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Intriga en Lima

La crisis política peruana tiene mucho que ver con el tráfico de armas hacia las Farc.

Mauricio Sáenz, enviado especial de SEMANA.
23 de octubre de 2000

En la Plaza Mayor de Lima reina el alboroto. Son las 4 de la tarde del martes y se han reunido unos cuantos miles de personas a apoyar a su presidente, quien ha dicho que convocará a elecciones anticipadas y que no se presentará. Una de ellas es Emma Pereira Reyes. Viene del barrio Retablo Comas, a una hora y media en bus. “Cómo no voy a venir a defenderlo si nos puso agua y luz. El no es como los demás, él cumple lo que promete”. Erminda Alayo de Torres, otra mujer que no puede ocultar su ascendencia incaica, oye la conversación y mete baza: “Estas pobres mujeres harían cualquier cosa, señor, dice. No ve que las trajeron en buses. Estaban llamando a lista en el puente Trujillo. Si no vienen no comen”. Todo el mundo quiere hablar. También Jessica Vergara, una joven madre soltera empleada de un gran almacén, quien desde su posición de clase media defiende a Fujimori porque “crecí entre el miedo y ahora mi hijo puede salir tranquilamente al parque”. Santiago Eduardo Samayoa, quien se declara dueño de una ‘factoría’ que resulta ser un taller de mecánica, dice que sólo confía en Fujimori y Roger Prado, profesor de escuela, le contradice.

Esa tarde en que el presidente Alberto Fujimori se trepó a un farol de Palacio para saludar a sus seguidores, y éstos trataban de contrarrestar una manifestación adversa del día anterior, todos querían hablar. Hasta que los opositores intentaron tomarse la manifestación y comenzaron las carreras. La carga de la policía terminó el foro y nadie pudo saber si Fujimori se irá, como afirma, o si su anuncio es en realidad una jugada maestra.



La gran sorpresa

El anuncio del sábado 9 de agosto dejó atónito a todo el mundo, sobre todo por provenir de Fujimori, quien ha hecho de todo, desde cerrar el Congreso hasta cambiar la Corte Suprema, para mantenerse en el poder durante 10 años. Se trató de su respuesta al escándalo suscitado cuando un congresista de oposición, Fernando Olivera, presentó a los medios un video en el que aparecía Vladimiro Montesinos, amigo íntimo del presidente, su asesor de seguridad, zar de facto del Servicio de Inteligencia Nacional (DIN) y personaje oscuro por excelencia, sobornando a un congresista afecto al candidato Alejandro Toledo. Por el diálogo y por lo que después pasó el pago estaba destinado a comprar el pase de Alberto Kouri al partido Perú 2000, de Fujimori.

Tras dos días de mutismo el presidente dijo en televisión, sin mencionar nombres, que un imperativo moral le obligaba a hacer ese sacrificio y que la SIN sería desactivada. ¿Trataba de arreglar las cuentas con la historia al alejarse de un personaje indeseable y salir por la puerta grande? ¿O de hacer una retirada estratégica para dejar en su puesto a alguien afín a sus intereses y, por qué no, buscar una nueva reelección más tarde?



La verdadera causa

Sin que ninguno de esos interrogantes estuviera resuelto, para la mayoría de los observadores consultados por SEMANA en Lima el real detonante tuvo que ver con un caso de tráfico de armas entre Jordania y Perú hacia Colombia, denunciado en televisión por el propio Fujimori, con Montesinos a su lado, el 21 de agosto.

La denuncia, en la que Montesinos aparecía como el héroe de una exitosa operación de inteligencia, estaba dirigida contra unos hermanos Aybar Cancho, quienes junto con otras personas serían responsables de un plan para engañar al gobierno jordano en la compra de un lote de fusiles AK-47, destinados en realidad a ser lanzados en paracaídas a las Farc. En un principio los observadores pensaron que se trataba del reencauche de un asunto de 1998 con el propósito de mejorar la posición del asesor de seguridad en las conversaciones entre el gobierno y la oposición propiciadas por la OEA ante las irregularidades de la segunda reelección de Fujimori.

Sin embargo, como dijo a SEMANA el general Daniel Mora, un ex oficial muy bien informado, la denuncia estaba destinada a salir al paso de las investigaciones tanto del diario La República como de la agencia de prensa Imediaperu.com, que indicaban que las armas se cambiaban por cocaína con la participación del propio asesor y que el gobierno norteamericano, tras años de trabajar codo a codo con él, ya le había perdido la confianza al antiguo agente de la CIA.

