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POLÍTICA

Rivera, a cerrar la faena de la paz

El nuevo ministro del Interior tendrá seis meses para liderar la aprobación del acuerdo de paz con las Farc y garantizarle la gobernabilidad a Santos en la recta final de su gobierno.

25 de mayo de 2017

Desde hace diez años a Guillermo Rivera se le asocia con la figura de Juan Fernando Cristo. Prácticamente fue su mano derecha en la idea de sacar una ley para las víctimas del Conflicto. Mientras Cristo defendía su idea en el Senado, Rivera la hizo suya en la Cámara de Representantes. Desde esos años han hecho una especie de binomio perfecto.

Por eso no sorprendió la decisión del presidente Juan Manuel Santos de nombrar a Rivera como sucesor de Cristo, más aún cuando era viceministro desde abril del 2016, y a pesar de las sugerencias de los congresistas liberales, que abogaban para que el exsenador Camilo Sánchez fuera el que asumiera esa vacante.

Como los retos del Ministerio del Interior en este último año de gobierno eran tan complejos, Santos apostó por la continuidad. Confesó que lamentó mucho la renuncia de Cristo, al que calificó de gran coequipero, pero a la vez se mostró confiado en que Rivera seguiría la misma senda.

El nuevo ministro nació en Mocoa en 1970, y se convirtió en el primer ministro de Estado oriundo del departamento del Putumayo. Fue secretario del departamento en los años 90, y en el 2002 fue elegido representante a la Cámara con el aval del Partido Liberal, y repitió elección en 2006 y 2010.

De oposición al gobierno de Álvaro Uribe, a uno de los principales escuderos de Santos en el Congreso. Además de la ley de víctimas, de la que fue coautor, fue varias veces ponente de los principales proyectos y reformas que abrieron el marco jurídico a la solución negociada del conflicto. Fue uno de los primeros congresistas que le exigió al Gobierno suspender la fumigación aérea de cultivos ilícitos con glifosato.  

En el 2014 quiso dar el salto al Senado pero se quemó en las urnas. No alcanzó curul. El gobierno Santos lo reclutó, primero como consejero presidencial para los Derechos Humanos, y de trabajar en la Casa de Nariño se mudó a la de en frente, en abril del 2016, cuando fue nombrado vice ministro del Interior, donde volvió a trabajar con Juan Fernando Cristo.

A Rivera le corresponderá ser el ministro de mayor jerarquía del gabinete en el último año de gobierno del presidente Santos. Solo un año, pero no dejará de ser convulso.

El principal reto del nuevo ministro será el de culminar la implementación del acuerdo de paz con las Farc. Tras el fallo de la Corte Constitucional, que limitó los procedimientos del fast track, Rivera solo tiene como fórmula de éxito mantener las mayorías parlamentarias.

Algo que su antecesor logró, y aunque Rivera no tenga la misma experiencia que Cristo, si tiene el suficiente bagaje en el Congreso como para saber lidiar el toro del capitolio.

Sin embargo las condiciones no son tan favorables, pues parte de su misión tendrá que desarrollarla con un parlamento que ya piensa en las elecciones del 2018, y con poco margen de maniobra pues en el último año el gobierno tendrá un natural desgaste.

Pero a la luz de la forma como los partidos políticos recibieron tanto la renuncia de Cristo como el nombramiento, es probable que las relaciones se mantengan.

Por ejemplo Armando Benedetti, presidente del partido de la U, lamentó la salida de Cristo, a quien calificó como “irremplazable”, pero consideró que la persona más idónea para sustituirlo era precisamente Rivera. “Ha acompañado al ministro, conoce los partidos políticos, conoce muy bien a todos los congresistas, respira política, sabe de política”, dijo.

Este jueves Rivera se estrenará como ministro en propiedad. La primera decisión será enviarle una comunicación al Congreso para pedir la prórroga del fast track (se vence el 30 de mayo) por otros seis meses.

Y antes del lunes diseñar algunos decretos que se expedirán en los últimos días de vigencia de las facultades especiales al Presidente de la República. Uno de ellos será el que crea la unidad especial en la Fiscalía para perseguir a las estructuras del crimen organizado que atentan contra líderes de víctimas y reclamantes de tierras.   

Por lo visto, y aunque un año parezca poco para el nuevo Ministro, el trabajo que tiene será como de todo un periodo presidencial.