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GOLPES BAJOS

María Isabel Rueda opina sobre la intromisión del periodismo en la vida privada de la gente <BR>pública.

11 de octubre de 1999

"El solo quiere que se conozca la parte humana de Galán que el país admira (...).
Luis Carlos Galán fue un ser de carne y hueso, con debilidades humanas pero que nunca le faltó ni a
él ni a su madre". Con este prólogo la revista Cromos inició la conmemoración de los 10 años del
asesinato de Luis Carlos Galán, divulgando una entrevista con su hijo natural, de cuya existencia el
país no conocía. Solo el ex presidente Carlos Lemos Simmonds se atrevió a escribir una columna
declarando su entusiasmo por aquella especie de sensacional revelación. Bajo el muy diciente título de
'El caudillo humanizado', escribió: "El reportaje de Cromos no disminuye en nada la estatura del jefe
liberal. Al contrario, le agrega esa dimensión terrenal que es lo que les da al heroísmo y al martirio su
verdadero valor".
Reflexiones del ex presidenteLas palabras de Carlos Lemos encerraban una gran paradoja que nadie
explicó mejor que el ex ministro Alberto Casas en su programa de La FM. Según Casas, "es
absolutamente increíble que después de 10 años de haber sido asesinado lo único que el oficialismo
liberal, encabezado por el ex presidente Carlos Lemos, ha encontrado para elogiar de la personalidad
de Galán es que se hubiera comido a la muchacha del servicio".Más allá no hubo grandes
controversias. Privadamente el reportaje fue comidilla en los círculos sociales, y eso sí, tengo entendido
que la revista se vendió como pan caliente, lo que desde luego era una de las pretensiones principales
de la publicación.
El debateSin embargo, decantado el impacto de las revelaciones acerca de la existencia del hijo
extramatrimonial de Luis Carlos Galán, queda el debate periodístico. Porque indudablemente la
entrevista publicada por Cromos abrió una puerta por la que el periodismo colombiano jamás había
ingresado, y se enorgullecía de no ingresar: a la trastienda de la vida privada de la gente pública.
Claramente Cromos tuvo que escoger entre los derechos de dos personas: el de Luis Carlos Galán,
de conservar, aún después de muerto (o sobre todo después de muerto), su vida privada en la intimidad,
y el del hijo natural de Luis Carlos Galán, de revelar su identidad. La revista tomó partido por el
segundo.
El aniversario
"No busca publicidad ni despertar el morbo sobre su origen" aseguró Cromos. Pero francamente las
coincidencias eran inquietantes.
Primero, para revelar la existencia de su hijo natural se había escogido la fecha que conmemoraba
los 10 años de su asesinato, aniversario en el que, normalmente, a los mártires se les ensalza,
recordando que dieron su vida por el país y repasando el inventario de sus ideales.Pero segundo,
existía un factor que todo el mundo desconoce: la entrevista del hijo de Galán se le había ofrecido
con anticipación a otros medios de comunicación a cambio de una suma de dinero. Intermediaba
una periodista. Ella estaba vendiendo su 'chiva'. La de haber encontrado a un hijo desconocido de Luis
Carlos Galán, quien, como diría Lemos en su columna, "le prestó un valioso servicio a la imagen
del dirigente asesinado".
Pero eso no es todo. Puede que el hijo de Galán no estuviera, como dice Cromos, buscando publicidad
ni despertar el morbo sobre su origen. Pero lo que sí buscaba aparece en sus declaraciones: "No
entiendo: si (a la Fundación Luis Carlos Galán) le aprobaron 1.168 millones de pesos para ejecutar en
1999, y mientras a mí me niegan el dinero para mi estudio y el de mis hijos, sí hay presupuesto para el
estudio de sus funcionarios...".
La fiesta de Cúcuta
Antes del episodio del hijo de Galán el mayor escándalo privado que había golpeado inútilmente a
las puertas del periodismo colombiano había ocurrido en épocas de la presidencia de Julio César
Turbay con motivo de una famosa y escandalosa fiesta en la ciudad de Cúcuta, con la presencia de
su obispo. No recuerdo que se hubiera publicado nunca una entrevista con alguno de los
presentes o una crónica de lo sucedido. Aunque la 'fiesta en Cúcuta' se convirtió en un genérico cada
vez que deseaba hacerse una referencia picaresca al régimen, existía una especie de pacto tácito entre
los medios y el poder que excluía la vida privada como tema noticioso.

