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La recta final de las elecciones locales ya comenzó y está como para alquilar balcón. Serán una prueba de fuego para el uribismo, la Unidad Nacional y la oposición.

13 de agosto de 2011

Aunque el país no ha tenido cabeza sino para el Mundial Sub-20 de Fútbol, acaba de comenzar otra competencia igual de emocionante: las elecciones locales del 30 de octubre. La semana pasada se cumplió el plazo para la inscripción de candidatos, que marca la largada para más de cien mil candidatos que competirán por 18.000 alcaldías, gobernaciones, concejos y asambleas.

Apenas se apaguen los estadios, el tema obligado serán las elecciones. Y sin duda serán complejas y curiosas. Son las primeras que se llevan a cabo bajo la Unidad Nacional de Juan Manuel Santos: pondrán a prueba la coalición, que incluye a los cinco partidos más grandes del país. El gobierno tiene todas las de ganar. El presidente se ha abstenido de hacer guiños, que habrían podido crear antagonismos y fricciones en la coalición. Y cualquiera que resulte elegido con el respaldo de La U, el conservatismo, Cambio Radical o el liberalismo sumará en los balances electorales de la Unidad Nacional.

Los comicios también serán un termómetro para evaluar la vigencia del uribismo como fuerza política. Aunque para nadie es un secreto que el encanto de Álvaro Uribe sigue vivo, sus opositores dicen que el uribismo va a tener un mal desempeño. "Perdió sus figuras más importantes", dice un vocero liberal, que asegura que el único logro visible que podrá cosechar el uribismo es la Gobernación de Caldas, con Gabriel Vallejo, de La U. En la capital, si gana Enrique Peñalosa, será un triunfo compartido con los verdes. En Antioquia, el uribismo está en riesgo de perder contra Sergio Fajardo, que aspira a la Gobernación por los verdes, y Aníbal Gaviria, candidato liberal. Y en otras regiones del país, sus candidatos favoritos, como Susana Correa en el Valle, no puntean las encuestas.

Por último, las elecciones también medirán el verdadero estado de la relación entre el presidente Santos y el expresidente Uribe. No es un secreto que las relaciones no pasan por su mejor momento. Las críticas de Uribe al gobierno Santos se hacen cada vez más frecuentes y aunque el presidente Santos sigue religiosamente su mantra de "NPCU" o "no pelear con Uribe", no se sabe hasta cuándo tendrá esta posición. Las relaciones, hasta ahora cordiales pero parcas, podrían tomar otro camino después de las elecciones. No en vano, el senador de La U Armando Benedetti afirmó la semana pasada que "después de octubre, Uribe pasará a la oposición".

En las elecciones de octubre también se producirán todo tipo de alianzas. "Aquí estamos todos con todos", asegura un vocero de La U mientras analiza que "el panorama es bastante heterogéneo". La coalición más grande se dio alrededor de Álvaro Cruz, candidato a la Gobernación de Cundinamarca, que cuenta con el apoyo de Cambio Radical, el Partido Liberal, los conservadores y La U. También se da el caso paradójico de que enemigos históricos estén apoyando a los mismos candidatos. Por ejemplo, mientras los liberales y los conservadores están enfrentados en una dura guerra ideológica por temas como el aborto y el matrimonio gay, unirán fuerzas en miles de municipios. Y aunque enfrentados en Bogotá, los verdes y la ASI hicieron alianzas en otras partes, como Arauca.

Hay otras novedades. Mientras en algunos municipios solo hay dos candidatos, en Cartagena hay cinco, y en Cali y en Bogotá habrá más de diez. Por otro lado, es la primera vez que existen movimientos que promueven el voto en blanco en siete departamentos. Y además, este año hay un poco más de cien candidatos cívicos inscritos por firmas. Lo curioso es que varios independientes lograron el apoyo de algunos partidos, aunque se negaron a matricularse en uno. Es el caso de Alan Jara en el Meta y de Raúl Delgado en Nariño, ambos con posibilidades de ganar.

También se da el caso del 'todos contra uno'. Así será en la Gobernación del Valle, donde varios partidos se han unido en torno a Weimar Delgado, de origen conservador, para impedir que el candidato del MIO -derivado del PIN-, Héctor Fabio Useche, se lleve la victoria. Lo mismo pasa en La Guajira, donde una coalición de La U, el Partido Conservador y los verdes busca detener a Juan Francisco 'Kiko' Gómez, controvertido candidato de Cambio Radical. Y en Santander, donde liberales y conservadores se unieron en torno a Luis Fernando Cote Peña para impedir el ascenso de Richard Aguilar, hijo de Hugo Aguilar.

