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El informante tuvo acceso a los hombres más cercanos de Jorge Briceño, alias 'Mono Jojoy'. Esa relación fue clave para entregar a las autoridades los datos que permitieron realizar la operación Sodoma, el 22 de septiembre de 2010, que terminó con la vida del jefe militar de las Farc y 20 guerrilleros más. | Foto: LEÓN DARÍO PELÁEZ/SEMANA

DENUNCIA

Habla el hombre que entregó al 'Mono Jojoy'

SEMANA revela el testimonio del informante que entregó información clave para la caída del jefe guerrillero. Denuncia que el gobierno de Estados Unidos no le pagó la recompensa de los 5 millones de dólares.

8 de diciembre de 2012

El 22 de septiembre de 2010, un bombardeo acabó con la vida de Jorge Briceño o Mono Jojoy, jefe militar y segundo al mando de las Farc. El gobierno colombiano ofrecía 5.000 millones de pesos de recompensa y el de Estados Unidos, 5 millones de dólares. El hombre que hizo posible a las autoridades dar con el campamento del legendario guerrillero habla por primera vez. Y, además de relatar la operación, que parece sacada de una película de espionaje, acusa al gobierno de Estados Unidos de no haberle pagado la recompensa.

"Se hicieron los gringos y me pusieron 'conejo'. Solo estoy reclamando lo que me prometieron", dice, alegando que ese país únicamente le pagó una mínima parte de la recompensa anunciada. SEMANA habló con él, revisó el arsenal de documentos oficiales que lleva en una carpeta para respaldar su historia y verificó con autoridades colombianas que confirmaron que, efectivamente, Juan*, cuya identidad se reserva por obvias razones, fue clave en la Operación Sodoma en la que cayó el Mono Jojoy. Esta es su historia.

"Yo les ayudo"

Durante varios años Juan se dedicó a la venta de todo tipo de productos en diversos municipios del Meta. "Siempre me dediqué al comercio. Comerciaba con ollas, jabones, ropa, plantas eléctricas, productos de aseo, entre muchas otras cosas, que compraba en Bogotá o Villavo y los vendía en los pueblitos de Meta", cuenta. "Para vender las cosas en muchas de esas zonas uno tenía que tener el permiso de la guerrilla porque eran los que mandaban. Con el tiempo empecé a venderles cosas de aseo, ropa interior y otras cosas a ellos también. Así duré dos años, como desde 2008", afirma. "Yo entraba y salía de la zona que era de influencia del Bloque Oriental sin problema. Ahí conocí a Homer y Elkin, que era sobrino de Romaña. Ellos eran los encargados de compras para ese bloque. Yo les vendía periódicos, revistas, ropa y algunas medicinas como droga para la diabetes y la presión que a veces me encargaban".

A comienzos de agosto de 2010 Juan se encontraba en Bogotá para realizar algunas compras, como habitualmente lo hacía. Fue abordado por dos policías uniformados que le pidieron su cédula y le informaron que debía esperar porque otros policías debían hablar con él. "Llegó un carro con dos personas que se identificaron como policías. Me dijeron que sabían quién era yo y que tenían que hacerme una oferta. Me mostraron fotos mías en diferentes pueblos, veredas y caseríos", cuenta. Los hombres que lo abordaron eran oficiales de la Dijin. Para ese momento, varios equipos de la Policía llevaban meses infiltrados bajo diferentes fachadas en municipios del Meta, como parte de una operación para dar con Jojoy.

Los infiltrados habían logrado determinar que Juan tenía pleno acceso a las personas más cercanas del jefe guerrillero, quien sufría de diabetes y problemas de presión arterial, por lo que requería medicinas que no eran fáciles de conseguir en la región. "Me di cuenta que tenían mucha información sobre mis actividades. En el carro me dijeron que había una recompensa a quien ayudara con información sobre Jojoy y que si me interesaba colaborar y ganarme la plata. Yo ante todo era un negociante. No era guerrillero, ni colaborador, ni nada. Les dije que les iba a ayudar para ganarme la recompensa. Me dieron unos números y me dejaron ir. Quedamos de seguir hablando", contó Juan.

El hombre regresó a la zona y durante varias semanas siguió con su rutina. Entraba y salía y les vendía sus productos a los habitantes de la región y a los guerrilleros, con quienes siguió conversando. "Como el 15 de agosto, los jefes de compras me encargan una medicina para la diabetes, ropa y me piden que les ayude a conseguir unas botas. No me dijeron para quién era y yo nunca preguntaba. Solo me dijeron y me anotaron las especificaciones ortopédicas que no eran comunes. Yo les dije que me demoraba en conseguirlas porque no era fácil", relata.

