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GAJES DEL OFICIO

La solicitud de destitución del general Arias Cabrales levanta una polvareda en el camino de la Constituyente.

3 de diciembre de 1990

Nadie podría negarlo. Antonio Navarro Wolf, a pesar de su hoja de vida, es hoy uno de los personajes más populares del país. Por eso resulta paradójico que esa misma sociedad que ayer le ofreció perdón y olvido, levante hoy su dedo acusador contra un hombre que, actuando en nombre de la legalidad y obedeciendo mandatos superiores, combatió en su terreno a los compañeros del hoy indultado guerrillero. Y no resulta extraño que la solicitud de destitución del general (r) Jesús Armando Arias Cabrales, presentada la semana pasada por la Procuraduría Delegada para las Fuerzas Militares, haya desatado las más encontradas reacciones.
Arias Cabrales comandaba en noviembre de 1985 la XIII Brigada del Ejército, acantonada en Bogotá, y dirigió la operación militar contra los guerrilleros que ocuparon por la fuerza la sede del Palacio de Justicia, tomando como rehenes a numerosos magistrados de la Corte Suprema y del Consejo de Estado. La operación concluyó con la muerte de más de cien personas y con la destrucción total de las instalaciones oficiales. Los hechos fueron motivo de agudas controversias y acusaciones, debido a los excesos cometidos por parte y parte.
Cinco años después, la Procuraduría dictaminó que Arias Cabrales -ex comandante del Ejercito y actual rector de la Universidad Militarse apartó de derecho de gentes y en su afán por desalojar la sede judicial pasó por alto la toma de medidas "tendientes a proteger la vida de los rehenes civiles, indefensos y ajenos al conflicto". Segun la providencia del organismo fiscalizador el comportamiento de Arias Cabrales puso en evidencia su desapego a las reglas basicas del ordenamiento constitucional humanitario". En consecuencia, decidió pedir su destitución, que es el maximo castigo disciplinario que puede imponer el Ministerio Público.
La providencia, como era de esperarse, cayó como un balde de agua fría en muchos sectores de opinión. Comenzando por los propios militares. A nombre de los oficiales en retiro de las Fuerzas Armadas, el general José Luis Vargas Villegas condenó la decisión de la Procuraduría y aseguró que mientras aquellas personas que expusieron vida por salvar la democracia están hoy en la picota pública, los verdaderos responsables de los acontecimientos ocurridos a raíz de la toma del Palacio de Justicia disfrutan hoy de los honores que la Patria reserva a sus mejores hijos .
En igual sentido se pronunciaron algunos medios de comunicación, como el diario El Tiempo, en cuyas páginas editoriales afirmó que mientras se sanciona al general Arias Cabrales, el dirigente máximo del movimiento que tomó la sede del símbolo de la justicia colombiana, sale de un ministerio para lanzarse a la calle a buscar, con miembros activos o simpatizantes del M-19, importantes posiciones en la Asamblea Constituyente".
Es más, para los propios miembros del M-19, que hace cinco años fueron los más interesados en la campaña de acusaciones contra las Fuerzas Militares y los primeros en pedir que se hiciera la correspondiente investigación, el pronunciamiento de la Procuraduría resulta contraproducente. Porque se da en un momento en que su movimiento vive una luna de miel con la opinión nacional, mucha de la cual tenía relegados al subconsciente los recuerdos de la toma del Palacio de Justicia.
Aunque, estrictamente hablando, Navarro no participó en los trágicos acontecimientos de noviembre de 1985, pues en ese momento se encontraba en Cuba reponiéndose de las heridas sufridas en un atentado contra su vida, y aunque después manifestó no haber estado de acuerdo con el hecho, resulta imposible en este momento desvincular su nombre de la historia del M-19. Incluida la toma del Palacio de Justicia y todos los demás "errores" cometidos por el grupo guerrillero.
En ese sentido, para el M-19 la solicitud de destitución de Arias Cabrales tambien puede resultar un exceso. Porque la verdad es que todo es relativo.
Comenzando por la propia situación que dio lugar a los hechos. A muchos colombianos , a pesar de estar totalmente de acuerdo con que un organismo como la Procuraduría vele constantemente porque se respeten sus derechos, todavía les resulta difícil entender que en una guerra en la cual la otra parte es la agresora se puedan cometer excesos.
Guerra es guerra, como dicen. Con lo que sí no están de acuerdo los colombianos, es con otras situaciones denunciadas: las desapariciones. Estas, a las cuales no ha sido vinculado Arias Cabrales, no son más que un eufemismo para referirse a ejecuciones a sangre fría.