinos vivían en campamentos. Corrían los años ochenta y la guerrilla del EPL promovió invasiones en Urabá, en tierras sin uso. Y desde entonces la puja se ha mantenido. Mientras los campesinos intentan tener dónde vivir, los hacendados buscan recuperar lo que creen les pertenece. Este ir y venir ha cobrado centenares de vidas. Para finales de la década, se desmovilizó el EPL y el abogado Gerardo Vega, que perteneció a ese grupo, continuó trabajando por el derecho a la tierra. Para 2000, la participación civil en Urabá estaba reducida. Había dificultades para resolver los problemas y una clase política dividida entre lo poco que quedaba de la UP y el partido Esperanza, Paz y Libertad. Entonces un grupo de 25 profesionales humanistas, entre ellos Vega, crearon la fundación Forjando Futuros.

"La fundación surge para desarrollar proyectos sociales y económicos y para incentivar la participación de la sociedad en las decisiones que afectan a la gente y en el acceso a la justicia", explica Vega. Aunque la fundación nació en Urabá, también trabaja en Antioquia y en Medellín. Por un lado, en la asesoría jurídica y el acompañamiento psicológico para 300 víctimas de las autodefensas en Medellín. Por el otro, en gestionar recursos de cooperación internacional para infraestructura. A este respecto se destacan el pabellón neonatal del hospital Antonio Roldán Betancur, 56 pozos sépticos en viviendas en Marinilla de familias desplazadas, la construcción de 45 viviendas y el mejoramiento a otras 17 en Urabá. Y en el ejercicio académico han detectado 700 resoluciones posiblemente falsas, emitidas a nombre del Incoder para entregar baldíos a personas que no los merecen, y han documentado 3.100 casos de despojos de tierras.

En ese ejercicio fueron apareciendo líderes de víctimas en Urabá. En Turbo se destacaba Carmen Palencia, que ha sufrido más que muchos los efectos de la violencia. Los paramilitares mataron a su esposo en 1989 en Córdoba y ella salió desplazada hacia Urabá, con sus tres hijos. Allí se integró a los procesos organizativos, lo que le ha costado amenazas y un atentado. Se asentó en la vereda California y llegaron a cobrarles por vivir allí. Más tarde se dieron cuenta de que la tierra era de la Nación. Entonces ella comenzó a reclamar su tierra.

No ha sido fácil. A las amenazas siguieron los homicidios. En 2008 crearon la asociación Asovirestivi (Asociación de Víctimas para Restitución de Tierras). "Nos reunimos en el barrio Obrero, al pie de donde yo vivía. Solamente 50 líderes hicimos la primera asamblea", recuerda Carmen Palencia. "El único de los convocados que no alcanzó a llegar fue Enamorado porque los paramilitares pararon el colectivo y preguntaron por él. Pero como no lo conocían lo dejaron seguir, pero no alcanzó a llegar".

La organización no estaba sola. Contaba con la asesoría de Forjando Futuros y luego se sumaron Arco Iris, Redepaz, IPC y Codhes, que la apoyaron para abarcar todo el país. Entonces se creó Tierra y Vida, que ya tiene 13 capítulos. La persecución ha seguido y en menos de diez años han sido asesinados 13 líderes de Urabá y cuatro en Valle.

El trabajo no ha sido menor. Sus intenciones fueron tenidas en cuenta en la Ley de Tierras y han sido pieza clave en las denuncias de parapolítica y paraeconomía. Por todo eso la historia de Forjando Futuros y Tierra y Vida es un claro ejemplo de resistencia civil y pacífica, digno del Premio Nacional de Paz.

En esta ocasión la Pastoral Social regional Suroriente colombiano recibió una mención especial por lograr en apenas diez años la atención integral de los problemas generados por la violencia y los desastres naturales en la Orionoquia. El Premio Nacional de Paz es una iniciativa de SEMANA, PNUD, El Tiempo, Caracol Radio, Caracol Televisión, Proantioquia y Fescol que desde 1999 exalta a las organizaciones que le apuestan al progreso pacífico al margen del conflicto.