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Hernán Peláez anunció este miércoles que irá hasta el próximo 23 de diciembre como director de ‘La Luciérnaga’. | Foto: Archivo SEMANA

MEDIOS

Así se dio la renuncia de Hernán Peláez

¿Por qué el director de La Luciérnaga se despidió al aire del satírico y famoso programa radial?

25 de septiembre de 2014

Este miércoles, Hernán Peláez Restrepo llegó algo molesto a la sede de la cadena Caracol, en el norte de Bogotá. Estaba informado que un colega de su propia emisora, que habitualmente escribe comentarios en una publicación de chismes, divulgaría que el maestro del periodismo de la radio estaría en la dirección del programa 'La Luciérnaga' hasta el 23 de diciembre.

Aun cuando la versión era verdadera, pues Peláez había tomado esa decisión desde junio y se la había participado a muy pocos colaboradores, el comunicador se sentía traicionado. Creía que después de haber contribuido como pocos a hacer de la radio colombiana una de las mejores del mundo, no era elegante que el público se enterara de esa manera de su adiós.

Se trataban de 21 años al frente del programa más exitoso de la radio en el que se mezcla la realidad y el humor de una manera fresca e inteligente. En contribución, Peláez consideraba que lo mínimo era no ventilar su marcha así. Sobre todo con él, quien se ha ganado el respeto de los colegas y de la audiencia como pocos.

Así, por ejemplo, volvió a ratificarse este 8 de septiembre cuando por primera todas las emisoras se encadenaron para el lanzamiento de la campaña Soy Capaz en una emisión sin antecedentes. El hizo las veces de conductor. Con reverencia y afecto, Julio Sánchez Cristo, Darío Arizmendi, Néstor Morales, Vicky Dávila, Yolanda Ruiz, entre otros, lo saludaron con el conocido: “Doctor Peláez” y después sí empezaron sus relatos. Solo él, es capaz de aglutinar en un mismo espacio a personalidades tan distintas y, lo mejor, que al final reine la satisfacción colectiva.

La conclusión es sencilla: Peláez es de lejos uno de los más grandes periodistas del país –en distintos campos- y su salida o mejor contar que ya no iba más, debía ser comunicada con los honores obvios. La noticia de su salida exigía un nivel de delicadeza. Por eso, Peláez llegó a su lugar de trabajo el miércoles con un enojo que no pudo ocultar. Estaba molestó y expresó esa inconformidad a algunos de sus compañeros.

La sorpresa fue mayúscula cuando fue más allá y anunció que diría al aire que se retiraría en diciembre. Era la manera de hacer evidente su insatisfacción porque su secreto profesional no podía servir de alimento al contenido de una revista de chismes.

Con el respeto y veneración que irradia, algunos le recomendaron que no era la mejor manera de hacer pública el día del fin de su carrera. Después de una charla cargada de afecto, hubo consenso en que era mejor dejar las cosas así.

Con el recorrido del programa, el humor y el ritmo de las informaciones la cosa pareció olvidarse. Sin embargo, Peláez no aguantó mucho. Entre otras cosas, porque en desarrollo de la trasmisión recibió un correo electrónico, de los tantos que recibe de los oyentes, que lo sacó de casillas. En el mensaje, poco cortés, le preguntaron hasta cuando los oyentes debían soportarlo.

Ocurrió lo inesperado. Uno de los periodistas que trabajó con él durante varios años dice que la virtud de Peláez para hacer radio es que distribuye la pelota como lo hace James Rodríguez. Un pase aquí, otro allá, uno más al fondo, siempre hacia adelante, sin tiempo para mirar atrás y con la serenidad como norma. De tal manera, que todos saben que está allí pero que él generoso entrega el brillo a los demás. En este caso, Peláez no actuó así sino que su estado de ánimo regresó al que traía horas atrás cuando llegó a la emisora. Entonces, ese miércoles decisivo, él se convirtió en noticia.

No soportó más y estalló. Tomó el micrófono y dijo al aire que después de tantas especulaciones informaba que estaría en la dirección de La Luciérnaga hasta el 23 de diciembre. El asombro, la sorpresa, se tomaron las caras de sus colaboradores fuera de la cabina. Muy pocos daban crédito a lo que escuchaban. Se trataba de la renuncia del ‘maestro y querido’ director y creador de varios programas que han contribuido a que Caracol sea la primera cadena radial.

Luego del anuncio Peláez siguió en la conducción del programa. Entre tanto, en las redes sociales la noticia volaba a través del ciberespacio a todos los rincones. Los medios también comenzaron a registrar la decisión. Algunos de quienes se encontraban con él, le preguntaron entonces si sabía quién podría ser su reemplazo. Peláez, dijo no tener idea alguna y allí se cerró el tema en aquella tarde.

Ahora la pregunta que ronda es quién podrá reemplazarlo y, sobre todo, quién podrá mantener la calidad de un programa que tiene el sello del éxito. Por ahora, en el ambiente se escuchan varios nombres. No se sabe cuál será elegido pero lo cierto es que tendrá un reto inmenso. La calidad de la voz y el rigor profesional de Peláez, son cualidades que forman parte de la memoria auditiva de las dos últimas generaciones de colombianos.