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A hacer la tarea

A muchos maestros oficiales no les gusta el concurso de méritos para escoger 60.000 docentes, pero el gobierno está seguro de que es lo mejor para los niños.

8 de noviembre de 2004

En las últimas semanas el Ministerio de Educación ha sido escenario de protestas protagonizadas por varios maestros del Estado. Con pancartas y estribillos, los profesores reniegan del concurso de competencias al que deberán someterse todos aquellos que hoy por hoy están provisionales en sus cargos y que quieran ser nombrados docentes en propiedad de cualquier institución oficial de educación media.

El concurso, que se llevará a cabo el próximo 4 de diciembre a través de un examen realizado por el Icfes, busca acabar con los nombramientos provisionales en cargos de docentes -directivos y regulares- y armar, de una vez por todas, un equipo de maestros oficiales con nombramiento definitivo. Se crearán 60.000 cargos permanentes.

No todos los docentes provisionales están protestando. Carlos Duarte, por ejemplo, lleva varios años ejerciendo sin ser nombrado en propiedad. Aunque no niega el temor de quedar por fuera, está de acuerdo con someterse al concurso. "Lo más importante son los niños. Ellos tienen derecho a estar formados por los mejores", dijo.

La Federación Colombiana de Educadores, Fecode, comparte la necesidad de pensar en aras de la calidad, pero ha tomado abierta distancia con la convocatoria del Ministerio alegando razones pedagógicas y laborales.

La manzana de la discordia entre maestros y Ministerio tiene que ver con la antigüedad de muchos de los 43.000 docentes provisionales que hay en el país. El Ministerio busca ofrecerles estabilidad a los maestros. Pero a quienes demuestren ser los mejores. Fecode en cambio argumenta que los maestros que vienen ejerciendo la docencia como provisionales desde hace años se han ganado por derecho propio esas plazas en disputa. Piden, por lo tanto que se les exima de la prueba.

Aunque miles de maestros han demostrado con su experiencia las capacidades para tener en sus manos una tarea de tanta responsabilidad como es la enseñanza, a lo largo y ancho del territorio nacional muchos de estos profesores han sido y siguen siendo nombrados por amiguismos o favores políticos. Muchos de ellos, sin tener méritos ni experiencia. En tal sentido, la prueba, que va acompañada de una entrevista realizada por cada entidad territorial, pretende ser un filtro para que los niños y jóvenes colombianos puedan contar con los mejores. "Lo importante es que este proceso se realice con transparencia y objetividad, como lo hemos prometido", asegura Juana Inés Díaz, viceministra de Educación.

La Secretaría de Educación de Bogotá se ha convertido en aliada de Fecode en este debate. La convocatoria del Ministerio está abierta a cualquier profesional, no importa que no tenga licenciatura ni título docente. Ingenieros, médicos, arquitectos, diseñadores y demás podrán presentar las pruebas y aspirar no sólo a cargos como docentes sino como directivos.

Esta decisión tiene enojados a los maestros que ven más competencia y menos posibilidades de alcanzar alguna de las plazas en oferta. En el país hay más de 300.000 maestros desempleados. En Bogotá, por ejemplo, hay cerca de 3.400 cargos sin ocupar y hasta el viernes de la semana pasada ya se habían inscrito más de 20.000 personas de profesiones distintas que aspiran a uno de ellos. "No es justo que además de que hay más docentes que cargos, sean otros los que nos dejen sin trabajo", dijo Celio Nieves, vicepresidente de Fecode.

La preocupación de los maestros ante la posibilidad de que cualquiera puede entrar a ocupar un cargo por el que ellos han trabajado toda la vida es legítima. Lo que no se entiende es por qué a muchos les molesta que sus conocimientos sean probados -que es lo que se pretende con este examen- si están seguros de tener las competencias necesarias para enseñar. Otra cosa es que propongan que los años de experiencia en el oficio tengan un valor superior al 5 por ciento que es el estipulado para este concurso de méritos. Los docentes tienen derecho a que su trayectoria y los estudios realizados sean un valor agregado a la hora de competir con maestros novatos.

A pesar de los ánimos caldeados, es importante que se mantenga el norte del debate: ¿qué es lo que más les conviene a los niños y jóvenes del país? La controversia debe darse en esa línea. No en otra. La calidad y el derecho a ser formados por los mejores no son negociables, porque este es uno de los motores centrales del desarrollo del país. Al fin y al cabo se dice que la educación es el aspecto estructural más importante de una sociedad.

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