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| Foto: Archivo SEMANA

CAUCA

Las fosas que revivieron la masacre de Tacueyó

El hallazgo en Toribío (Cauca) abrió las heridas de un penoso episodio de la guerra en Colombia.

27 de octubre de 2014

La extrema prudencia con la que el gobernador de Cauca, Temístocles Ortega, confirmó el hallazgo de una fosa común con una docena de cadáveres en el nororiente del departamento no es para menos.

Y esa prudencia es entendible si entre los detalles que el mandatario relata aparece que esos restos mortales corresponden a niños, mujeres y hombres, “son cuatro fosas con 12 cuerpos, y las autoridades están trabajando para identificarlos”, explicó el gobernador en una entrevista radial.

Tal vez para la mayoría de los colombianos esa fosa común haga parte de las cientos que existen en todo el territorio nacional, y en especial en aquellas zonas donde se desarrolla con más crudeza la violencia.

Pero para los caucanos ese hallazgo se podría convertir en una extensión de uno de los capítulos más penosos y aberrantes de la lucha contra insurgente: la masacre de Tacueyó.

Esa masacre fue ejecutada por el frente Ricardo Franco, un grupo disidente de las FARC liderado por alias 'Javier Delgado', más conocido como el monstruo de los Andes. En su plan de exterminio por cuenta de una supuesta infiltración de las autoridades, 'Javier Delgado' ordenó la ejecución de sus propios hombres; en total asesinó a 164 personas entre hombres, mujeres y niños, entre noviembre de 1985 y enero de 1986.

Todas esas torturas y crímenes ocurrieron en Tacueyó, uno de los corregimientos de Toribío cercano a otro pueblo conocido como Jambaló. En esa área fue donde miembros del Cuerpo Técnico de Investigaciones (CTI) hallaron las fosas comunes que confirmó el gobernador.

Por tratarse de un territorio considerado epicentro de la actual guerra contra la guerrilla y porque en esa misma zona se ejecutó una de las masacres más dolorosas en la historia del país, muchos temen que esas fosas sean la continuidad de un episodio que sus víctimas y el país habían olvidado.

Precisamente esta revista logró en el 2006 el testimonio de Manuel Manrique, el único niño que sobrevivió a la tragedia. En un relato desgarrador y aterrador, Manrique, ya adulto, contó los detalles de la peor masacre ocurrida en la historia de Colombia, pero que hoy, por cuenta de cuatro fosas comunes, se podría revivir.