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A LA GUILLOTINA CON GUSTAVO GÓMEZ

“Ha sido la semana más amarga de mi vida”

El humorista y periodista Guillermo Díaz Salamanca le confiesa a Gustavo Gómez su arrepentimiento tras asesorar a DMG.

29 de noviembre de 2008

Hasta el humor sucumbió al peso de las pirámides. Guillermo Díaz Salamanca, el micrófono de las mil voces, firmó una carta en la que la risa es gran ausente. Compungido, adolorido, muy golpeado, reconoce que asesoró comercialmente a DMG y que, a través suyo, cuatro importantes cadenas radiales terminaron recibiendo pauta de David Murcia y sus asociados. El arrepentimiento no para en la gestión de cuñas: Díaz Salamanca aprovecha para reconocer que no se perdona el dolor que pueda haber causado en sus años de carrera a quienes han estado arrodillados frente a su guillotina radial.

GUSTAVO GÓMEZ: ¿Ha sido esta la semana más amarga de su vida?

GUILLERMO DÍAZ SALAMANCA: Una de las más amargas, sobre todo por el rumor y la maledicencia.

G.G.: ¿Cuándo pasamos del humor al rumor?

G.D.S.: En el momento en que se derrumba DMG y empiezan a señalar a las personas que tuvimos algo que ver con la empresa como enfermos terminales, como portadores de una enfermedad contagiosa.

G.G.: ¿Por qué terminó asesorando a DMG?

G.D.S.: Recibí el pedido de hacer un trabajo de publicidad, campo en el que me desempeño desde hace muchos años paralelamente a mi trabajo en la radio. Ellos querían que les diseñara un plan de medios para anunciar, y eso fue todo lo que hice.

G.G.: ¿Es cierto que hubo consulta previa con el fiscal Mario Iguarán?

G.D.S.: Sí, personalmente le comenté que DMG me invitaba a hacer un trabajo de medios y le pregunté si consideraba que podía hacerlo o no. En su momento, el Fiscal me aseguró que habían hecho investigaciones y que no tenían nada contra DMG. "¡Hágale!", me dijo.

G.G.: ¿Cuándo fue la consulta con Iguarán?

G.D.S.: Hace dos meses y medio.

G.G.: En la medida en que la Fiscalía avanzaba en su trabajo, ¿nunca le dieron una llamadita para decirle que la cosa se estaba calentando?

G.D.S.: No, y habíamos quedado en eso. Supongo que el Fiscal no pudo porque todo se desencadenó muy rápidamente, de un viernes al sábado siguiente.

G.G.: Pero una persona con tanta experiencia y tan informada no leyó las denuncias de la prensa ni oyó las de la radio ¿nunca oyó los comentarios recelosos de la gente? ¿En qué quedó aquello de "ante la duda, abstente"?

G.D.S.: Esto me deja una enseñanza, y es que a partir de aquí le va a tocar a uno, en cualquier escenario publicitario, pedir RH, partida de bautismo de los familiares del anunciante y cuanto paz y salvo exista.

G.G.: Pero estamos claros en que sí había duda y que la empresa era rara. O, entonces, ¿para qué ir a conversar con el Fiscal?

G.D.S.: En la calle la gente decía que el negocio era muy bueno y precisamente por eso preferí hablar con el Fiscal.

G.G.: ¿Quién lo llama de DMG?

G.D.S.: Daniel Ángel.

G.G.: ¿Y hubo invitación a Panamá?

G.D.S.: Sí, viajé con él a Panamá y nos reunimos con David Murcia.

G.G.: ¿Mucho lujo?

G.D.S.: No sé. La reunión fue de un día para otro en una sala de juntas de un hotel.

G.G.: ¿Le pagaron en efectivo?

G.D.S.: Sí.

G.G.: ¿Qué más le ofrecieron?

