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Indignación total

Crece la avalancha de críticas contra Juan Manuel Corzo, el nuevo presidente del Congreso, quien pasó de ser un ilustre desconocido a ser el político más criticado de Colombia.

24 de septiembre de 2011

Juan Manuel Corzo es quizá el personaje público que más palo está recibiendo y, hay que decirlo, el que más metidas de pata ha hecho. Defiende proyectos controvertidos, vocifera que su sueldo de 16 millones de pesos no le alcanza y además, bajo su timonel, el Congreso no arranca a trabajar en forma.

Por esto, no le pudo haber caído en mejor momento el viaje a Azerbaiyán, donde fue invitado como uno de los mejores parlamentarios latinoamericanos. Por unos días podrá escampar en el Cáucaso la avalancha de críticas que le han caído encima en el país.

La indignación de los ciudadanos empezó cuando anunció que reviviría el subsidio a la gasolina en el Congreso, eliminado por Armando Benedetti. Corzo advirtió que el sueldo de 16 millones de pesos de los parlamentarios no era suficiente para tanquear dos carros, que prefería "ser honesto y no robar al Estado" y declaró que quería devolverle la dignidad al Congreso, puesto que las otras ramas del poder, como el presidente y los magistrados, sí tienen derecho al subsidio de la gasolina.

Durante varios días, las redes sociales se inundaron con críticas, chistes e iniciativas de revocatoria de mandato. En Facebook se crearon grupos para pedir su renuncia, iniciaron una colecta nacional para pagarle la gasolina y hasta convocaron un plantón frente al Senado. En Twitter se volvió famoso el chiste de ¿cuál es el carro que más gasolina gasta? "El Chevrolet Corzo," y la frase "#fueracorzo" fue una de las más utilizadas. Corzo se convirtió en tema de columnas, programas radiales y hasta fue víctima de una 'pega' de una emisora que dedicó toda una mañana a llamar a su oficina. Según los locutores, la solución para los problemas financieros de Corzo era que mandara a sus escoltas en TransMilenio.

Pero más allá de esta especie de tragicomedia política, lo preocupante es que este no ha sido su único desliz. Poco después de su posesión, defendió el proyecto para revivir la inmunidad parlamentaria y apoyó una reforma para prohibir el aborto. También le devolvió facultades de contratación a Emilio Otero, secretario general del Congreso, y a Omar Velásquez, director administrativo, y retomó la licitación para el renting de los carros por un valor cercano a los 70.000 millones de pesos, ambas medidas que Benedetti había parado en seco. Y para rematar, sufrió una convulsión mientras almorzaba en un restaurante en el centro de Bogotá.

Su mala racha continúa. Según un veterano senador, dos meses después del 20 de julio, "el Congreso no ha arrancado", dice, mientras afirma que "la temporada electoral no es la única culpable. Aquí no hay liderazgo". Según cuentan senadores de varias toldas, Corzo no ha citado a reuniones con los voceros de los partidos y muchas veces no preside las plenarias.

Las cifras mismas hablan por sí solas. En dos meses, solo se han citado diez plenarias y tres debates de control político. Esto implica que solo han sesionado un día a la semana -los martes- y no dos o tres como es costumbre. El rating del Noticiero del Senado ha caído casi 10 puntos y la jefatura de prensa se ha cambiado dos veces. En plata blanca, se han radicado 132 proyectos y 43 aún no tienen ponentes. La página web es su otro talón de Aquiles. Es blanco habitual de Anonymous y después de una actualización, el portal se ha abandonado. Por ejemplo, quitaron el acceso para que los ciudadanos pudieran ver la asistencia y las votaciones de los congresistas y también es imposible estudiar los bienes y las inhabilidades de cada congresista, publicadas en un esfuerzo de transparencia que inició la presidencia pasada.

Este ritmo es alarmante porque marca un fuerte contraste con el primer año legislativo, el que muchos consideraron crucial. Y también es grave porque varias iniciativas del gobierno siguen en el tintero. Es el caso de la reglamentación de la reforma de las regalías, el futuro de la Comisión Nacional de Televisión y la reforma a la justicia, cuyos debates no han arrancado.

Cada presidente tiene derecho a tener su estilo. Mientras Armando Benedetti era explosivo, mediático y exigente, Corzo parece haber escogido otra estrategia más acorde con su personalidad. "Es un hombre de buenas intenciones, pero le ha faltado explicar sus ideas", dice Antonio Guerra, quien comparte con él la mesa directiva. En los pasillos del Capitolio afirman que en todos los años que llevaba en el Congreso no había musitado palabra. Tanto es así que no le conocían la voz. Su comportamiento en estos últimos meses da la impresión de que tal vez era mejor así.