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Desde hace dos años, ciudades de América Latina intercambian sus experiencias de gobierno. Bogotá se convierte cada vez más en ejemplo a seguir.

14 de noviembre de 2004

En la última década los bogotanos experimentaron una de las revoluciones urbanas más grandes en la historia del país. Del caos en el espacio público, la inseguridad y la ausencia de cultura ciudadana de sus habitantes, la ciudad pasó a convertirse en ejemplo mundial. Decenas de misiones de todos los continentes siguen visitando la ciudad para conocer de primera mano cómo la capital de un país con un conflicto interno tan agudo pudo cambiar su cara en tan poco tiempo.

Entre los aspectos que más impresionan a los visitantes están los resultados de la ciudad en la recuperación del espacio público y el descenso en los índices de inseguridad. Hoy, 30 de cada 100.000 habitantes de la región son asesinados, cifra que triplica el promedio mundial y es 27 veces superior a la de la Unión Europea. Pero Bogotá se ha convertido en la excepción a la regla. Desde hace 10 años los indicadores de violencia se redujeron en casi 63 por ciento, pasando de una tasa de 80 homicidios por cada 100.000 habitantes en 1993, a 23 en 2003. Una reducción que permitió que cerca de 6.000 bogotanos se hayan salvado de morir asesinados.

Lo valioso de estos resultados es que no dependieron exclusivamente del aumento en el pie de fuerza policial o de la adopción de medidas represivas, sino que se lograron gracias al desarrollo de un modelo de ciudad que amplió la inversión en proyectos de infraestructura en los sectores más pobres y que implementó campañas para valorar la vida y respetar la legalidad. Fue este modelo de ciudad el que permitió que en septiembre de este año Bogotá recibiera en el Forum de Barcelona el premio Ciudad de Paz.

Pero los resultados exitosos de la capital no se han quedado en los reconocimientos. Cada vez más mandatarios de ciudades del país y de la región muestran interés en aprender de primera mano sobre este modelo de convivencia. Y de hecho, algunos de ellos ya lo están aplicando en otros lugares con fructíferos resultados.

Así lo demuestra el caso de Quito, la capital ecuatoriana. Desde 2002, Naciones Unidas y la Alcaldía de Quito invitaron a líderes y expertos en el cambio de Bogotá para trabajar en dos frentes relacionados: seguridad y convivencia, y recuperación de espacio público. Hugo Acero, subsecretario de seguridad y convivencia durante las administraciones de Antanas Mockus y Enrique Peñalosa, y Héctor Riveros, ex secretario de Gobierno de este último, han sido dos de los encargados de 'transferir' las experiencias de la capital colombiana.

En seguridad, Quito puso en marcha un sistema integral de información sobre violencia y delincuencia, fortaleció la policía municipal y puso a funcionar centros de equidad de género en los que se atienden problemas cotidianos como la violencia intrafamiliar. A estas iniciativas se sumó el trabajo de la Empresa de Desarrollo del Centro Histórico de Quito, que reubicó a los vendedores ambulantes en centros comerciales. Con esto lograron reducir en 30 por ciento los delitos contra la vida y la integridad en esta zona de la ciudad.

En Colombia, una ciudad que ha aprendido de la experiencia de Bogotá es Medellín. Desde que asumió Sergio Fajardo como alcalde y con el apoyo del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud), expertos como Riveros y Acero han hecho recomendaciones en el Plan Maestro de Seguridad y convivencia de esta ciudad y en la política de desestímulo al uso, porte y tenencia de armas. "Después de un primer diagnóstico se determinó que los factores que alimentan la violencia en Medellín tienen menos relación con la pobreza de lo que se cree, dice Acero; se deben sobre todo a la débil presencia de la justicia en la resolución de los problemas cotidianos".

Por eso, el alcalde Fajardo decidió crear 12 unidades de mediación y conciliación (similares a las casas de justicia bogotanas), que han tenido un papel significativo en la reducción de la violencia en zonas tan conflictivas como las comunas. Por ejemplo, en septiembre pasado el homicidio común en Medellín registró una disminución del 43 por ciento respecto al mismo mes en 2003. Así mismo, las muertes con arma de fuego bajaron 7 por ciento en el mismo período.

De otra parte, algunas ciudades colombianas han empezado a importar experiencias exitosas de otras ciudades del continente. Buenaventura, la ciudad-puerto por donde transita el 65 por ciento de las exportaciones del país, tiene unos indicadores de pobreza abrumadores. La prestación de servicios públicos es precaria, el desorden urbano -con 1.500 tractomulas que circulan en las calles diariamente- es cada día peor, hay un déficit habitacional de 35.000 viviendas y el 85 por ciento de la población pertenece a los estrato 1 y 2.

Ante esta situación, la Alcaldía de la ciudad, el Pnud, la Gobernación del Valle y la sociedad portuaria formalizaron un proceso de cooperación para definir estrategias de urbanismo, gobernabilidad y equidad. Para el ordenamiento urbano, el alcalde de Buenaventura, Saulo Quiñónez, se apoyó en la transferencia de conocimiento del puerto ecuatoriano de Guayaquil. En los últimos ocho años, y con una inversión de 74 millones de dólares, esta ciudad ecuatoriana recuperó más de 240 kilómetros de vías y espacio público frente al mar. Y los resultados saltan a la vista. Desde 1996, año en que se iniciaron las obras, no se ha presentado ningún robo en esta zona que antiguamente era una de las más inseguras de la ciudad.

Por eso, para canalizar la experiencia de diferentes ciudades se realizará en marzo del próximo año una nueva Feria de Conocimiento en Rosario, Argentina, donde esta ciudad presentará sus logros en democracia local, salud y educación, entre otros. Al evento asistirán mandatarios de ciudades latinoamericanas que seguramente tratarán de adaptar algunas de estas experiencias exitosas a sus realidades. Es que con estos ejemplos ha quedado demostrado que para el desarrollo es tan valioso como el comercio de mercancías el intercambio de logros y conocimientos sobre cómo gobernar mejor.