La privacidad
Casi en todo el resto del mundo el periodismo serio se comporta así. Inclusive en España, donde
recientemente un video con la orgía sexual del director de un periódico de oposición sólo fue
registrado por algunos pasquines, condenando su circulación prácticamente a la clandestinidad. Ni
siquiera la famosa y deliciosa revista Hola, que vive de la vida privada de los personajes públicos, se
atreve a revelar la intimidad de éstos sin que accedan a contarla. Y contándolo todo, la revista Hola es
la reina de la discreción.
En Francia, donde francés que no tenga un affaire no tiene derecho a comer baguette, el presidente
Giscard d'Estaing se estrelló una vez en su automóvil en compañía de su amante, y el dato jamás
apareció en algún medio de comunicación. Años después la hija natural de François Mitterrand acudió
a su entierro pero a ningún periodista se le ocurrió presionarla, acosarla o acorralarla a pesar de que el
presidente había reconocido su existencia antes de morir.
En realidad solamente en la cultura anglosajona existe la tradición de sacar los trapos al sol. Por
ejemplo, en Estados Unidos e Inglaterra a diario se pone a prueba la idoneidad de los personajes
públicos a costa de medirlos en su intimidad. Allí impera la discutible tesis de que los ciudadanos
tienen derecho a conocer los pormenores de la vida privada de los famosos y, sobre todo, de sus
gobernantes, con el argumento de que ella es característica de su personalidad, y por lo tanto esencial
para saber cómo reaccionaría ante determinada situación en la vida pública.Muchos estudios se han
hecho sobre esta tendencia y la explicación final parece ser que el exceso de puritanismo de las
masas, combinado con una fascinación por las perversiones sexuales de la plutocracia, producen una
mezcla explosiva que ha borrado los límites de la intimidad.

Emboscadas sexuales
Tan cierto es que las prácticas periodísticas en estos dos países no solamente se toleran sino que
muchas veces promueven directamente las emboscadas sexuales. La flema inglesa se puso a prueba
cuando, en 1971, a lord Lampton, en ese entonces ministro de Aviación, le pusieron una cámara
detrás de un espejo en un prostíbulo para filmarlo en la compañía simultánea de una mujer negra y
una blanca. Al convocar a una rueda de prensa para anunciar su renuncia, y preguntado por un
periodista sobre qué debería pensar un ciudadano inglés al enterarse de que sus ministros de Estado
participan en triángulos sexuales, respondió: "Solo hay dos posibilidades. O envidia o entretenimiento,
y esto último es un gran servicio en estos tiempos de recesión económica". A Jeffrey Archer, actual
candidato a la alcaldía de Londres _por la que se enfrenta, por cierto, a la actriz Glenda Jackson_, le
tendieron también su celada sexual cuando era vicepresidente del Partido Conservador durante el
gobierno de Margaret Thatcher. El periódico News of the World contrató a una prostituta para que lo
sedujera y después lo sobornara y así poder registrar el momento en el que pagaba el soborno. Una
emboscada semejante se produjo contra el principal asesor del presidente Clinton, Dick Morris. El
tabloide sensacionalista Enquirer contrató a una prostituta, quien lo condujo a un motel, previamente
haberles contado a los periodistas cuál sería el cuarto que ocuparían para que alquilaran el de enfrente
y pudieran fotografiar el encuentro.
¿En retroceso?
Pero algo indica, a diferencia de lo que parece estar iniciándose como una peligrosa práctica entre
medios y periodistas colombianos, que la influencia de la vida privada sobre la vida pública que
pretende ejercer el periodismo en estos dos países podría estar evolucionando para bien. El hecho de
que Archer sea hoy candidato a la alcaldía de Londres es prueba de que sobrevivió al escándalo
sexual que le montaron.
Por otro lado, Clinton no se cayó. Lo cual también resulta muy indicativo, pues si 15 años antes su
compatriota Gary Hart tuvo que renunciar a la candidatura a la presidencia por haber hecho un
viajecito en barco con una amiga modelo, Clinton sigue siendo presidente a pesar de toda la
documentación testimonial que hoy posee la opinión pública norteamericana sobre sus preferencias
eyaculatorias.
