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En entrevista con SEMANA, el ex presidente fija su posición ante la crisis.

28 de octubre de 1996

En las últimas semanas varios escritos y declaraciones del ex presidente Alfonso López Michelsen han desatado toda clase de interpretaciones en los más variados sentidos: que el ex mandatario pidió que el presidente Ernesto Samper se retire después de poner a andar una reforma constitucional que lleve su nombre; que aseguró que Colombia necesita un gobierno dictatorial; que piensa que Carlos Lemos sería una garantía de imparcialidad para las elecciones de 1998. Para aclarar todo esto SEMANA quiso indagar con el ex presidente cuáles son realmente sus posiciones frente a la grave coyuntura que vive el país y lo entrevistó el viernes, tras su regreso de Estados Unidos. Los siguientes son los principales apartes del reportaje.
 
Semana: Ha creado usted un gran alboroto con sus últimos escritos y declaraciones. Ha hablado usted de la necesidad de un gobierno fuerte, de un gobierno de unidad nacional, del desplome del Estado de derecho. Eso ha llevado a un grupo de dirigentes, principalmente conservadores, a pedirle que lidere un movimiento para concretar sus propuestas.
Alfonso López Michelsen: Usted mismo me está diciendo que se me están haciendo propuestas pero no que yo las estoy haciendo. Agradezco mucho esos gestos, pero mi actividad como columnista no tiene por qué ser asociada con acciones concretas. Es simplemente una opinión.
 
Semana: Pero una opinión de un ex presidente liberal en una crisis como la actual es interpretada por muchos como algo más que un simple ejercicio intelectual.
A.L.M.: No por mí. Cuando hay un paciente con problemas de salud diferentes especialistas cumplen con diferentes funciones. Mi papel es el del radiólogo, no el del cirujano. Me limito a hacer la radiografía.
 
Semana: Una radiografía suya que llamó mucho la atención, es que el presidente Samper renuncie una vez sus propuestas de reformas constitucionales den los primeros pasos en el Congreso...
A.L.M.: Eso fue algo que yo le dije al Presidente en su momento. Que me parecía que estaba en interés suyo y del país contemplar su retiro una vez que le aprobaran una reforma importante asociada a su nombre. Cuando me referí a este episodio en alguna declaración, era sólo para subrayar dos cosas: una, que ningún presidente abandona el poder solamente porque se lo piden los enemigos. Y dos, que tiene que haber una dimensión histórica en cualquier salida para que sea voluntaria.
 
Semana: ¿Pero no le parece muy exótico que sólo para darle dimensión histórica a la salida de un mandatario el país tenga que hacer una reforma constitucional que lleve su nombre sin que nadie vea muy bien la necesidad o conveniencia de esa reforma?
A.L.M.: Lo que pasa es que la Constitución de 1991 les parece más perfecta a ustedes que a mí. Siempre me opuse a que la Carta de 1886 fuera cambiada por vías extraconstitucionales. No creo que el país haya mejorado mucho en los cinco años de vigencia que lleva la nueva Constitución. Me parece lógico y conveniente que haya revisión de algunos puntos y que se hagan ajustes. Por lo tanto, cuando hablo de la reforma Samper no es por atención personal con él sino por convicción de que le prestaría un servicio al país abanderando esa reforma.
 
Semana: ¿Qué puntos cree que deben ser reformados?
A.L.M.: Me parece conveniente reformar la circunscripción nacional para los senadores. Creo también que la tutela se ha desbordado como los ríos del Llano y hay que darle cauce. La vicepresidencia ha demostrado ser ajena a nuestras costumbres. Señalo estos puntos solo en vía de ejemplo pues el tema es muy extenso. El hecho real es que varios aspectos de la reforma del 91 han demostrado en la práctica no cumplir con los propósitos que buscaban. Por ejemplo, se decidió independizar al Ejecutivo del Legislativo prohibiéndole a los congresistas ser ministros o embajadores. Esto lo único en que ha resultado es que esos nombramientos se los hacen ahora a sus parientes o allegados.
 
Semana: ¿Qué opina de la extradición?
A.L.M.: No quiero hablar sobre ese tema porque quiero tratarlo con profundidad posteriormente. Anticipo, sin embargo, que tarde o temprano se va a imponer y por razones muy distintas de las que se están esgrimiendo en la actualidad.
 
Semana: No queda muy claro si lo que usted quiere es que se reforme la Constitución o que se retire Ernesto Samper. ¿Por qué asocia lo uno con lo otro?
A.L.M.: Para reiterar que un presidente no se va del poder a sombrerazos. Un general sólo se rinde cuando lo derrotan los generales del enemigo o cuando se lo piden sus propios soldados. Nunca cuando se lo piden los soldados del enemigo, que es lo que está sucediendo con Ernesto Samper. A él nadie lo ha podido derrotar. Ganó el proceso en el Congreso, tiene una mayoría significativa allá y cuenta con un respaldo de opinión considerable. No es a punta de banquetes de los empresarios como se va a propiciar un clima de retiro de un presidente con arraigo popular.
 
