Home

Nación

Artículo

trabajo

Golpe sindical

Los sindicalistas cercanos a Alvaro Uribe propiciaron que la presidencia de la CUT se le escapara a la izquierda radical.

23 de noviembre de 2002

Si la eleccion fuera por número absoluto de votos Gloria Inés Ramírez, ex presidenta de Fecode, sería hoy la nueva presidenta de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). El 4 de octubre 262.000 trabajadores eligieron a los 21 miembros del comité ejecutivo de esta organización sindical, quienes son los que, en últimas, escogen al presidente. Ramírez obtuvo, con 23.339 sufragios, la más alta votación, pero luego no resultó elegida. ¿Qué impidió que una mujer, comunista por más señas, llegara por primera vez al más importante cargo directivo del mundo sindical?

Después de las elecciones todo indicaba que esta maestra sería el reemplazo del ex candidato presidencial Luis Eduardo Garzón. Un artículo de la sección económica del diario El Tiempo del 21 de octubre daba por confirmada la designación de Ramírez: "Todos los caminos conducen a que llegue a la silla presidencial una mujer". Sin embargo de nada sirvieron sus altos guarismos en las urnas ni ser presidenta del sindicato de los maestros, el más poderoso de la CUT.

Una variopinta coalición de sindicalistas se le cruzó en el camino e impuso a Carlos Rodríguez Díaz, quien sacó el puesto 13 de 19 en las elecciones. Esta decisión dividió a la dirigencia de la central obrera en dos: los 12 miembros de la coalición y el bloque de 'los nueve', que lidera la candidata derrotada. Lo curioso es que la bancada mayoritaria reúne las más variadas tendencias políticas.

Por un lado, allí están Boris Montes de Oca y Ramón Támara, quienes tienen nexos políticos con el Partido Social Demócrata de Colombia del senador Jaime Dussán. Por el otro, el nuevo presidente es un reconocido seguidor del ex director del Partido Liberal Horacio Serpa. Y además en el comité están Hernán Correa y Oswaldo Cuadrado, dos líderes de Sintrainagro, el sindicato de las bananeras de Urabá que acompañó al presidente Alvaro Uribe Vélez en la campaña presidencial. Serpistas, uribistas y el Polo muestran que hay más pragmatismo político que ideología entre esta nueva dirigencia sindical.

Pragmatismo que llevó al grupo de Rodríguez a relegar a los cargos más bajos del comité al bloque de 'los nueve', cuyos votos suman casi el 50 por ciento de la votación total. En un comunicado el grupo minoritario afirmó: "Una precaria mayoría impuso su criterio sectario y antidemocrático y distribuyó a su amaño los cargos". La coalición asignó a Gloria Inés Ramírez el último puesto del comité ejecutivo: una verdadera afrenta a quien había logrado el mayor apoyo del electorado.

Para sectores de la izquierda, como el Moir, este 'golpe de estado' a la presidencia de la CUT es un "atropello a la democracia sindical". Sin embargo los estatutos de la central obrera no otorgan automáticamente la presidencia a la persona que más votos obtenga. Ramírez perdió la dirigencia de la CUT porque sus contradictores lograron consolidar una coalición para bloquearla.

Según conocedores de la política sindical a Gloria Inés Ramírez le pagaron con su propia moneda. Hace unos años Tarcisio Mora, miembro de la coalición ganadora, fue desplazado de la presidencia de Fecode por Ramírez. Hoy la presencia de Mora es básica para mantener la precaria mayoría de tres votos sobre el bloque minoritario.

Cuestion de estilo

Pero cabe preguntarse si las divisiones dentro de la CUT son sólo por motivos electorales. Aunque la designación de Rodríguez es el resultado de una coalición diversa, sí se puede afirmar que existen diferencias entre el estilo del bloque de Ramírez y el del nuevo presidente de la CUT. Carlos Rodríguez es visto como un líder sindical concertador que privilegia el diálogo y la negociación mientras que Gloria Inés Ramírez es reconocida por ser de 'línea dura'.

Esto, sumado a la presencia de los jefes de Sintrainagro, ha llevado a calificar la designación de Rodríguez como un giro a la derecha. Pero eso es relativo, pues cualquier movimiento hacia la moderación y el diálogo suele verse de esa manera. Consuelo Ahumada, investigadora de la Universidad Javeriana, dice, por ejemplo, que "Carlos Rodríguez rechaza el modelo neoliberal y no es de derecha como los medios lo han publicado".

Rodríguez reemplaza a Luis Eduardo Garzón, cuya gestión al frente de la organización sindical se caracterizó por el acercamiento crítico a otros sectores, como el empresarial. Garzón representó a una dirigencia trabajadora más moderna, con un lenguaje distinto, sin perder las posturas ideológicas. Su desempeño como presidente de la CUT impulsó su candidatura presidencial y lo ha posicionado como un líder político de corte nacional. El reto de Rodríguez es mantener esos canales de diálogo abiertos en medio de un severo ajuste fiscal y una dura crisis económica que afecta los ingresos de los trabajadores.

Que el nuevo jefe de la CUT sea amigo de la negociación es una buena noticia para el gobierno Uribe. En momentos en que las cámaras legislativas están tramitando reformas laborales y pensionales la actitud que tome el movimiento sindical no es desdeñable. Puede ser la diferencia entre una negociación política o una medición de fuerzas.