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N A R C O T R A F I C O

Inocencia robada

La utilización de una niña de 5 años como ‘mula’ deja en evidencia la degradación a la que han llegado los narcotraficantes.

29 de abril de 2002

Pocas cosas han conmovido a los curtidos agentes del servicio de aduanas de Estados Unidos del aeropuerto internacional John F. Kennedy. Pero el pasado jueves 18 de abril en la noche se encontraron con un caso asombroso: un inspector de aduanas que efectuaba el control de rutina a los pasajeros del vuelo 020 de Avianca, que acababa de llegar de Bogotá, detuvo a una niña de 5 años de edad que viajaba sola. El oficial abrió una de las dos maletas de la pequeña y observó que uno de los lados era inusualmente grueso. Al abrirlo descubrió una sustancia blanca. Después de los exámenes de rigor se comprobó que eran dos libras y tres onzas de heroína, un poco más de un kilo. La droga tenía un valor de 100.000 dólares en las calles estadounidenses.

El servicio de aduanas sólo dio a conocer la noticia de la detención de la pequeña el martes de la semana pasada, después de dejarla en manos de los servicios de protección de menores de Nueva York, quienes mantienen en reserva su nombre. Al día siguiente la historia de la niña de 5 años se convirtió en titular de primera plana de los diarios de Estados Unidos. Y no era para menos. Según las autoridades estadounidenses nunca antes se había utilizado a una menor tan chiquita para transportar droga hacia ese país.

El zar antidrogas de Estados Unidos, John Walters, calificó como “un acto monstruoso” el hecho que narcotraficantes enviaran droga en la maleta de una niña. “Enviar a una niña de 5 años en un avión, con un cargamento de heroína, representa un acto detestable”, afirmó al Washington Post Joe Webber, supervisor del servicio de aduanas en Nueva York.

Mauricio Suárez, cónsul general de Colombia en esa ciudad, le dijo a SEMANA que el asunto era “triste y desagradable para Colombia”. Explicó que la pequeña tiene pasaporte estadounidense aunque es hija de colombianos, y por so el caso lo están llevando las autoridades de ese país. “Ni su familia ni las autoridades colombianas han pedido que intervengamos y por tanto no podemos hacerlo”.

¿Quién está detrás de semejante acto tan aberrante? Hasta ahora las autoridades nacionales sólo han logrado establecer que la niña fue entregada a funcionarios de la aerolínea por una supuesta familiar llamada Miryam Hurtado Bravo, quien dijo al personal de Avianca que los padres de la menor la recogerían en el aeropuerto de Nueva York. La dirección y el teléfono que Hurtado les dio a los miembros de la tripulación resultaron falsos. La información de las autoridades estadounidenses aporta un detalle aún más desolador. La madre de la menor, cuyo nombre no ha sido revelado, había sido deportada a Colombia tras purgar una condena en ese país. En 1996 fue detenida en el aeropuerto de Miami con una libra y media de heroína oculta en la suela de los zapatos.

En Colombia ha habido otros infantes utilizados como mulas pero nunca se había dado el caso de enviar una niña tan pequeña y sola en un avión cargada de heroína. El primer caso se presentó el 6 de junio de 2000 cuando la Policía Aeroportuaria detuvo a Francisco Alejandro Manrique Trejos, de 15 años, en el aeropuerto El Dorado de Bogotá, luego de que encontrara heroína adherida a sus pantalones. El menor se asustó tanto que confesó que también la había ingerido. Cuando se le practicaron los exámenes médicos se determinó que tenía 63 bolsas en el estómago. Fue reclutado por personas que le ofrecieron 18.000 dólares para viajar a Nueva York. Dos meses después de ese caso la Policía detuvo a una niña de 14 años en la autopista Medellín-Bogotá cuando se movilizaba en un autobús de transporte público con dos kilos de cocaína adheridos a la piel de su estómago. El último caso similar, en mayo de 2001, fue en el aeropuerto de Barcelona, España. La Policía detectó que una mujer había camuflado un kilo y medio de cocaína en el pañal de su bebé de 8 meses.

Aún en Colombia, donde los niños son utilizados para redes de prostitución, o son secuestrados a diario o reclutados para matar, el caso resulta espeluznante. Lo peor es que, como dijo a SEMANA el director del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (Icbf), Juan Manuel Urrutia, “el caso es tan monstruoso que uno se pregunta si sólo es la punta de un iceberg de un nuevo tipo criminal cuyo vehículo preferido para transportar droga son los niños inocentes”. Está en manos de las autoridades de ambos países que al menos este delincuente despiadado no se salga con la suya.