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Colombia continúa luchando por atender a las víctimas del conflicto, muchas de las cuales cruzan las fronteras en búsqueda de protección, dice el informe. | Foto: SEMANA

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Fronteras siguen siendo un factor de violencia

Según el último informe de International Crisis Group, el conflicto en Colombia continúa con igual intensidad en las regiones de frontera y ahora se proyecta peligrosamente en territorios venezolano y ecuatoriano, pese a la mejora de relaciones con los gobiernos de ambos países.

7 de noviembre de 2011

Según el informe ‘Más allá de las ganancias fáciles: las fronteras de Colombia’ de International Crisis Group Colombia requiere de “políticas sólidas para enfrentar la violencia en sus zonas de frontera, porque unas mejores relaciones con sus vecinos no han reducido eficazmente el conflicto con grupos armados ilegales y tampoco han aliviado la grave situación de las comunidades locales”.
 
El texto señala que si bien la administración de Juan Manuel Santos impulsó un cambio de política cuando asumió el cargo, con la finalidad de impulsar el desarrollo en la periferia y reconstruir lazos diplomáticos, poco o nada ha cambiado en estas regiones. De hecho puede ser peor dado que el conflicto “ahora se proyecta peligrosamente en territorios venezolano y ecuatoriano”.
 
“Cumplido un año del mandato del presidente, la luna de miel diplomática no se ha traducido suficientemente en las realidades en el terreno”, manifestó Silke Pfeiffer, directora para Colombia y la región andina de Crisis Group.
 
“El gobierno nacional y las nuevas autoridades departamentales y municipales deben prestar mayor atención a los retos humanitarios e impulsar medidas que mejoren la capacidad de la autoridad civil en las zonas de frontera. De otra manera, la dinámica de estas regiones continuará alimentando la guerra en Colombia”, expuso.
 
Según el trabajo, en los últimos 15 años, la porosidad de las fronteras ha ofrecido ventajas estratégicas a los grupos armados ilegales, ha facilitado las extensas economías ilícitas y ha convertido a la frontera en el teatro principal de un intenso conflicto armado, todo agravado por la ausencia generalizada de instituciones públicas fuertes.
 
“La ofensiva desarrollada durante el mandato de Álvaro Uribe, predecesor de Santos, solo trajo ganancias frágiles para las regiones fronterizas. Los grupos armados ilegales fueron empujados hacia la periferia pero no fueron derrotados”, reseña.
 
Ahora bien, las nuevas políticas de Santos “han generado indudables dividendos políticos, y algunos otros en el terreno de la seguridad. Pero los problemas siguen presentes”, dice. Agrega que la militarización de las fronteras no ha producido avances claros y sostenibles en cuanto a la seguridad.
 
Refugiados e institucionalidad
 
La tragedia del el desplazamiento aquí también es patente. “Colombia continúa luchando por atender a las víctimas del conflicto, muchas de las cuales cruzan las fronteras en búsqueda de protección”.
 
Se resalta que, en Venezuela, poco más de 200,000 desplazados son invisibles y altamente vulnerables. Mientras tanto, Ecuador ha vuelto más rigurosa su política hacia los refugiados desde enero exponiendo de esta manera a los colombianos a nuevos riesgos.
 
Tampoco hay espacios institucionales eficientes que resuelvan problemas conjuntamente y promuevan el desarrollo fronterizo entre Colombia y sus vecinos, que sienten como ajeno el conflicto que se vive al interior del territorio nacional, pero que termina también por afectarlos, dada la condición de transnacional de las redes criminales que terminan por dejar víctimas a ambos lados de las fronteras.
 
Recomienda el informe que “todas las partes en el conflicto deben respetar estrictamente las reglas del Derecho Internacional Humanitario. Al tiempo de mantener la presión militar, Colombia necesita enfocarse más en la seguridad ciudadana, primariamente a través de una policía bien entrenada y con recursos”.
 
Los gobiernos de los tres países también necesitan prestar más atención a los desafíos humanitarios, incluyendo a través de acuerdos bilaterales, y enfrentar el déficit de capacidad de las autoridades civiles.
 
Deberían incrementar la creación y desarrollo de instituciones de tal manera que encuentren soluciones mancomunadas en el campo del desarrollo y la seguridad para las regiones fronterizas, incluyendo la participación e involucramiento de las autoridades locales, la sociedad civil y el sector privado”, manifiesta.
 
“Las regiones de frontera son de una importancia estratégica para la dinámica más amplia del conflicto”, dice Javier Ciurlizza, director para América Latina y el Caribe de International Crisis Group. “Sentar las bases para el desarrollo sostenible de estas regiones es, por tanto, la mayor apuesta que Colombia puede hacer para montar el escenario de una paz duradera”.