G.D.S.: En concreto, nada. Murcia quería hacer muchas cosas, montar programas de televisión en una cadena nacional, que bien podría ser Canal Uno, o cualquiera de los canales regionales… eran sólo proyectos. Lo puntual era el plan de pauta en medios invitando a la gente a que no invirtiera en pirámides. El propio Murcia había avisado con mucho tiempo las cosas que iban a pasar con otros negocios, esos sí pirámides, como Drfe.

G.G.: Cuando hablaron de televisión, ¿le mencionaron a Tomás o a Jerónimo Uribe?

G.D.S.: Nunca.

G.G.: ¿Confía en David Murcia?

G.D.S.: Si lo miro a la luz de lo que está pasando, no puedo evitar la duda. Pero de todas maneras también miro la fidelidad de mucha gente hacia su producto. Y debo decir que hasta el día en que Murcia fue detenido, no le había quedado mal a nadie.

G.G.: Yamid estuvo 20 minutos tratando de que Bernal Cuéllar revelara cuánto le había pagado DMG. ¿Cuánto me voy a demorar para que usted me revele su cifra?

G.D.S.: El doctor Bernal Cuéllar habla un poco más pausado que yo.

G.G.: Uno se pone en los pantalones de quienes comercializan 'Caracol Radio', 'La W', 'RCN' y 'Olímpica', y dice: mire, el anunciante viene avalado por Díaz Salamanca, el humorista más serio de Colombia… ¿qué le han dicho ahora cuando explotó el escándalo?

G.D.S.: No me han dicho nada porque no se estaba haciendo nada deshonesto ni truculento ni a espaldas de nadie. Simplemente el trabajo de publicidad para una empresa que en ese momento tenía todos los papeles al día.

G.G.: ¿Le ofrecieron participación en el negocio?

G.D.S.: No.

G.G.: ¿Parte del problema no será que los periodistas mezclen su trabajo con el de vendedores de pauta?

G.D.S.: Infortunadamente es un tema al que se llegó en la radio desde hace muchos años. Cuando estaba en mi época de locutor deportivo, para ganarnos el sueldito debíamos salir a vender publicidad y quedarnos con la comisión. O nos pagábamos con cupos publicitarios. Ese es un asunto que pone a los comunicadores, particularmente a los de la radio, en el filo de la navaja. Entiendo que los de televisión o prensa escrita no tienen que hacer ese tipo de transacciones, que sí son comunes en la radio.

G.G.: ¿En qué momento decide escribir la carta de arrepentimiento?

G.D.S.: Cuando todo desemboca en runrunes, en cacería de brujas… que si yo estaba, que si no estaba, que si tuve o no que ver. Sentí que tenía que darle la cara al país, decirle a la gente que yo había hecho una aproximación a DMG a través de un tema de publicidad. Quería que la gente que me ha aplaudido por mi trabajo entendiera que estaba dispuesto a decir las cosas como son. Quería reconocer públicamente que todos en algún momento damos un mal paso. Esta vez me tocó darlo a mí.

G.G.: Su carta lo muestra arrepentido de haber tendido ese contacto con DMG, pero también arrepentido de otras cosas…

G.D.S.: Este episodio me hizo caer en la cuenta de que a través del micrófono, con la cosa del gracejo, de los bochinches, del valluno, uno le puede hacer daño a la gente sin proponérselo. Hay personas que por diversas circunstancias caen en desgracia y uno detrás del micrófono termina acabando de enterrarlas. Entendí qué se siente estar del otro lado.

G.G.: ¿Qué tan grande es hoy su rabo de paja?

G.D.S.: Sabe que no tanto. Y agradezco a Dios haberme dado el valor de reconocer una equivocación.

G.G.: ¿Y no le da cargo de conciencia pensar que a través de lo que usted hizo, muchos cometieron la equivocación de llevar sus ahorros a DMG?

