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| Foto: Agencia Nacional de Tierras

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Invernaderos en el desierto

En las áridas tierras de La Guajira este viernes comenzaron a funcionar invernaderos para “sembrar” alimentos en medio de una de las regiones con mayores necesidades del país.

25 de agosto de 2017

Las mujeres del Resguardo Wayúu de Anuachón, en el municipio de Manaure, La Guajira, se vistieron este viernes con sus mejores galas y junto a los hombres estuvieron de fiesta. No era para menos. Hoy, en medio de desierto, inauguraban un invernadero que les ayudará en parte a lidiar los problemas de alimentación de su comunidad.

En los últimos años diversas entidades oficiales y privadas (y los propios indígenas) han denunciado la muerte de decenas de niños Wayúu por desnutrición. Uno de los motivos principales del grave hecho: la dificultad para producir alimentos toda vez que la comunidad está asentada en una región árida.

El de Anuachón fue el tercer invernadero que en las últimas 24 horas entregó a comunidades indígenas de Cesar y La Guajira el director de la Agencia Nacional de Tierras, Miguel Samper Strouss, quien no dudó en afirmar que “estamos produciendo comida en pleno desierto. Hicimos posible lo imposible”, enfatizó el funcionario ante más de un centenar de indígenas de Anuachón.

“El de hoy es un día grande para nosotros”, comentó emocionada Jackeline Epieyu, directora del Centro en lo Educativo de la sede Uryyunakat, mientras exhibía su elegante wayusheir, o el traje típico de las mujeres Wayúu.

Lo del invernadero “ha sido de un gran impacto positivo porque aquí ha incidido mucho la mortalidad infantil por la desnutrición de los niños”, explicó Epieyu.

En la concurrida ceremonia se destacó también la presencia de Orangel Cambar, de la Junta Mayor de Palabreros y quien tiene la misión de ser el conciliador cuando se presentan dificultades entre las familias de la comunidad.

De hablar pausado y seguro, Cambar, de 66 años, indicó que “ver el invernadero es como ver nuevamente a nuestros ancestros sentados con la vestimenta verde (de la naturaleza). Eso nos ha contentado bastante”.

Según dijo, con el invernadero “estamos mejorando porque ahí es donde uno siembra la comida. Fue un gran acierto porque sirve para completar la alimentación de no menos de 80 personas.”

En tanto, Francisco Uriana, autoridad del resguardo Wayúu, dijo que esperaba que el invernadero fuera el principio del fin de la muerte de niños de la comunidad por desnutrición. “Todos estamos muy contentos”, dijo, quien también destacó las bondades del proceso de paz que sellaron en Cuba el gobierno del presidente Juan Manuel Santos y la guerrilla de las Farc. “Es mejor vivir mejor calmado, es mejor que la gente no se mate".

El objetivo de la Agencia Nacional de Tierras fue claro desde un principio: construir los tres invernaderos en estas zonas del país donde es de público conocimiento que sus habitantes tienen graves problemas para conseguir alimentación.

En los tres invernaderos se invirtieron cerca de 1.060 millones de pesos para la alimentación de unas 355 familias. Se espera que produzcan al año unas 200 toneladas de alimentos como maíz, habichuela, tomates de varias especies, repollo, pimentón, zanahoria, cebolla larga y acelga, entre otros productos del campo.

En el caso concreto de los Wayúu, la comunidad, a raíz de la capacitación para el mantenimiento del invernadero, desarrolló una huerta externa para otros cultivos con sistemas de goteo que garantizan el riego efectivo de las plantas. Ese fue el producto de varios intentos con mecanismos en los que el agua corría sin irrigar suficientemente las plantas.

Como parte de su formación, la comunidad está aprovechando el excremento de los chivos para procesar el abono orgánico con otros productos que hagan del desierto tierra fértil. La producción de vegetales de clima frío y templado se logró gracias a la implementación de tecnología israelí que permite controlar la temperatura en regiones especialmente secas.

Con esto también se garantiza el suministro permanente de agua sacada de pozos que superan los 90 metros de profundidad y que se ayudan con energía solar y eólica para su correspondiente distribución.

La Agencia Nacional de Tierras, finalmente, se ha encargado de la capacitación de las personas que manejarán los tres invernaderos. La apuesta es que sean los jóvenes de los colegios rurales quienes asuman el cuidado y permanente producción de comida. Por eso los tres invernaderos fueron construidos cerca de instituciones escolares.