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El acuerdo entre Bogotá y la Nación, liderado por la ministra de Cultura, Elvira Cuervo de Jaramillo, permite construir un centro comercial más grande de lo permitido para conservar la casa. A cambio, deberá pagar un millonario impuesto de plusvalía

URBANISMO

Humo blanco

Tras varios meses de diferencias ente el Ministerio de Cultura y Bogotá, por fin hubo un acuerdo sobre Villa Adelaida. ¿Quién ganó el pulso?

11 de junio de 2006

Es mejor un mal acuerdo que un gran pleito. Esa máxima de los abogados fue la mejor salida que encontraron Bogotá y la Nación frente al futuro de Villa Adelaida, una casona ubicada en pleno distrito financiero y en el que definitivamente se construirá un hotel, 371 parqueaderos y un centro comercial.

Desde hace meses, como lo advirtió SEMANA, Bogotá se había opuesto parcialmente a la construcción del centro comercial porque violaba las normas urbanísticas de la ciudad en el manejo del suelo. Mientras el Ministerio había autorizado un área comercial de 6.000 metros cuadrados, las normas sólo permitían 500.

Tras meses de polémicas, esta semana Bogotá y la Nación llegaron a un acuerdo que, en vista de la polarización que ha generado el tema, no dejó a todos satisfechos, pero puso en claro que en adelante, cualquier modificación que el Ministerio quiera hacer en un bien de interés cultural, deberá contar con Bogotá.

El plan reduce de ocho a siete pisos el hotel que se hará sobre la carrera quinta, con un máximo 70 habitaciones, para preservar la integridad de la casa y garantizar su visibilidad. Entre las carreras séptima y quinta se construirá una vía peatonal, y a los lados, un complejo comercial de dos pisos de altura. "Allí no se permitirá el establecimiento de supermercados, autoservicios, cines, teatros o similares, cuyo uso implica una alta concentración de público a determinadas horas", dijo Elvira Cuervo, ministra de Cultura.

Frente a los cambios que se le hicieron al proyecto original y con nuevos estudios de movilidad, el Distrito aceptó pasar de 500 a 3.900 metros cuadrados de área comercial, incluidas áreas de servicio y circulación. A cambio, la ciudad garantizará que la casona, que fuera de Agustín Nieto Caballero, sea restaurada y preservada.

Pero si bien la ciudad compensará a los dueños de la casa, estos también deberán hacer lo mismo con la ciudad. Como hay un cambio de uso del suelo, deberán pagar el impuesto de plusvalía, creado por la administración Mockus y que se ha convertido en un mecanismo de beneficio común. De hecho, los dueños del centro comercial Gran Estación, que está siendo terminado sobre la Avenida El Dorado, tuvieron que pagarle a la ciudad más de 11.000 millones de pesos por plusvalía.

Catalina Velasco, directora de Planeación Distrital, dijo que "en este momento estamos haciendo cuentas de cuánto serán los ingresos que recibirán los propietarios al aumentarse el área comercial, cuánto se les debe reconocer por conservar la casa y cuánto le corresponde a la ciudad". Para evitar problemas, en la movilidad en la carrera quinta, el Ministerio exigirá a los constructores tener una rampa de entrada que permita tener 19 carros entre la calle y la caseta de entrada. Además deberá prever zonas de cargue, descargue y taxis en el interior. Esto, unido a los cuatro sótanos, ayudará a aliviar las altas necesidades de parqueo que tiene la zona.

Para garantizar el cumplimiento de los acuerdos, el Ministerio definió hacer un plan de divulgación que asegure el respaldo comunitario a la conservación de Villa Adelaida. Este prevé, ente otros, la realización de charlas y conferencias en centros de educación, la exposición permanente de dibujos y fotografías que documenten la historia de la casona, y su inclusión dentro de los recorridos turísticos de la capital.

El acuerdo generó críticas, especialmente de la Sociedad de Mejoras y Ornato de Bogotá y de algunos concejales, porque consideran que Bogotá no debió haber modificado la normatividad vigente para permitir un centro comercial de esas dimensiones que podrá afectar la movilidad sobre la carrera quinta.

Por ahora, es difícil determinar cuál va a ser el impacto real del centro comercial Villa Adelaida. Ni la Nación ni Bogotá ganaron el pulso. Tuvieron que llegar a consensos, tal y como lo exigía la ley desde un comienzo. Ganaron los constructores, porque harán su proyecto, pero repartiendo parte de las utilidades con la Nación. La gran incógnita es si los vecinos ganaron. Sólo el tiempo y la Procuradurá lo dirán.