G.D.S.: No, la gente lo hacía conscientemente. Sabían a qué iban. Muchas veces, al pasar por la autopista, vi filas y filas de gente yendo a entregar su plata. Algo de bueno tendría que haber desde que tanta gente hacía esas filas para llevar dinero. Infortunadamente esto terminó muy mal, pero no empujé a nadie a que hiciera algo que no quisiera.

G.G.: ¿Alguna vez como periodista, según dice en la carta, ha pasado por encima de todo?

G.D.S.: He pisoteado muchas dignidades, repito, sin deseo de hacer daño, porque en los medios tendemos a convertirnos en jueces. Y si hay que arrasar o acabar con lo que se nos pase por delante para mantener las audiencias, nuestra lecturabilidad, nuestros televidentes, pues adelante. Los periodistas no somos los dueños de la moral.

G.G.: Póngale nombre propio al arrepentimiento. ¿Con quien se ha ensañado más de la cuenta? ¿A quién le presenta excusas?

G.D.S.: No le quepa la menor duda de que le presentaría excusas y le daría la mano a José Obdulio Gaviria. Con él me he sobrepasado, ¿sabe? He sido muy duro y muy hiriente con el gobierno. Le confieso que fui muy injusto con Pastrana en su último año de gobierno, a raíz de la salida de Édgar Artunduaga de La Luciérnaga, cuando yo estaba allá. Pude haber sido muy agresivo con el ex presidente, pero, vea usted, me pasó lo de la canción de Pedro Navajas en la parte de "la vida te da sorpresas": alguna noche, después de haber terminado su período, me encontré con él en un restaurante de Bogotá y tuvo la generosidad de venir a saludarme y a preguntarme cómo iba mi nueva vida radial. Recibí una lección de Pastrana a quien, entre otras cosas, se le debería reconocer hoy que fue muy respetuoso con los periodistas en su gobierno.

G.G.: Sé que otros colegas están pasando por el mismo momento doloroso suyo, porque de una u otra manera se hicieron cargo de la imagen o de las relaciones públicas de DMG. ¿Le han pedido consejo, van a tener el mismo valor suyo de enfrentar la cosa públicamente?

G.D.S.: No soy el llamado a decirles lo que deben hacer. Tenga en cuenta que aquí hubo canto de sirenas en el tema particular, por ejemplo, del Body Channel y alguna gente pudo haber caído ahí inocentemente.

G.G.: ¿En la Torre Sonora alguno le ha hecho "cambio de luces"?

G.D.S.: Ninguno. Pero esos colegas, lo entiendo, deben estar viviendo su propio drama y creo que es su conciencia la que les debe decir qué hacer.

G.G.: ¿Qué le han dicho los Ardila?

G.D.S.: En RCN han sido todos supremamente respetuosos con este tema. Hablé con Fernando Molina, el presidente de la cadena, y con Juan Gossaín, y ellos han entendido el asunto. He recibido apoyo total en la tarea de explicar públicamente esta aproximación comercial y de que se entienda que la idea no era causar daño a nadie.

G.G.: ¿Cómo hace uno humor todas las tardes cuando se tiene un problema de estos pegado al alma?

G.D.S.: El humor sale bien por una razón fundamental: pongo todo en manos de Dios.

G.G.: ¿Y este nuevo Guillermo Díaz Salamanca, arrepentido, achicopalado, no le va a restar intensidad a la gracia de 'El Cocuyo'?

G.D.S.: La verdad, no he hablado con mis compañeros de programa sobre hasta qué punto puede uno seguir preguntando duro y esculcando cosas, pero creo que tampoco puede uno privarse de decirle a la gente la realidad de las cosas que pasan.

G.G.: Cuénteme un chiste de pirámides.

G.D.S.: Un tipo llama al conmutador de una pirámide y le contesta una grabación que dice: "Para invertir, apriete 1; para consultar su cuenta, apriete 2; para recibir información sobre porcentajes de pago, apriete 3; para sacar su plata, apriete el c…".