Semana: ¿No querrá eso decir que usted es uno de los soldados amigos que le está insinuando que se vaya? Ha habido muchos: Hernando Santos, Pedro Gómez Barrero y, como usted, no son sólo soldados samperistas, sino generales samperistas. ¿Alguna vez usted le planteó esta salida?
A.L.M.: En algunas ocasiones en que hemos conversado sobre esos temas, yo es más lo que escucho que lo que recomiendo. Lo único que le he dicho es que entiendo que esas son decisiones que se toman finalmente no sólo por razones de Estado sino también con base en consideraciones familiares y personales. Las crisis políticas a veces se traducen no en que un presidente se tenga que ir sino que se quiere ir.
 
Semana: ¿Y usted cree que Ernesto Samper está pensando en irse?
A.L.M.: No sé, pero en todo caso tiene motivos válidos para pensarlo. Ha sido víctima de la mayor arremetida política que se ha visto en Colombia en los últimos 50 años. Si algo ha quedado claro en todo esto es que es un político de casta. Pero esas cosas cansan y en un país como Colombia los escándalos pueden adquirir una dinámica irracional donde se pierde toda objetividad. Es algo que limita la capacidad de maniobra para gobernar.
 
Semana: ¿Qué quiere decir que se pierde toda objetividad?
A.L.M.: Mucha gente cree que todos los problemas que se viven en Colombia obedecen a Ernesto Samper o al proceso 8.000. Que es por culpa de él que hay narcotráfico, que es por culpa de él que hay guerrilla, que es por culpa de él que hay crisis económica. Como si todos estos fenómenos pudieran desaparecer de la noche a la mañana si él se va.
 
Semana: Pero algo tendrá que tener que ver la crisis política con todos esos fenómenos.
A.L.M.: Con unos más que otros. Para mí el 70 por ciento de la crisis económica obedece a factores que nada tienen que ver con Ernesto Samper. ¿O ustedes creen que el proceso 8.000 incide en el precio del café o en la caída de la economía venezolana o en la dimensión del contrabando o en el ciclo de la construcción?
 
Semana: ¿Y el otro 30 por ciento se debe a la presencia de Ernesto Samper?
A.L.M.: No. Se debe a la pugnacidad política entre samperistas y antisamperistas, la cual ha creado un clima de desconfianza.
 
Semana: No pinta usted un panorama muy alentador. Ni siquiera con el retiro de Samper. A.L.M.: Los problemas del país yo no los relaciono con el relevo del Presidente ni con el cambio de nombre en la vicepresidencia, sino con una filosofía de gobierno. Hay momentos históricos donde es posible contemporizar y otros en que no. Creo que estamos en uno de los segundos.
 
Semana: ¿Quiere usted decir que el gobierno está contemporizando mucho?
A.L.M.: Yo creo que atravesamos un momento muy delicado. Como dije en una columna hace algunos días, el Estado de derecho del que tanto nos ufanábamos se ha derrumbado. Vivimos el imperio de las vías de hecho. Todo el que quiere lograr algo, hace un paro y eventualmente acaba consiguiendo su objetivo.
 
Semana: Sobre eso todo el mundo está de acuerdo pero, ¿cuál es la solución?
A.L.M.: Se necesita un gobierno de unidad nacional y una mano fuerte.
 
Semana: ¿Usted cree que esas condiciones se pueden reunir con el actual gobierno? A.L.M.: Es difícil en un país tan polarizado. Pero con un problema de orden público con las dimensiones del actual es necesario buscar fórmulas. Lo primero es darse cuenta que los problemas frente a los enemigos del sistema son demasiado graves como para estar peleando entre nosotros. Prolongar indefinidamente las discusiones sobre el proceso 8.000 me parece estéril. Eso es exactamente lo que buscan el cura Pérez y el 'Mono Jojoy'.
 
Semana: ¿Usted cree que en las actuales circunstancias es posible que la sociedad civil rodee al Presidente? ¿Que se pueda integrar un gobierno donde la mayoría de las fuerzas vivas participe?
A.L.M.: Debería poder lograrse. Si no se puede hay que buscar otra salida. Algo semejante sucedió en 1945 cuando el Partido Conservador no se prestó a un gobierno de unidad para conjurar los efectos de la Segunda Guerra Mundial. Mi padre decidió no convertirse en obstáculo de unidad y facilitó el tránsito al primer gobierno de Alberto Lleras. El general Reyes, Marco Fidel Suárez y López Pumarejo se retiraron por problemas de gobernabilidad sin perder nunca su estatura histórica.
 
Semana: Con esta frase usted le está pidiendo la renuncia al presidente Samper, por más de que diga que no.
A.L.M.: Lo único que no se puede hacer es seguir como estamos. Es decir, atizando la debilidad del sistema mientras se fortalece la subversión. Se necesita un Estado que haga cumplir la ley. Es la única forma de no caer en el despotismo. El dilema no está entre dictadura y anarquía sino entre anarquía y Estado de derecho.
 
Semana: ¿Y eso no será por la debilidad política de Ernesto Samper?
A.L.M.: No creo en la debilidad política de Ernesto Samper, quien tiene la mitad del país a su favor. Creo en la debilidad material, diría yo económica, para hacerle frente a una situación que requiere más recursos y más sacrificios y de la cual hasta ahora se está tomando conciencia. Hay que contemporizar menos y darse una pela.
 
Semana: Su diagnóstico es válido pero las salidas no parecen claras. ¿Qué le dice usted a las personas que le piden que lidere un movimiento para la configuración del gobierno de unidad nacional?
A.L.M.: Lo que les dije al principio. Yo soy el radiólogo y no el cirujano. Además un radiólogo pasado de años y muy consciente de sus limitaciones.