Cecilia Valenzuela, directora de Imediaperu.com, y quien ha sido objeto de amenazas y de una campaña de difamación en la “prensa chicha” de Lima, señaló a SEMANA que “nosotros entramos en contacto por casualidad, cuando investigábamos un barco cargado con cinco toneladas de cocaína detenido en El Callao”. Un informante les indicó que el cargamento era de propiedad de la mafia rusa, que había cambiado la droga a las Farc a razón de un kilo de coca por cada fusil. Como esa cantidad de la sustancia puede valer entre 35.000 y 40.000 dólares en los mercados del Viejo Continente, y el fusil usado no pasa de 50 dólares en el mercado negro, el negocio era enorme.

Según Imediaperu.com, Luis Frank, José Luis y Luis Fernando Aybar Cancho, dos de los cuales son militares retirados, figuran en un expediente de la oficina de la DEA-Dinandro (que coordina las acciones antidroga en Perú), en el que son sindicados de enviar cocaína a Rusia con la complicidad de un cónsul de ese país identificado como Vladimir Pajonov. Y en 1993 los Aybar Cancho fueron apresados por las autoridades peruanas. Pero lejos de complicárseles la situación, ésta mejoró increíblemente. Fueron puestos en libertad y constituyeron la empresa Nipon Corporation, con Luis Frank como gerente. En ese mismo año la Dirección de Inteligencia del ejército (controlada por Montesinos) conceptuó que la empresa era apta como proveedor del ejército peruano y recomendaba al Centro de Logística del mismo la celebración de contratos con ella. Esa habilitación, según Imediaperu.com, fue revalidada en abril de 2000.



Una compra medio legal

Los alegatos de Montesinos y Fujimori se refirieron a un caso sucedido en 1998, por el cual la banda de los Aybar Cancho habría engañado a los jordanos para traer armas destinadas a las Farc. Según las investigaciones periodísticas en 1998 el entonces comandante del ejército, general Nicolás de Bari Hermoza, envió una avanzada ultrasecreta de generales a Jordania para comprar un lote de fusiles Kalashnikov ante la posible escalada del conflicto con Ecuador. Y los oficiales prácticamente cerraron el trato. Pero en esos días se firmó la paz con el país limítrofe. Hermoza, un halcón, fue destituido por Fujimori y el negocio de las armas quedó en el aire. Y una de las poquísimas personas que lo sabían era, por supuesto, Montesinos.

Todo eso explicaría por qué los jordanos aseguran que sus contactos eran legítimos y que todo fue hecho por los canales normales. Como explica Valenzuela, “no es fácil imaginarse cómo los Aybar Cancho, que tienen un origen muy humilde y no tienen ni idea de inglés, iban a llegar a Jordania disfrazados de generales a realizar un negocio de esa naturaleza”.

Según Imediaperu.com, los Aybar Cancho decidieron buscar una empresa legítima para conseguir el transporte de las armas. Para ello contactaron a Edipesa, una firma legal, en medio del mayor misterio. Argumentaron a sus ejecutivos que se trataba de una operación encubierta en aras del patriotismo y que por eso no habría firmas ni contratos formales. Y, por lo mismo, el avión tendría que lanzar su carga en paracaídas.

Aunque accedieron, los dueños de Edipesa resolvieron curarse en salud grabando en secreto sus reuniones. Un directivo de la empresa aseguró a los investigadores que José Luis Aybar se presentaba uniformado como mayor del ejército y que Luis Frank exhibió una credencial del SIN. La participación de Edipesa no se concretó pero una de las fuentes aseguró a Imediaperu.com que la sede de Nipon, situada en Avenida de la República 291, oficina 703, Lima, es de propiedad de Montesinos. Y los Aybar son primos del oficial Manuel Aybar Marca, jefe del Grupo Júpiter, encargado de la seguridad personal del personaje. Los Aybar Cancho habrían llevado al menos cuatro vuelos con posterioridad, tres de ellos exitosos.

Desde el penal Castro Castro el detenido Luis Fernando Aybar Cancho envió la semana pasada una carta a las autoridades para pedir el traslado de su hermano José Luis quien, según el documento, está siendo objeto de torturas para evitar que involucre a Montesinos en el complot. El tono es angustioso y hace recordar el caso del famoso narcotraficante Demetrio Chávez Peñaherrera, alias ‘El Vaticano’, de quien se dice tuvo vínculos con el poderoso asesor de seguridad y hoy se encuentra preso, convertido en un vegetal , incapaz de inculpar a nadie.



El siguiente capítulo

Hoy parece claro que Fujimori fue inducido al ridículo por el propio Montesinos, pues los servicios secretos norteamericanos ya conocían las andanzas de su antiguo asalariado. De hecho, el 9 de abril la cadena Msnbc había sacado al aire un informe en el que afirmaba que la mafiya rusa cambiaba armas por drogas con las Farc. Imediaperu.com consultó con el Pentágono la afirmación de la cadena, según la cual los envíos eran coordinados por un “renegado funcionario militar peruano”. Y la respuesta fue que éste “continúa en el poder intacto”.

