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| Foto: Diana Rey

BOGOTÁ

A la cárcel el hombre que aceptó haber cometido la masacre de Fontibón

Luis Eduardo Murillo reconoció ser uno de los asesinos de las cuatro personas que murieron en la discoteca Oxígeno, el pasado cinco de marzo. Las autoridades siguen tras los pasos de otros responsables.

26 de abril de 2017

El pasado 5 de marzo una masacre de cuatro personas en el bar Oxígeno, de Fontibón, sacudió a la ciudadanía. Casi dos meses después, uno de los asesinos aceptó su responsabilidad. Se trata de Luis Eduardo Murillo, quien fue enviado a prisión, luego de reconocer sus culpas por homicidio, tortura y porte ilegal de armas.

En un principio, por la sevicia con la que se cometió el crimen, los investigadores contemplaron que podría tratarse de un ajuste de cuentas. Sin embargo, las nuevas pesquisas apuntan a que la masacre estuvo motivada por un robo. Ahora, siguen tras la pista de las demás personas que habrían participado en los asesinatos.

La masacre ocurrió en la madrugada del domingo 5 de marzo, pero solo fue descubierta al mediodía del lunes. En la mañana, Virgelina Olaya fue la primera en alertarse. Ella trabajaba como niñera en la casa de los dueños del negocio y era la madre de uno de los meseros. Cuando notó que no habían llegado al amanecer, como solían hacerlo cada domingo, llamó a uno de los hermanos de su jefe, quien se desplazó hasta el bar y, al no poder entrar, llamó a la Policía. Con los uniformados descubrió la dolorosa escena.

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Franklin Caicedo, el dueño del bar, había salido de Bocas de Santinga (Nariño) hace 10 años. En la ciudad conoció a Graciela Trujillo, procedente del Huila. Se casaron, abrieron la discoteca y tuvieron dos hijos. Y de la mano de ella llegó Dúver Trujillo, su primo de 18 años, quien trabajaba con ellos desde hace un mes. Él y Luis Córdoba, un joven chocoano, eran los meseros. Todos fueron asesinados con armas blancas. Los policías los encontraron tirados en el suelo, con las manos atadas. Y en un sofá, recostado y malherido, estaba José David, el DJ de la discoteca, un muchacho de 18 años procedente de Venezuela.

Las mesas y las sillas del local estaban ordenadas y había productos de aseo regados por el local. El ataque se produjo hacia las 3:00 de la madrugada, cuando el bar cerró sus puertas y los empleados hacían la limpieza y cuadraban las cuentas de las ventas del sábado, en el que el bar, hacia la medianoche, alcanzó a estar a tope de clientes.