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Francisco pidió también a los jóvenes "entrar en la revolución de la fe. | Foto: EFE.

VISITA

Francisco aclamado por 1,5 millones de católicos

En la playa de Copacabana el Papa saludó a los jóvenes del mundo.

25 de julio de 2013

Francisco, el "papa de los pobres", fue aclamado el jueves bajo la lluvia por un millón y medio de personas al recorrer en papamóvil descubierto la avenida que bordea la playa de Copacabana, tras visitar más temprano una favela donde reclamó la inclusión social de los marginados.
 
Al igual que en sus anteriores paseos en papamóvil, el primer papa latinoamericano de la historia rompió el protocolo y se mostró llano y accesible: estrechó manos, besó niños, cambió su solideo (el casquete de seda blanco) por otro que le entregó un fiel, y hasta tomó un mate que le ofrecieron.
 
"La fe de ustedes es más fuerte que el frío y la lluvia. ¡Felicitaciones!", dijo en su saludo de bienvenida a los peregrinos de la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ), en un inmenso escenario instalado en la arena.
 
Atendiendo un pedido del pontífice, el alcalde de Río envió a una monja una canasta con una docena de huevos para ser colocada a los pies de Santa Clara, pidiendo que el tiempo mejore.
 
Francisco pidió también a los jóvenes "entrar en la revolución de la fe" y les advirtió que "el tener, el dinero, el poder pueden ofrecer un momento de embriaguez" pero "al final nos dominan y nos llevan querer a tener cada vez más, a no estar nunca satisfechos". "¡Poné a Cristo en tu vida!", pidió el papa argentino.
 
La organización de la JMJ estimó la multitud en 1,5 millones de personas. La policía no dio estimaciones.
 
A unos 6 kilómetros de allí, en Leblon, centenas de jóvenes manifestantes, algunos encapuchados, gritaban "¡A peregrinar a Copacabana!", en una protesta contra el gobernador de Río y el gasto público por la visita del papa. Un fuerte contingente policial les bloqueaba el paso.
 
Caminando en la favela
 
En la mañana, el papa conoció un lugar muy diferente a la turística Copacabana: la favela de Varginha, gris y chata, donde caminó por las calles, saludó y conversó con vecinos, se puso un collar de flores que le regalaron, bendijo el nuevo altar de la humilde parroquia aún en construcción, y entró en una casa a saludar a una familia.
 
Frente al enlodado campo de fútbol donde se apiñaban 25.000 personas, afirmó que la "pacificación" de las favelas de Río, reconquistadas por la policía de manos de narcotraficantes y milicias parapoliciales, no durará si la sociedad brasileña margina a sus pobres.
 
"Ningún esfuerzo de 'pacificación' será duradero, ni habrá armonía y felicidad para una sociedad que ignora, que margina y abandona en la periferia una parte de sí misma", dijo.
 
El primer papa latinoamericano urgió asimismo a los jóvenes "y a todos" a no perder la esperanza frente a la corrupción, un mal que carcome a Brasil desde hace décadas.
 
"Queridos jóvenes, ustedes tienen una especial sensibilidad ante la injusticia, pero a menudo se sienten defraudados por los casos de corrupción, por las personas que, en lugar de buscar el bien común, persiguen su propio interés", dijo.
 
"A ustedes y todos les repito: nunca se desanimen, no pierdan la confianza, no dejen que la esperanza se apague", añadió.
 
Hartos de la corrupción arraigada en la clase política, sobre todo en el Congreso, donde hay muchos legisladores acusados y condenados por graves delitos, más de un millón de brasileños -en su mayoría jóvenes- se volcaron a las calles de todo el país en junio.
 
"Que haya lío"
 
El discurso del Papa en la favela, en portugués, fue llano y estuvo salpicado de humor e improvisaciones.
 
"Habría querido llamar a cada puerta, decir 'buenos días', pedir un vaso de agua fresca, tomar un 'cafezinho'. ¡Y no un vaso de cachaça (licor de caña de azúcar)!", dijo entre risas.
 
Emocionada, Maria Lucia dos Santos Penha, que recibió a Francisco en su modesta casa este jueves, calificó a la visita del pontífice como "el mejor regalo de mi vida".
 
Francisco busca revitalizar la Iglesia, que pierde fieles frente al ascenso de los evangélicos y del laicismo. Varginha, por ejemplo, tiene una sola iglesia católica y cuatro neopentecostales.
 
El papa se reunió también con miles de sus compatriotas argentinos en la catedral metropolitana, donde les urgió a sacar a la Iglesia a las calles.
 
"¿Qué quiero de la JMJ? Quiero que haya lío (...) Quiero lío en las diócesis", dijo. "Quiero que la iglesia salga a la calle (...) La Iglesia no puede ser una ONG", afirmó.
 
Debido a la lluvia, la peregrinación y vigilia previstas el sábado en un terreno baldío ahora inundado en Guaratiba, a 60 kilómetros de Río, fueron anuladas, y la misa de clausura de la JMJ fue trasladada a Copacabana.