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GAVILAN O PALOMA

Durante el viaje. de Betancur a México, Contadora y la paz en Centroamérica se robaron el show.

7 de enero de 1985

México recibió a Belisario Betancur como se recibe al aliado más firme. Y Betancur no defraudó las esperanzas del gobierno azteca. Utilizando al máximo todas las tribunas que se le brindaron (y fueron muchas en tres días agotadores), ratificó a los países de Contadora como "heraldos de la paz"; defendió la autodeterminación de los pueblos centroamericanos; postuló la necesidad de una reestructuración profunda del orden económico mundial y advirtió que los latinoamericanos "no queremos ser pasajeros de tercera clase en el tren de la historia".
Más allá de ciertos conceptos previsibles (e inevitables) volcados en varios discursos y en un comunicado conjunto de diecisiete cuartillas, los observadores creyeron detectar en esta gira una maniobra diplomática de envergadura, tendiente a demostrar a la administración Reagan que los dos gobiernos más afines dentro del Grupo de Contadora no se han desalentado por las objeciones interpuestas al Acta y siguen su brega contra la potencialidad de la guerra en la región centroamericana.
Alentado por la presencia -y el apoyo sin fisuras- de su colega colombiano, el Presidente Miguel De la Madrid llegó a decir en la cena de despedida donde fue condecorado con el Collar de San Carlos: "Atentar contra la autodeterminación de una de las naciones de la región es atentar en contra de nuestro propio derecho soberano".
Para algunos analistas, Estados Unidos recibió en la capital mexicana una respuesta indirecta a las exigencias superlativas que, pocos días atrás, había planteado en Cartagena el infatigable embajador itinerante, Henry Schlaudeman.
Estas especulaciones fueron alentadas por otro dato sugestivo: el viernes 7, al abandonar México desde la zona arqueológica de Yucatán (de la que Betancur se confiesa "admirador experto") el avión Focker 28-1000 que condujo al Presidente colombiano y su comitiva se detendría en dos escalas estratégicas: Guatemala y San Salvador.
Al cierre de esta edición los encuentros con el general Mejía Victores y el Presidente salvadoreño Jose Napoleón Duarte aún no se habían producido, pero es de rigor que dichas pláticas incluyeran una exhortación del Presidente Betancur para un rápido acuerdo en torno a las actas de Contadora. Tampoco es difícil vaticinar que su prédica encontrará eco más propicio en Guatemala, cuya diplomacia ha venido acercándose a las posiciones básicas del Grupo, a favor de un acercamiento creciente con los funcionarios de Tlatelolco.
En su conferencia de prensa en la capital azteca, un Betancur sonriente, distendido, pródigo en salidas verbales campechanas, floridas y hasta didácticas, cruzó los dedos en favor de una pronta firma del Acta, al enterarse por un periodista presente de recientes declaraciones del canciller hondureño Paz Barnica, augurano que dicha firma tendrá lugar en los primeros días de enero.
Si bien la vigencia de Contadora fue el tema central de las pláticas en el Zócalo y en Los pinos, la visita -según caracterizados voceros de la comitiva colombiana- servirá también para viabilizar proyectos importantes en materia económica, tanto en el orden regional, como a nivel del intercambio bilateral.
El proyecto más ambicioso, sin duda, es aquel tendiente a fortalecer la infraestructura eléctrica de Centroamérica con el aporte conjunto de México y Colombia y una línea de crédito ya otorgada por el BID. Colombia también deposita grandes esperanzas en la exportación de carbón a México. En principio, este energético abastecería hasta un 50 por ciento de los requerimientos de las plantas termoeléctricas mexicanas.
Los aspectos culturales del intercambio también recibieron atención preferencial. Y México recibió con beneplácito a una comitiva que además de incluir a los Ministros y técnicos de rigor, integró a prestigiosos intelectuales como Alvaro Mutis y el Premio Nóbel García Márquez, "Gabo", como también le dicen los mexicanos, fue un militante activo en esta gira que supo actuar como puente entre su patria real y su segunda patria. El Presidente Betancur dio cumplimiento a un maratónico programa que le permitió hablar sin pausa sobre una gran variedad de temas y le granjeó las simpatías de la opinión pública local. Autodefiniéndose como un "optimista profesional" y un "obsesivo de la paz" dijo que Contadora rechazaba por principio cualquier paternalismo sobre los pueblos centroamericanos; que la paz no era la simple ausencia de guerra sino que debía asentarse sobre un orden económico más justo y autónomo: "porque estamos históricamente condenados a la originalidad, no a la imitación o reproducción de recetas que no encajan en nuestras realidades, ni con la realidad del mundo que nos asedia". Esta maratón de discursos, visitas y encuentros, no impidieron que Betancur se reuniera, en la madrugada del miércoles al jueves con Iván Marino Ospina y otros dirigentes del M-19. A la mañana siguiente, cuando Betancur ya estaba observando la arqueología maya en Uxmal, el Movimiento 19 de Abril citaba a los periodistas a una rueda de prensa para hacerles saber que en su larga charla con el Presidente habían ratificado su voluntad de mantener la paz y dar curso al Diálogo Nacional.
Al término de la visita, mexicanos y colombianos, no ocultaban su regocijo. El propio canciller Bernardo Sepúlveda, habitualmente serio, formal y en ocasiones hasta hierático, exhibió una permanente sonrisa. Pero la satisfacción de ambos gobiernos no desterró la cautela. "Contadora ha hecho una nueva movida en esta partida de ajedrez -comentó un funcionario azteca a SEMANA-, veamos ahora cuál es la respuesta...".