A sabiendas o no, Fujimori se equivocó al atacar a las autoridades jordanas y colombianas, a las que trató de ineptas, lo que generó desmentidos vergonzosos. Y el episodio de las armas terminó por sacar al asesor de seguridad del favor norteamericano. Nadie sabe quién entregó el video, uno de los miles grabados por Montesinos como seguro contra incumplimientos. Pero se dice que pudo ser un miembro de la Marina, el arma de su menor influencia, o un agente del propio SIN.

Pero en todo caso, como dijo a SEMANA el analista Mirko Lauer, “sólo con el visto bueno norteamericano alguien podría atreverse a traicionar a Montesinos”. Porque traicionar a ese hombre es un peligro, como testimonia el estado en que quedó Leonor La Rosa, una agente secreta que habló con los periodistas y luego fue torturada hasta quedar cuadrapléjica.

En efecto, todo indica que el Departamento de Estado ya estaba tras los pasos de Montesinos, y según testigos su jefe, Madeleine Albright, le exigió a Fujimori en la Cumbre del Milenio en Nueva York “arreglar” el tema de su servicio de inteligencia “now”. Una cosa era soportar los ataques de Fujimori contra el Plan Colombia (en abierta alianza con el presidente venezolano Hugo Chávez) y otra que su viejo aliado Montesinos estuviera armando a las Farc y, como si fuera poco, a cambio de cocaína. Y por otra parte, al perder la opción guerrerista a ultranza en Washington, que es el sector militar norteamericano que defendía a Montesinos, el asesor quedó sin piso en el Pentágono.

En cualquier caso el video del soborno al congresista fue Troya. Miles de manifestantes salieron a las calles a pedir que Montesinos fuera apresado y la renuncia de Fujimori, quien guardaba absoluto silencio. Y el sábado en la noche, cuando ya nadie lo esperaba, el presidente salió en televisión para soltar la bomba de las elecciones anticipadas y el fin del SIN.

La actitud de Fujimori sumió al país en un mar de rumores y especulaciones que no termina. El presidente no mencionó a su amigo, ni lo destituyó como asesor de seguridad, ni ordenó su detención, y ni siquiera dijo inicialmente cuándo se efectuarían los nuevos comicios. Sólo dos días más tarde anunció una fecha tentativa para julio de 2001.

¿Fue este el golpe de gracia para Fujimori, quien resolvió hundir el barco para llevarse también a Montesinos?, ¿o se trata de una retirada estratégica en busca de dejar en el poder a alguien de su entorno? La segunda posibilidad se apoya en que Fujimori propone acortar los períodos presidenciales y eliminar el requisito de la mitad más uno para reemplazarlo por el de que el ganador le tome al segundo un margen de sólo el 10 por ciento. Para Lauer, “esa medida y el largo plazo hasta las elecciones promovería el surgimiento de nuevos movimientos y candidatos y favorecería el triunfo de un candidato oficialista”. Tal cálculo se basa además en que Fujimori, como pudo comprobarlo SEMANA en la Plaza Mayor, sigue contando con un importante caudal electoral, no sólo de quienes viven del paternalismo del Estado en las capas más bajas sino de sectores de clase media, para quienes la victoria contra el terrorismo y la inflación fueron suficientes para convertirlo en el mejor presidente del siglo.

Sin embargo la prolongada interinidad podría ser fatal para la maltrecha economía peruana, pues la inversión extranjera ha probado ser muy susceptible a este tipo de situaciones. Y mientras muchos piden una mayor injerencia de la OEA, que se traduzca en que los diálogos gobierno-oposición sean comandados ya no por un embajador dominicano sino por el propio secretario general, César Gaviria, las candidaturas ya comenzaron a moverse.

El primero en arrancar en punta fue Fernando Olivera, quien aprovechó su protagonismo de haber recibido el casete del soborno y la reacción popular que produjo para picar al ex candidato Alejandro Toledo con una frase, según la cual su acción desencadenó el anuncio de Fujimori sin los muertos que produjo la manifestación “de los Cuatro Suyos”, liderada por Toledo contra la reelección de Fujimori poco después de la segunda vuelta electoral.

Toledo regresó apresuradamente al Perú para ponerse al mando de su movimiento y tratar de aprovechar la coyuntura. Pero por lo que la gente dice en la calle y como reflejan los resultados de las encuestas, ‘El Cholo’ ya no las tiene todas consigo (ver entrevista).

En medio de semejante red de intrigas y de la incertidumbre el pueblo peruano seguía al final de la semana especulando, debatiendo, maquinando, protestando y armando corrillos momentáneos en la Plaza Mayor.