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Estas imágenes muestran el estado en que quedó la cárcel luego de la tragedia. | Foto: Defensoría del Pueblo

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“Se oían gritos de clemencia para que abrieran”

Internos de la cárcel Modelo de Barranquilla narraron dramáticos momentos que se vivieron el lunes pasado. El Gobierno investiga.

29 de enero de 2014

Este miércoles el ministro de Justicia, Alfonso Gómez Méndez, apuró una reunión con los directores de las cárceles del país para tratar un tema urgente: el hacinamiento. Fue precisamente la aglomeración de internos la que, muy posiblemente, no permitió que se controlara el incendio en el patio B, pasillo 7, en el primer piso de la cárcel la Modelo de Barranquilla que hoy las autoridades investigan.

Se habla de 11 muertos producto de la conflagración, pero un día después, los familiares de decenas de presos no saben de la suerte de al menos 60 internos. Se cree que podrían estar en otra cárcel pues las autoridades penitenciarias decidieron trasladar a más de 150 presos a otros penales. Pero mientras las autoridades no entreguen los listados, los familiares consideran que están desaparecidos.

Por ahora, los internos de la Modelo siguen contando historias de lo que ocurrió para que alguien pueda establecer responsabilidades. Se cree en principio que hubo un exceso de fuerza por parte de la guardia que no permitió que los cerca de 200 presos que estaban en ese patio evadieran la conflagración que allí se originó.

“Estaban peleando siete internos y la guardia en vez de frenar la trifulca con gas pimienta, que es más manejable, soltó una pipeta de gas (lacrimógeno). En las cárceles, siempre que eso ocurre, prendemos una colchoneta pues sabemos que el humo absorbe el gas y quita los efectos. Así ocurrió. Prendieron una colchoneta, pero cuando los internos vieron que la guardia soltó una segunda pipeta, los presos prendieron otra colchoneta. Todo se les salió de las manos y se prendió una de las primeras celdas”, contó a Semana.com uno de los internos del segundo piso donde ocurrió el doloroso episodio.

El interno aseguró que se escuchaban los gritos de clemencia de los reclusos para que abrieran las puertas, pero la guardia no atendió al llamado y buscaron desesperadamente los extintores, pero no los hallaron: en diciembre los habían retirado de los patios por cuestiones de seguridad.

“Fue por eso que llamaron a los bomberos, pero estos llegaron 30 minutos después. Ya era tarde. Los reclusos rompieron ventanas y una puerta por donde pudieron salir. Salía gente quemada y otros a punto de morirse del sofoco. Cuando todo pasó, los hombres del CTI que entraron sacaron nueve bandejas donde creemos que iban nueve cuerpos”, aseguró.

El interno, quien pidió la reserva de su nombre para evitar problemas en el penal, añadió que la guardia les pidió luego a los reclusos que limpiaran todo en el patio. “Le dijimos a la guardia que no hicieran eso pues se rompía la cadena de custodia para una investigación. Pero nos dijeron que cuál cadena de custodia pues todos sabían lo que había pasado”.

Después del lamentable episodio, son los familiares quienes no saben a ciencia cierta lo que ocurrió y muchos de ellos no conocen el paradero de sus hijos. Semana.com habló con algunos de ellos que retrataron el verdadero infierno que se vive en esa cárcel.

“La culpa es del Inpec”


Familiares reclaman por internos desaparecidos tras tragedia en cárcel de Barranquilla. Foto: SEMANA.

En la mañana de este miércoles, los familiares de los reclusos muertos aún no habían recibido los restos de sus hijos. Álvaro de la Vega, Roquelina Carrillo y Jaider Ortega esperaban en las afueras de Medicina Legal los cuerpos de Álvaro De la Vega Camargo, Johanys Zapata Carrillo y Álvaro Urieles.

Los casos son dramáticos y dolorosos. Para el padre de De la Vega, su hijo fue capturado hace quince días con un arma hechiza y, en el caso de Urieles -dice su padrastro-, ya le habían dado la orden de salida y el lunes pagaron la caución para que obtuviera la libertad.

Por el contrario, Johanys Zapata, dice su madre inconsolable, llevaba 17 meses y el próximo lunes 3 de febrero tenía la audiencia para ver si se quedaba o lo dejaban en libertad. Roquelina dice que el Inpec es responsable de la muerte de su hijo, porque ellos estaban pidiendo auxilio y no les abrieron la puerta.

En las afueras de la cárcel Modelo, la incertidumbre de varias madres se mantiene porque, aunque sus hijos no figuran entre los muertos y heridos, tampoco les han dicho si los trasladaron a otras cárceles, o si resultaron heridos, cuál es la gravedad.

La mayoría de los reclusos están sindicados y condenados por porte ilegal de armas. Algunos son trabajadores informales en el mercado público y sus edades oscilan entre los 19 y 23 años. Sus madres y abuelas acusan también a la institución penitenciaria porque los domingos, cuando ellas van a visitar a sus familiares, las revisan con algunos excesos, les quitan la comida y no permiten el ingreso de productos de aseo personal.

“Es un patio horrible que huele a alcantarilla, donde hay unos huecos para hacer las necesidades, ni siquiera tienen inodoros”, dicen.

¿Si a nosotras nos requisan de esa manera, entonces por qué hay marihuana, cocaína, pepas, cigarrillos y hasta alcohol? Preguntan. Son los guardias los cómplices del ‘dueño’ del patio, porque el patio tiene ‘dueño’ y como un ‘sapo’ delató que estaban vendiendo drogas, entonces fue que se armó la pelea. Nosotras las madres no les llevamos drogas a nuestros hijos porque lo que queremos es verlos rehabilitados”, concluye una de ellas.