Tras ese requerimiento el informante salió de la zona y fue contactado nuevamente por los oficiales de Dijin. Por diversas fuentes, ellos ya sabían que Jojoy les había encargado a sus hombres la compra de unas botas de campaña especiales. Cuando se encontraron con *Juan, este les contó sobre todos los elementos que le habían encargado los subversivos, incluidas las botas. Los oficiales le dijeron a Juan que ellos se encargarían de conseguirle las botas con las especificaciones solicitadas. Unas semanas más tarde, el 18 de septiembre, se volvieron a encontrar y le entregaron las botas. El hombre viajó hasta una vereda en las selvas del Meta y entregó a los hombres de Jojoy el calzado, medicina para la diabetes, algo de ropa y unas revistas que le habían encargado. Cinco días más tarde, a la una de la mañana del 23 de septiembre, Juan, como muchos otros habitantes del Meta, sintió el vuelo de decenas de aviones y helicópteros rumbo a la selva.

Horas más tarde, se dio cuenta de que habían bombardeado el campamento del jefe guerrillero y que había muerto. Por radio escuchó las declaraciones del ministro Rivera contando que el bombardeo había sido preciso gracias a un dispositivo electrónico que había sido instalado en unas botas que Jojoy había encargado. "Ahí me preocupé mucho, me asusté y me fui para Bogotá", recuerda Juan.

Misión cumplida

"Cuando llegué a la capital me encontré con el oficial con el que yo hablaba. Nos abrazamos, me felicitó y me dijo que la operación había sido un éxito, que yo había hecho una gran labor por el país y que me había ganado con méritos de sobra la recompensa. Quedamos de vernos a los pocos días. Mientras eso, yo busqué dónde esconderme en la capital", afirma Juan.

A comienzos de octubre, ocho o diez días después del bombardeo, el oficial llamó a Juan y lo citó. "Yo llegué a un lugar cerca de las instalaciones de la Dijin. Ahí estaba el oficial que yo conocía, otros dos de Dijin que no había visto y tres gringos que se presentaron como agentes de la CIA. Ellos me felicitaron, hablamos sobre lo que yo había hecho y uno de ellos sacó varios fajos de dólares y me dijo: 'acá hay 100.000 dólares que nosotros te queremos dar como reconocimiento. Esto te sirve para mantenerte mientras sale el dinero de tu recompensa'. Yo firmé un documento en donde constaba que había recibido 100.000 dólares. Nos despedimos y nos fuimos", recuerda.

Con el dinero que le dieron al informante sacó a su familia de la zona y los llevó a vivir a Bogotá. Habitualmente seguía hablando con el oficial de Dijin, quien le decía que los 5.000 millones de pesos de la recompensa que ofrecía el gobierno de Colombia ya estaban en trámite.

En los primeros días de febrero de 2011 Juan recibió una llamada de ese oficial, que le pidió ir a la sede de la embajada de Estados Unidos en Bogotá. "En la entrada estaba el oficial con un gringo de la DEA llamado Dereck. Entramos y me llevaron a una oficina en donde estaban otros cinco agentes de la DEA y un coronel de la Dijin. Allí me felicitan de nuevo, me dicen que saque mi pasaporte y el de mi familia para gestionar las visas. Allí conozco a Dustin y a Erick, otros dos agentes con los que después seguí hablando. Ellos ponen sobre la mesa 200 millones de pesos en efectivo en una bolsa plástica transparente y me dicen que es un reconocimiento mientras sale la plata de la recompensa americana. Yo firmo un documento en donde consta que recibí ese dinero. Dereck y Dustin me dan el número de sus celulares para seguir en contacto", recuerda Juan.

Con los 100.000 dólares que le entregó la CIA y los 200 millones de pesos que le dio la DEA Juan se dedicó a mantener a su familia y a mudarse de casa constantemente. Amigos suyos de la zona de La Macarena le habían hecho saber que las Farc habían puesto precio por su cabeza. El oficial de Policía con el que constantemente hablaba salió a vacaciones y luego fue trasladado. Más allá de algunas esporádicas llamadas con Dereck en las que le decía que esperara y que la recompensa estaba en trámite, durante meses no volvió a tener reuniones con los estadounidenses.

