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| Foto: Fotomontaje: Javier de la Torre - Semana

TECNOLOGÍA

Gobierno frena a Uber

La orden de inmovilizar cualquier carro que preste un servicio usando la ‘app’ deja el interrogante de si esa es la manera de abordar la innovación en el país.

10 de enero de 2015

La semana pasada, el Ministerio de Transporte hizo con la empresa de tecnología Uber lo que podría verse como un intento de darle una estocada final. En noviembre de 2014, ya había declarado ilegal ese tipo de servicios. Pero el 6 de enero la situación escaló, al conocerse una circular de la Superintendencia de Puertos y Transporte que ordenaba a las autoridades de todo el país inmovilizar los vehículos que presten servicios de transporte usando la aplicación californiana.

La controversia no se hizo esperar. La empresa dijo que la estaban “persiguiendo”. En redes sociales, cientos de usuarios pusieron el grito en el cielo, pues sentían que, en ciudades donde la movilidad falla y los taxistas a veces abusan, Uber los había beneficiado. La polémica terminó de estallar cuando en entrevista con Blu Radio el superintendente, Javier Antonio Jaramillo, respondió a la pregunta de qué tendría que hacer la empresa para poder seguir operando, diciendo que debía crear una compañía de transporte habilitada por el ministerio o “pagándole entonces la plata que (Uldarico) está pidiendo”. La referencia a Uldarico Peña resultó extraña, al tratarse del hombre fuerte de los taxis amarillos en Bogotá.

Así, 2015 comenzó mal para Uber y para quienes creían haber encontrado en los ‘taxis blancos’ vinculados a esa empresa una solución al dolor de cabeza de moverse en la ciudad. El hecho despierta interrogantes, pues, al parecer, el gobierno ha optado por el camino de la prohibición, en vez de buscar el diálogo y la manera de acomodar la legislación a las necesidades urbanas actuales y al avance del mundo digital.

En diálogo con SEMANA, Jaramillo presentó los argumentos del gobierno. Según él, cualquier empresa que quiera prestar “un servicio público de transporte” debe ceñirse a las condiciones establecidas por la ley. Jaramillo dice que Uber incumple lo dicho por unas leyes de 1993 y 1996 que exigen que detrás de un servicio público de transporte debe existir una empresa que la respalde. Uber creó una aplicación que, después de ser descargada al celular, permite pedir un carro blanco particular y moverse en él. Al final, Uber descuenta de la tarjeta de crédito del usuario el costo de la carrera. Aquí, el ministerio ve un problema, pues al hacer cobrar la carrera, Uber, de hecho, cobra por un servicio de transporte.

La empresa, que nació en 2009 y desde entonces no la ha tenido fácil en muchas ciudades del mundo, tiene una interpretación contraria. Ana Paula Blanco, directora de Comunicaciones para América Latina, le dijo a SEMANA que “lo que hace Uber es conectar a las personas que necesitan un servicio con quienes están dispuestas a prestarlo”. Para ilustrar el asunto, Blanco usa el ejemplo de un radioteléfono. La ‘app’ de Uber es, según ella, una especie de radioteléfono, pero digital, que “lo único que hace es juntar oferta con demanda”. Blanco insiste en que la empresa está establecida en Colombia como una firma tecnológica y no de transporte y recuerda que, al ser la innovación “algo nuevo”, Uber quiere “tener legislaciones que la permitan y se adecuen a los cambios”.

Esta visión concuerda con algunos expertos. Juan Pablo Bocarejo, de la Universidad de los Andes, dice que “hay que mirar con mucho cuidado esas decisiones”, y el experto en movilidad Fernando Rojas considera “errada” la decisión de la Superintendencia, pues “no podemos cerrarle la puerta a la tecnología”. Carlos Cortés, asesor en regulación de internet, le dijo a SEMANA que en este caso “evidentemente confluyen dos renglones del mercado”. “Uber viene a prestar el servicio que prestaba un teléfono. Ya no necesitas llamar, pues la aplicación te soluciona las cosas. Y esto para el consumidor es mucho más interesante porque puede tener acceso a una mayor calidad y rapidez”, dice. Y recordó que “el discurso de la innovación viene acompañado de romper esquemas viejos y fomentar nuevas prácticas”.

Estas posiciones suscitan la pregunta de por qué el ministro de las TIC, Diego Molano, cuyas iniciativas de apoyo a la innovación han dado a luz casos de éxito como Tappsi, no quiere hablar sobre la problemática. Esta revista intentó hacerlo, pero la respuesta es que ha decidido no pronunciarse al respecto. Valga entonces traer a colación las palabras que él mismo pronunció en diciembre durante una entrevista. Cuando le preguntaron si había usado Uber alguna vez, dijo que “en el exterior, y me ha funcionado bien”.