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Cónclave

"¡Habemus Papam!"

Desde hace 26 años no se realiza la escogencia de un nuevo papa. Qué va a suceder hasta que se elija al sucesor de Juan Pablo II.

3 de abril de 2005

Cuando el papa expira su ultimo aliento y deja de ser 'el siervo de los siervos de Dios' en la Tierra, el Camarlengo debe proseguir a golpear la cabeza sin vida del Sumo Pontífice con un martillo de plata y a llamarlo por su nombre de pila tres veces. Después de aceptar el certificado de defunción expedido por el cuerpo médico, prosigue a informar al cardenal vicario de Roma, que hace el anuncio oficial en balcón vaticano: "La Santa Sede se encuentra vacante". De inmediato, el decano del Colegio Cardenalicio se encarga de enviar telegramas de urgencia a los 119 cardenales electores del mundo: "El Papa ha muerto, ven cuanto antes".

Siguiendo la tradición, el Camarlengo pasa a cerrar el apartamento papal, a donde nadie podrá ingresar hasta que sea elegido un nuevo líder espiritual. También destruye el anillo del pescador y el sello papal con que se marcan todos los documentos apostólicos. Pocas horas más tarde los cardenales electores que se encuentran en Roma, o que ya habían logrado llegar a Ciudad del Vaticano, empezaron a reunirse para disponer los ritos fúnebres del Sumo Pontífice.

Desde el momento de la muerte del Papa, la Iglesia católica entra en un letargo y un período de espera. Todos los ordenados pertenecientes a la curia romana que asistían al Pontífice en su ministerio petrino son destituidos en el mismo instante en que fue declarada la muerte del Papa. Desde entonces la Santa Sede queda en manos del decano del Colegio Cardenalicio, el Camarlengo, el Protodíacono y el vicedecano. Ninguna ley ni dictamen dado por Juan Pablo II se podrá cambiar, la regla imperante es "In sede vacante nihil innovatur".

El cuerpo del Pontífice, después de ser embalsamado y vestido con la túnica papal, será velado en la Basílica de San Pedro dentro de un triple féretro: un primer ataúd de cedro, un segundo de plomo y un tercero de pino. Esto tiene el objetivo de evitar la humedad sin perder la sencillez característica en la vida de Karol Wojtyla. "Cada cardenal tiene la obligación de celebrar el novenario, pero la misma Constitución prescribe que el funeral se celebre entre el cuarto y el sexto día", explicó a SEMANA el doctor en derecho canónico padre Francisco Niño Súa. El Papa será enterrado junto con sus predecesores en las catacumbas de la Basílica y Joseph Ratzinger presidirá las ceremonias litúrgicas que se llevarán a cabo en su honor.

HUMO NEGRO, HUMO BLANCO

El cónclave, que significa 'con llave', se iniciará a los 15 días del fallecimiento del Papa, para dar tiempo a todos los cardenales electores del mundo de llegar al Vaticano. Estos se hospedarán en el Domus Sanctae Marthae, residencias construidas en 1996 con el fin específico de alojar a los electores durante el cónclave, pues deben permanecer dentro de Ciudad del Vaticano -cuya lengua oficial es el latín- durante el tiempo que dure la elección. Preferiblemente, los cardenales deberán permanecer en sus aposentos o en la Capilla Sixtina, en donde se llevan a cabo las votaciones. Sólo en caso de enfermedad o de fuerza mayor un cardenal elector podrá salir de la ciudad.

El secreto es lo más importante durante los días de elección. Todos los purpurados deberán hacer un juramento en el que se comprometen a no dar a conocer jamás lo que ocurre dentro del cónclave. En las residencias Santa Marta los cardenales estarán acompañados por sus asistentes, médicos y enfermeras; suficientes curas que hablen diferentes idiomas para atender las necesidades de confesión y un gran número de personas que se encarguen de la limpieza y la alimentación. Todos ellos deberán hacer un juramento similar al de los purpurados.

El cónclave comenzará oficialmente con una celebración litúrgica en la Basílica de San Pedro y de ahí, los cardenales se dirigirán hacia la Capilla Sixtina. Deberán ir vestidos con una sotana larga negra, una banda, un pectoral y un solideo rojos. Durante el trayecto caminarán hacia el lugar de votación acompañados por la Guardia Suiza del Vaticano, quienes impedirán que la gente se acerque a ellos, ya que el contacto con el exterior está estrictamente prohibido mientras se lleva a cabo la elección. Por esa razón está prohibido, bajo pena de excomunión, que los cardenales reciban cartas, llamadas, vean televisión, oigan radio o lean periódicos. Así mismo está prohibido el ingreso, tanto a las residencias como a la Capilla Sixtina, de aparatos para grabar sonido o imágenes, celulares o computadores.

Las votaciones se llevarán a cabo dentro de la Capilla Sixtina dos veces al día, por la mañana y por la tarde. En el momento de la votación solo podrán estar en el edificio los electores, por lo que se dicta la orden "exceant omnes" (salgan todos). Ya a puerta cerrada se reparten las papeletas en que los purpurados deberán escribir claramente, como lo dicta la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis: "Con la caligrafía lo más irreconocible posible", el nombre de su candidato. Los votos son recogidos y contados. Para que pueda ser declarado el nuevo Papa, debe tener dos tercios de la votación a su favor. Cuando no hay un resultado positivo, las papeletas son recogidas y quemadas inmediatamente junto con pedazos de paja seca, lo que genera humo negro que es la señal para el exterior de que aún no se ha elegido un sucesor.

Aunque históricamente hubo cónclaves que se extendieron durante muchos meses -hasta años-, en la actualidad la Constitución dicta que si después de 30 votaciones, es decir 15 días, no se ha llegado a un acuerdo, el nuevo Pontífice será aquel que a la siguiente votación tenga la mayoría simple. "Los últimos cónclaves no han llegado a la semana", dijo a SEMANA el sacerdote redentorista padre Luis Alberto Roballo.

Cuando la elección culmine y el cónclave haya llegado a un acuerdo, las papeletas serán quemadas solas, lo que generará la famosa 'fumata blanca' que le indica al mundo que ya se ha escogido un nuevo Papa. A continuación, el cardenal decano del Colegio en nombre de todo el Colegio Cardenalicio pedirá al elegido su consentimiento con las siguientes preguntas: "¿Aceptas tu elección canónica para Sumo Pontífice?". Después de que el nuevo Papa acepte, le preguntará: "¿Cómo quieres ser llamado?". Se levantará un acta de aceptación del Pontífice sucesor en la que se oficializa su nuevo nombre.

Será entonces cuando el protodiácono, Jorge Arturo Medina Estévez, salga al balcón vaticano y anuncie a la multitud reunida en la Plaza de San Pedro y al mundo entero: "Nuntio vobis gaudium magnum ¡Habemus Papam!". El nuevo Santo Padre, ya vestido en el atuendo pontífice, saludará a la gente y como primer acto oficial impartirá al mundo la bendición apostólica Urbi et Orbi. El mundo católico despertará entonces de su letargo y empezará una nueva era para la Iglesia.