En agosto de 2011 recibió una buena noticia. Lo llamaron de la Dijin para informarle que le pagarían la recompensa que ofrecía el gobierno colombiano. *Juan entregó un número de cuenta bancaria y le consignaron 4.300 millones de pesos. "Los otros 700 millones de los 5.000 que era lo ofrecido por el gobierno colombiano los distribuyeron en otras tres fuentes que tenía la Armada y que también ayudaron. La Policía se demoró pero me cumplieron pagándome lo que me habían prometido", dice.

'Conejo'

En noviembre de 2011, ya con el pago del gobierno colombiano, Juan empezó a buscar nuevamente a los norteamericanos para saber qué había pasado con la recompensa de 5 millones de dólares. "Logré comunicarme con Dustin y nos pusimos una cita frente a la embajada. Él me dijo que no me preocupara, que mi dinero estaba en trámite en el Congreso americano y que calculaba que se podía demorar unos meses en salir. En febrero de 2012 los volví a llamar. Ahí me vuelvo a encontrar frente a la embajada con Dustin y Erick que me dicen otra vez que espere, que el dinero está en trámite", dice *Juan. "En abril tuve otra cita al lado de la embajada. A esa reunión fue Dereck con otro agente de la DEA llamado James. Dereck me dijo que no me iban a dar las visas porque habían llegado tarde los pasaportes, pero que esperara, que me iban a cumplir con el pago de la recompensa. En junio vuelvo y me reúno con Dereck, Dustin y James y me repiten lo mismo. Que tenga calma que me van a cumplir.", cuenta. "En agosto llamé de nuevo y James me cita a reunión en los jardines de la embajada. Me dice que Dereck y Dustin ya no están en el país, que regresaron a Estados Unidos. Y me dice, otra vez, que tengo que esperar el pago. En septiembre llamo de nuevo y ahí James ya me dice que no me van a pagar y que no hay nada qué hacer", contó Juan.

A pesar de lo que ya le habían dicho, la semana pasada Juan se comunicó nuevamente por teléfono con James. "Otra agencia de la embajada ya te dio 100.000 dólares y nosotros como DEA te dimos 200 millones de pesos. Eso es todo", dijo el agente de la DEA (Escuchar Audio).

Tras esta respuesta Juan decidió contratar abogados en Estados Unidos y Colombia para reclamar su recompensa. "¿Para qué ofrecen recompensas si no las van a pagar? Siempre quedó claro que eran dos recompensas, una del gobierno colombiano que sí cumplió y otra de los americanos por 5 millones de dólares, que no se ha pagado", afirma.

Juan contactó a Joaquín Pérez, un abogado que tiene relaciones con las autoridades estadounidenses por llevar casos de narcotraficantes colombianos en las cortes de ese país. Este intentó, sin éxito, conciliar la situación entre el informante y la embajada. Juan le mostró a SEMANA una comunicación que recibió su abogado de James A. Faulkner, jefe jurídico de la embajada en Bogotá. "Juan era un conocido agente logístico de una cruel organización terrorista, a quien la DEA y la CNP capturaron en una operación. Solo cuando estuvo con la espada contra la pared, en riesgo de afrontar cargos por terrorismo y una larga condena tras las rejas en Estados Unidos aceptó cooperar. No cabe duda de que su cooperación fue efectiva, y él fue compensado con dinero y con su libertad. No creo que nadie pueda reclamar que fue tratado injustamente", dice Faulkner en la comunicación. Juan, sin embargo, niega haber sido capturado y dice que jamás se enfrentó a ningún cargo por terrorismo.

Desde mucho antes de la operación contra Jojoy tanto el gobierno colombiano como el estadounidense publicaron afiches en donde anunciaban las recompensas: 5.000 millones de pesos aparecían en el cartel que en su momento publicó la Policía y hasta 5 millones de dólares era la cifra ofrecida públicamente por el Departamento de Estado por información sobre el jefe guerrillero. Esto haría pensar que efectivamente se trata de dos recompensas distintas. Sin embargo, todo parece indicar que el gobierno de Estados Unidos considera que ya está a 'paz y salvo' con Juan.

SEMANA consultó con personal del Departamento de Estado en Washington, quienes simplemente se limitaron a decir que los encargados de referirse al tema era su embajada en Bogotá. De esta, SEMANA no logró conseguir una respuesta.

"Siempre pensé que los que me iban a tumbar con lo de la recompensa eran los colombianos, pero fueron los que cumplieron. No sé qué habrá pasado con los 5 millones de dólares. Lo único que tengo claro es que me pusieron 'conejo' y se están haciendo los gringos", concluye *Juan.

Juan*. Nombre cambiado por razones de seguridad.