En varios departamentos, los partidos repartieron sus fuerzas de manera estratégica. La U no tiene candidato a la Gobernación del Magdalena, pero buscará la Alcaldía de Santa Marta. Lo mismo ocurre con los liberales en Norte de Santander, donde esperan ganar la Alcaldía de Cúcuta pero no competirán por la Gobernación.

Por otro lado, estas elecciones serán una dura prueba para La U, los verdes y el Polo, que a pesar de tener fuerza en el escenario nacional, tienen una frágil presencia regional. El Polo Democrático hará su mejor esfuerzo para no perder sus fortines electorales: Bogotá y Nariño, aunque el viento sopla en su contra. El candidato para la Alcaldía de Bogotá, Aurelio Suárez, no es ampliamente conocido y tendrá que luchar contra el desprestigio de la administración actual. En Nariño, donde ganó la Gobernación con Antonio Navarro Wolf en 2007, las cosas tampoco pintan bien. Los amarillos no tienen candidato propio y están en conversaciones con Raúl Delgado, candidato independiente que cuenta con el apoyo de los liberales, Cambio Radical, los verdes y la ASI. Aunque Delgado es el que más opciones tiene de ganar, no se podría considerar como una victoria polista.

El panorama para el Polo es turbio, pero el presidente de la colectividad, Jaime Dussán, afirma que crearán una "mancha amarilla" en todo el territorio nacional, con candidatos en 650 municipios y 22 departamentos. Según Dussán, el Polo puede enarbolar la bandera de la oposición y cosechar el voto inconforme.

Estas elecciones también serán determinantes para los verdes, después de haber obtenido tres millones y medio de votos en 2010. Están dando la batalla para quedarse con la Alcaldía de Bogotá, con Enrique Peñalosa, y la Gobernación de Antioquia, con Sergio Fajardo. Tienen 8.000 candidatos en todo el país y le apuestan a lograr la Gobernación de Bolívar, la Alcaldía de Cartagena y darían la pelea en el Meta y Boyacá. "Nuestro objetivo es sacar millones de votos y lograr presencia nacional", dice Alfonso Prada, miembro de la Dirección Nacional del partido.

No menos trascendental es el desafío de La U, el partido del presidente. Hace cuatro años perdió en 24 de las 25 ciudades más importantes, lo que se consideró una derrota monumental. Por esto, el presidente de la colectividad, Juan Lozano, dice que recibió un partido derrotado y que entregará un partido ganador con 200 alcaldías, entre ellas Bucaramanga, y gobernaciones, como la de Atlántico. Y no están dispuestos a perder Antioquia.

Y por último, los partidos Liberal y Conservador tienen el reto de reafirmarse como los de mayor representación. Los liberales quieren ganarse el título de "la primera fuerza política del país". Matricularon a candidatos en 950 municipios y aspiran a ocho gobernaciones y 14 alcaldías de ciudades capitales, entre ellas Cali, Armenia, Pereira y Medellín. Por su lado, los azules quieren mantener sus siete gobernaciones actuales. Sus baluartes son Norte de Santander, Boyacá, Tolima y Huila.

Durante los últimos meses, los directores de los partidos recorrieron el país para armar sus listas, entregar avales, depurar a candidatos indeseados (algunos con más éxito que otros) y encontrar candidatos estrellas. Y la paradoja es que a dos meses de las elecciones, todos son optimistas. ¿Por qué? Aunque no es fácil de explicar, todos pueden ganar. Dado que la última reforma política permite candidatos de coalición, y que durante los últimos meses los distintos partidos y movimientos negociaron todo tipo de alianzas, coaliciones y pactos, todos, con un menor número de candidatos propios, pueden alcanzar triunfos con candidatos de coalición. "Vamos a compartir triunfos", dicen los directores de partidos. La gran pregunta es ¿compartirán también derrotas?

La bola de cristal electoral apenas se está prendiendo. Y aunque muchas incógnitas solo se podrán resolver en las urnas, lo único seguro es que estas elecciones definirán un mapa político que puede resultar una verdadera sorpresa.