La latina discreción
En América Latina es tal el respeto del periodismo serio sobre la vida privada de los personajes
públicos que hasta los presidentes Fujimori y Menem, por ejemplo, han podido botar de Palacio a
sus chinitas y zulemitas sin que nadie esté preguntando al otro día quién las reemplazó ni a qué
horas.
En Venezuela los presidentes han convivido con su concubina públicamente sin que a los medios se
les ocurra hacer de ellas una chiva. Y lo que podría ser un asunto de gran fascinación, la vida sexual
del presidente Fidel Castro, es una excepción a la regla de los dirigentes latinoamericanos. El
Comandante es un gran puritano. Sus compañeras le duran más de 20 años, y en cuanto a la
posibilidad de 'aventurillas', más bien Fidel prefiere dormir en compañía de su uniforme. ¿Y Colombia
que? Volviendo a Colombia, la entrevista al desconocido hijo natural del inmolado Luis Carlos Galán
no es la única que indica que se está produciendo un cambio, probablemente malo, en el
tradicionalmente respetuoso periodismo nacional. En una de sus combativas columnas el periodista
Plinio Apuleyo Mendoza optó recientemente por defenderse del ataque de un columnista de su mismo
periódico con la siguiente frase: "A propósito de lo escrito por Felipe Zuleta Lleras, otro escudero del
Fiscal, me limito a recordarle que no es el más indicado para hacer comparaciones familiares. Nieto de
Alberto Lleras, no creo que él haya heredado las calidades intelectuales y viriles de su abuelo". Por
fortuna su contrincante tuvo el buen gusto de no contestar. Pero al parecer hay quienes insisten en
que se abra al público colombiano la vida privada de la gente, así no se trate de decir la verdad sino
de hacer insinuaciones ponzoñosas. Titulares De manera insólita la semana pasada el noticiero
Caracol abrió su emisión con una entrevista a la presentadora María José Barraza, a quien se le
preguntó qué sintió al verse señalada desde una columna de opinión como "amiga" del Presidente.
"Rabia e indignación", respondió. A continuación siguieron los demás titulares del día, considerados,
seguramente menos importantes, o probablemente menos vendedores: la reunión del presidente
Pastrana con los ex presidentes, las críticas de los militares a la zona del despeje, nuevas revelaciones
del Fiscal contra la corrupción, la captura de 20 secuestradores, la subida del dólar, la muerte de 34
guerrilleros, la rebaja en la calificación de riesgo a Colombia y la disparada del consumo de droga
entre jóvenes colombianos (miércoles 8 de septiembre).

María Jose
La verdad es que las referencias previas a María José eran totalmente intrascendentes. Por
naturaleza, el poder político y la farándula se mueven en el mismo escenario y tienen el mismo
gancho en los medios. En la práctica, sin embargo, el periodismo serio no eleva esta sociafílica a la
categoría de noticia.
Por desgracia en el escenario de María José sucedió. Y de buena fe, el Ministro del Interior le salió al
quite a las versiones, elevando equivocadamente a problema de Estado lo que no era más que una
impertinencia periodística de mal gusto.Me parece estupenda María José. Logró evolucionar de ser una
reina de belleza, lo que no tiene absolutamente nada de vergonzante, a convertirse en una
periodista de televisión, trabajo que hace con calidez y mucha feminidad. Su caso es injusto y, aunque
la columna estaba disfrazada de humorística, hirió a varias personas.Había una vez cuando el
periodismo colombiano se enorgullecía de no pagar entrevistas para violar la intimidad de sus
mártires. Que no recurría a acusar a los rivales de sus preferencias sexuales para ganar las
discusiones. Que no se metía debajo de las faldas de las modelos y las presentadoras de televisión
para encontrar argumentos políticos contra sus gobernantes. Había una vez_ nRoberto Posada
García-Peña"Creo que los hombres públicos están, o deben estar, expuestos al permanente
escrutinio de sus vidas privadas. En Colombia, sin embargo, los temas relacionados con la vida
sexual de sus gobernantes han sido generalmente vedados o directamente vetados por los
editores-empresarios de medios. A mí me parece que tenemos todo el derecho de saber si nuestros
gobernantes han 'metido' alguna droga, si beben mucho, si médicamente son aptos para ejercer el
poder. Y claro, si son fieles o infieles, al amparo de aquel principio sabio de que los hombres públicos
_al igual que las mujeres públicas_ no tienen vida privada"...María José Barraza"Aquí nadie se ha
metido en la vida de nadie, aquí lo que hicieron fue inventarse una calumnia. Lo que uno no debe
hacer, aunque tenga el poder de escribir, es calumniar a nadie. Independientemente de si se meten
en la vida privada de las personas, los periodistas deben estar documentados para decir la verdad. No
pueden escribir las cosas porque se les da la gana. Eso no es periodismo. El periodismo no es
darle el poder a la gente que puede escribir para que se invente vainas".
