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¿Golpe sicológico o estratégico?

Por qué la muerte de Raúl Reyes tiene un valor más simbólico que militar.

1 de marzo de 2008

El sábado en la mañana Colombia amaneció con una sensación de victoria. La muerte de Raúl Reyes dejó al desnudo, como nunca antes en la historia, la vulnerabilidad de las Farc. La noticia se regó como pólvora y al mediodía había llegado a los cuatro rincones del territorio. O, por lo menos, eso pensamos: que la fragilidad de las Farc es evidente. Y esa conciencia colectiva de fortaleza frente al enemigo es ya una victoria. Porque las guerras hoy se libran en dos campos de batalla: el sicológico y el militar.

En el militar, son esenciales el poder del fuego, la capacidad aérea, la tecnológica y la inteligencia. Y es precisamente en cada uno de estos frentes donde las Fuerzas Militares han hecho avances sustanciales. Hay más hombres y están mejor armados, tenemos más aviones y mejor artillados y tenemos equipos más sofisticados que hacen más precisas las operaciones.

Pero es en materia de inteligencia en lo que se han hecho los mayores avances. No es exagerado decir que todas las grandes operaciones que se han hecho últimamente contra las Farc (contra el 'Negro Acacio', 'Martín Caballero' y 'Carlos Antonio Losada') se han logrado gracias a una muy eficiente red de informantes y desmovilizados cuya información se ha sabido cotejar y valorar. Hasta ahí, la guerra militar, donde los avances son indudables.

No menos importante es el terreno sicológico. Ningún país, ni ninguna sociedad, puede ganar una guerra, aun si es militarmente superior, si se siente derrotado.

Más aun, la eficacia simbólica de la victoria puede ser el mejor aliado de una sociedad para ganar una guerra. Y es ahí, en ese júbilo colectivo de los colombianos que se sienten más fuertes, en esa moral en alto de una tropa que saca pecho, donde la muerte de Raúl Reyes es más importante.

El cuerpo inerme de Reyes tiene un gran valor por su dimensión simbólica en una confrontación histórica que, como cualquier lucha, necesita trofeos. Reyes no era un mariscal de campo ni un estratega, y con su deceso las Farc no van a colapsar militarmente. Reyes era una fuente de inspiración política hacia adentro de sus filas y el símbolo de una lucha armada sangrienta hacia el resto del país. Y en el resquebrajamiento de ese símbolo radica la importancia de su muerte para el desequilibrio de la guerra.

Casi siempre, como le ocurrió a Frabricio del Dongo en la novela Cartuja de Parma, las muertes en el campo de batalla (el coronel abatido de su caballo o el soldado agonizante frente a su tropa) no reflejan el estado real de la guerra. Las guerras se saben cuando se ganan en terrenos mucho menos épicos y heroicos que las novelas de Balzac: en los avances tácticos y silenciosos que sólo conocen los generales taciturnos cuando extienden sus mapas, o en las decisiones estratégicas cuyo resultado no conoce el soldado que está combatiendo y entregando su vida. Menos lo va a conocer el resto de la sociedad.

La muerte de Raúl Reyes le suma a los avances estratégicos que ya conoce bastante bien la cúpula militrar. un impacto sicológico que ayuda a elevar aun más la moral de los soldados. Y al resto de los colombianos, les permite sentir que se está ganando la guerra. Que es, sin duda, el primer paso para ganarla.