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GOBIERNO-OPOSICION

26 de enero de 1987

Primero el huevo o la gallina? Esta pareció ser la discusión que monopolizó la relación entre los dos partidos tradicionales durante el segundo semestre del año. Una polémica política que se centró en si los conservadores no estaban colaborando en el gobierno de Virgilio Barco porque el Presidente se los había impedido, o porque ellos se habían negado.
De cualquier manera, el "polluelo" resultante se convirtió en uno de los personajes del año, y fue bautizado "binomio gobierno-oposición". Lo que en palabras más sencillas significó la ruptura de las disposiciones del artículo 120 de la Constitución, en vigencia desde el 7 de agosto de 1978, para extender el espíritu del Frente Nacional mediante la fórmula de la "participación adecuada y equitativa" del partido perdedor en el gobierno del partido ganador. Con el establecimiento del binomio gobierno-oposición terminaron, pues, 28 años de gobierno de responsabilidad compartida, y el presidente Virgilio Barco cumplió con su primera promesa como candidato: la instauración en Colombia de un gobierno de partido.
Sin embargo, aun cuando el Presidente lo había anunciado durante su campaña electoral, no parecía claro el mecanismo para lograrlo. El ofrecimiento de colaborar en el gobierno no era una simple atribución del partido ganador con respecto al perdedor, sino una obligación constitucional. Por eso cuando el ex presidente Misael Pastrana, declaró, dos días después de las elecciones presidenciales que "el conservatismo debía abstenerse de ser partícipe en los más altos niveles de la administración", y que en cambio ejercería "una oposición reflexiva como alternativa del poder", las posibilidades del gobierno de partido se despejaron. A la propuesta del ex Presidente siguió el apoyo del Directorio Nacional Conservador, y posteriormente el de la Convención Nacional Conservadora, pero a cambio se le solicitó al gobierno que entregara los organismos de control del Ejecutivo: la Contraloría General de la República, la Procuraduría y la Superintendencia Bancaria, al Partido Conservador.
Que el liberalismo no estaba dispuesto a entregarle al conservatismo estos cargos de control y fiscalización se hizo evidente cuando, todavía bajo la administración Betancur, fue reelegido el contralor general, Rodolfo González. Eso llevó al Partido Conservador a considerar que sus condiciones para renunciar al derecho que le confería el artículo 120 de la Constitución habían sido rechazadas. Y por consiguiente, a la reunión convenida con el presidente Virgilio Barco, el 4 de agosto, asistió un directorio conservador resuelto a hacer efectivo el derecho de colaborar. El mismo derecho constitucional al que el ex presidente Misael Pastrana había renunciado unos cuantos días antes.
El conservatismo, sin embargo, se encontró con un Presidente que no sólo sabía que tenía la sartén por el mango, sino que estaba dispuesto a colocarla sobre el fuego. Anunció que el gobierno cumpliría con el precepto constitucional de ofrecer colaboración al partido perdedor "incluyendo en el gabinete a un número indeterminado de ministros de filiación conservadora, para que dicho partido tomara la decisión de aceptarla o no". Al cabo de los 75 minutos que duró la reunión, los miembros del Directorio Conservador salieron convencidos por primera vez, de que en realidad el Presidente no los quería en el gobierno, y que la tesis de la oposición reflexiva, que había surgido como una actitud voluntaria, o como un "cañazo" del ex presidente Pastrana se les había convertido en una realidad involuntaria, sin saber cuándo ni cómo.
Efectivamente, horas después al conservatismo se le ofrecieron tres ministerios en el nuevo gobierno. El mismo día el Directorio Conservador decidió definitivamente no aceptar la participación ofrecida por el decreto presidencial, con lo que el Presidente quedó relevado de su obligación constitucional y el conservatismo convertido, por primera vez en muchos años de historia, en un partido de oposición. A partir de entonces, ambas partes han dado "tumbos" de principiante: ni el gobierno tenía experiencia en los gobiernos de partido, ni la oposición en la oposición al gobierno.
Y si el Frente Nacional tenía como telón de fondo las cicatrices, demasiado frescas, de la violencia, el nuevo esquema gobierno-oposición tiene como escenario un escepticismo del electorado frente al "condominio" de los dos partidos tradicionales en el poder, que había determinado que la única oposición posible al gobierno de turno estuviera corriendo exclusivamente por cuenta de los grupos guerrilleros.
Sin embargo, lo que el experimento político del nuevo esquema gobiernooposición le vaya a dejar al país es todavía incierto. Y por lo menos en lo que respecta al cierre del año, ni el gobierno, ni la oposición, estaban todavía ejerciendo cómodamente su nuevo papel.--