Felipe Zuleta
"Los debates intelectuales no se pueden llevar a la órbita de la vida privada de las personas. Eso
denota mezquindad. La vida íntima es íntima y como tal se tiene que respetar. Personalmente creo que
los periodistas no deben tener patente para meterse en la vida íntima de las personas, pero si deciden
hacerlo, como se hace en Estados Unidos, el país debe abrir el debate de frente y no por la traspuerta
al estilo Plinio. Yo dije que le faltaba rigor periodístico, y él en vez de defenderse en el campo
profesional decidió defenderse en el campo personal. Eso, como diría mi maestro Fernando Hinestrosa,
es falta de elegancia."
Plinio Apuleyo Mendoza
"No quiero hacer ningún comentario sobre mis columnas. Lo único que puedo decir es que me pareció
muy divertida la columna de D'Artagnan, me gustó". Carlos Lemos Simmonds"Los personajes públicos
no deben dar papaya, no está bien que su vida privada sea fisgoneada pero un personaje público está
sujeto al escrutinio de la opinión. No sólo debe dar conducción política sino liderazgo moral, entonces
eso hace que el periodismo tenga que tocar en determinadas circunstancias temas que tienen que ver
con la vida de los personajes. Eso pasó con Clinton y ha pasado con muchos estadistas a nivel
mundial, donde un comportamiento privado que trasciende se convierte en motivo de polémica y de
discusión".
María Jimena Duzán
"La libertad de expresión llega hasta donde comienza la vida privada. Lo que pasa en la cama no
puede interesarle a la gente porque eso subvierte el derecho de las personas a vivir la vida que quieran.
Los secretos de la cama no deben interesar a no ser que alteren el desempeño de un hombre o una
mujer pública. Lo que demuestra lo que ha pasado en estos días es que el reino de las ideas se está
acabando en Colombia y que la oposición se está haciendo a punta de sacar los secretos de la
cama".
Juan Lozano
"Una condición del ejercicio de la libertad de expresión es el respeto a los derechos individuales de
los demás, entre ellos de manera fundamental el derecho a la intimidad, el derecho a la honra y el
derecho al buen nombre. La aplicación de la libertad de prensa debe partir de respetar fronteras de
intimidad y de privacidad de los demás. La vigencia de la protección a la intimidad depende del respeto
de los periodistas a la intimidad pero también de la decisión de las personas de preservar como
íntima su vida íntima. Si alguien voluntariamente descorre el velo de su intimidad está por su propia
cuenta aceptando que se vuelva pública una circunstancia que era privada".
Mauricio Vargas
"Es un problema de criterio y de decencia que los periodistas no nos metamos en la vida privada de las
personas, cualquiera que sea la excusa para hacerlo. Yo personalmente creo que lo peligroso de los
últimos episodios, en especial el de D'Artagnan, es que no es una columna de chismes. Ya bastante
malo sería que fuera una columna de chismes, pero es más grave cuando lo hace un columnista
político porque entonces sí estamos mezclando gasolina con candela. No solamente nos estamos
metiendo en la vida privada de los personajes sino de los personajes políticos en las columnas
políticas. Utilizar la vida privada de la gente como herramienta de lucha política, eso es lo más
grave".
Javier Darío Restrepo
"Aquí lo que está de por medio es el derecho a la intimidad. Se entiende por intimidad lo que uno no
quiere que se haga público. Ahora, hay distintas clases de derecho a la intimidad. Si se trata de una
persona pública tiene un derecho más reducido que el de una persona privada. Pero la persona pública
tiene derecho a la intimidad en todos aquellos aspectos que no tienen que ver con el interés público y
si, por ejemplo, se trata de un caso de homosexualidad, si eso no tiene que ver con el interés público
ningún periodista tiene porqué meterse con eso porque es un asunto personal".